"Todos traen algo por qué pedir o agradecer, porque si no fuera por fe nadie aguantaría", dijo Grace Durán, mientras caminaba cerca del Conservatorio Castella, sobre la General Cañas el viernes en la mañana.
Ella salió de Tilarán el lunes con 40 romeros, y que junto a otros grupos de Monteverde, San Vito de Coto Brus y Puerto Viejo de Limón llegarán hoy a la basílica de la Virgen de los Ángeles en Cartago.
Esta tradición que acumula años tiene a la fe como denominador común entre el centenar de historias y promesas que cargan estos romeros.

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La organización en estos grupos con los años se ha convertido en una labor que inicia desde meses antes y a la que se suman desinteresadamente profesionales como enfermeros, terapeutas o doctores, cuya única labor es hacer más llevaderos los días de extensas caminatas.
En algunos casos como los de Coto Brus y Tilarán se fija una cuota de entre ¢30.000 y ¢40.000, para sufragar los gastos de alimentación y combustible de los vehículos que transportan los víveres y equipajes y además dejar una cuota en los albergues que les sirven en cada parada para recuperar fuerzas para el siguiente día.

En el caso de los de Coto Brus, este año el grupo alcanzó una cifra récord de 245 caminantes. Según Ester Elizondo, una de las encargadas de la alimentación y logística del grupo, en esta ocasión se les sumaron vecinos de Golfito, Buenos Aires y Ciudad Neilly; incluso algunos viajaron desde la capital para hacer la maratónica jornada que este 2015 suma 29 años.
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Este es además el único grupo que por la gran cantidad de personas que participan, recibe apoyo a lo largo de todo el trayecto de la Cruz Roja.
Ellos también son los que más kilómetros recorren (250 kilómetros) en un lapso de nueve días.
Precisamente este año sumaron un día más, para alivianar uno de los trayectos que antes les resultaba más pesado pues antes caminaban desde San Vito hasta Paso Real y ahora hacen una parada intermedia en la localidad de Sabanillas, a unos 15 kilómetros del punto de salida.
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Entre las figuras que llaman la atención en este grupo están los llamados "guayaberos", su nombre viene del árbol de guayaba, utilizado también como apoyo de peregrinos. Precisamente la función de estos fieles es servir de apoyo a quienes se quedan rezagados y ayudar a levantarse a los que por momentos flaquean.
"Ellos se queda y llegan al albergue hasta que el último de los romeros termine", explicó Elizondo.
Quieren instaurar una nueva ruta
Este es el tercer año que Vilmar Sánchez camina desde Puerto Viejo hasta Cartago. En el 2013 hizo una promesa y en el 2014 volvió para pagarla. Su fe lo lleva nuevamente a ingresar de rodillas este 1 de agosto hasta el altar de la patrona de los ticos.
Esta vez no viene solo, lo acompañan su primo Miguel Pizarro y su amigo Belisario Rodríguez, pero su sueño es que su iniciativa se convierta en tradición (como en los otros casos) y que se sumen más personas cada año.

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"Sería lindísimo llegar a contar con un grupo organizado, mi idea es desde ahora que regrese, empezar a incentivar a otras personas", contó Vilmar el viernes cuando a las 4 p.m. apenas llegaban a Turrialba, donde pasarían la noche, para este sábado emprender la última etapa de la travesía que les tomó cuatro días.
Para ellos, la única asistencia con la que cuentan, es la que les brinda Yensy Carvajal, la compañera de Miguel, quien en un vehículo transporta los alimentos y demás artículos necesarios.
Según contó Carvajal, en su caso, les tocó costearse por sus propios medios todos los gastos de la peregrinación, incluido el hospedaje pues por ser un grupo tan reducido les tocó quedarse en hoteles o cabinas, a excepción de Siquirres, donde una buena samaritana les ofreció su casa.

La distancia, el poco tiempo para recuperarse o el clima, componen los principales escollos de los grupos, que en cada caso señala distintos factores al consultárseles sobre la etapa más difícil.
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Por ejemplo, los dos primeros días en los que los romeros de Tilarán caminan entre ese cantón guanacasteco y Garabito de Puntarenas, los acompañaron temperaturas de más de 30 grados, lo cual convierte estos dos primeros trayectos en los más pesados, sin que necesariamente sean los más extensos.
En un opuesto, están los que vienen del sur, pues precisamente los dos días antes de llegar a Cartago atraviesan el cerro de la muerte. El intenso frío con el que deben levantarse y que los estremece a cada paso en los trayectos entre Macho Gaff y La Cangreja y entre ese último punto y la Basílica, es el mayor reto.
Las condiciones del camino, hacen que para los romeros de Monteverde, el primer día sea el más complicado.
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"El trayecto entre Monteverde y Guacimal es el más complicado, porque es mucha distancia y porque es todo en bajada", contó Roy González uno de los que camina en este grupo.
Mientras, para los limonenses es precisamente la distancia y la extensa jornada que les dejó poco tiempo para recuperarse durante los dos primeros días de caminata, cuando deben caminar entre Puerto Viejo y Limón y de Limón a Siquirres. En cada uno de estos recorridos caminan 58 kilómetros y 60 kilómetros respectivamente.
Para todos ellos, estos retos superados tendrán su recompensa cuando ingresen al santuario de la Virgen y vean una vez más su promesa cumplida.
