La exvicepresidenta de Costa Rica (1994-1998), Rebeca Grynspan, asumirá a finales de marzo el timón de la Secretaría General Iberoamericana (Segib), con la meta de proyectar la organización más allá de España y América Latina.
Europa y Asia están en la mira de la economista costarricense que, hasta este mes, se desempeñó como secretaria general adjunta de Naciones Unidas.
Dijo que su plan es garantizar la influencia de la Segib en todo el subcontinente latinoamericano, pero sin competir con otras organizaciones recientes, como la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac).
¿Cuál es su plan de trabajo al frente de la Segib?
El espacio iberoamericano se ha desarrollado mucho en lo social, cultural y económico. Hay que seguir en ese camino sin competir con otras instituciones, que hasta hace poco no existían, como la Celac.
¿Qué puede aportar usted?
He tenido experiencia en otros continentes, no solo América. Ahora puedo proyectar el espacio iberoamericano en otros continentes. Yo puedo aprovechar ese bagaje para ver la Segib no solo hacia adentro, sino hacia fuera.
¿En qué regiones piensa?
Se debe tener una impronta más fuerte en Europa. Latinoamérica tiene lazos con Asia y África, pero en lo cultural y social hay mucho más para construir. Para ir a Asia también se llega por el Atlántico, no solo por el Pacífico. El mundo está cada vez más conectado.
Ha dicho también de la importancia de ser mujer en este cargo.
Sin duda, será un elemento central la equidad de género.
¿Tiene España el mismo interés por Latinoamérica ahora que enfrenta sus propios apuros?
España va a superar este momento y volverá a ser una sociedad pujante en el futuro. Y sobre su interés hacia América Latina, se comprometió a seguir con los aportes para la Segib en un 60% la península ibérica y 40% de este lado.
¿Por qué cree que la eligieron a usted para este cargo?
Le voy a decir con sinceridad: soy reconocida por mi labor en América Latina en la Cepal (Comisión Económica para América Latine y el Caribe) y en Naciones Unidas. Me conoce el mundo académico, el político y la sociedad civil. Y no es fácil conseguir persona que acumule esa experiencia tan diversa en la región. Es un reconocimiento a una labor de muchos años con labores más globales y tareas de alta responsabilidad, en lugares muy difíciles.
¿Ser costarricense ayudó?
Claro, sin eso, esto no sería posible. Esto es, sobre todo, un reconocimiento para el país.
Daniel Ortega se oponía, en principio, a su nombramiento.
Él entendió que no podía haber un veto a los costarricenses. Ellos reconocieron mi labor y el apoyo amplio de todos los países y no consideraron necesario mantener el veto. Personalmente hablé con él, acompañada de Enrique Iglesias (exsecretario Segib) y Vanessa Rubio (subsecretaria actual).
¿Fue usted a buscarlo a Managua para reunirse con él?
Sí, pero nos centramos en la Segib, en una conversación muy sustantiva. El presidente quería conocer los planes futuros para la Segib. Dijo que hay un momento distinto a cuando se creó (1991) y quería entender la visión que teníamos hacia el futuro.