
Cuando habla con la prensa, es usual que Luis Guillermo Solís lo haga con naturalidad. Sin énfasis ni gestos exagerados.
Sin embargo, ante la pregunta de qué opinaba sobre la reelección presidencial, el gobernante se aseguró de contestar con una vehemencia inusual.
“En lo personal, no me reelegiré nunca”, subrayó el jueves pasado, en el vestíbulo del Museo de Jade, en cuesta de Moras.
“Mi término como presidente de la República llegará hasta el final de mi mandato, en el 2018, y no continuaré buscando la Presidencia, ni ningún otro cargo de elección popular después”, reforzó, frente a una decena de periodistas, que con sus preguntas lo alertaron sobre la inminencia del despertar de los vientos electorales de la campaña política del 2018.
Solís, elegido por 1,3 millones de votos en segunda vuelta, el 6 de abril del 2014, no profundizó en los porqués de su decisión.
Se limitó a reiterar que en mayo del 2018 cerrará la puerta de su despacho, en Casa Presidencial, con la intención de no volver a abrirla nunca más.
Tal desinterés contrasta con el criterio que maneja sobre la figura de la reelección, pues opina que le conviene a un país con poca población que tiene la necesidad de “reciclar” líderes políticos.
El presidente cree que sería aún más beneficiosa una reelección continua. Es decir, que se le permita al presidente en ejercicio, si así lo quisiera, postularse para seguir al frente de la nación por otro periodo de cuatro años.
Según Solís, esa condición beneficiaría al país, al permitirle a un buen gobierno contar con más tiempo para concretar sus promesas de campaña.
“Y si es malo (el gobierno en funciones), que sea relevado a los cuatro años”, concretó.
Según el inciso 1. del Artículo 132 de la Constitución Política, el presidente o vicepresidente de la república que desee optar por la reelección presidencial deberá esperar a que transcurran ocho años después de finalizado su periodo de Gobierno.
Ese inciso fue objeto de una reforma en 1969 para prohibir la reelección presidencial. El 4 de abril del 2003 la Sala Constitucional anuló ese cambio, dejando en vigencia el texto original de la Constitución que permitía la reelección.
La única desventaja que ve Solís en la reelección es la corrupción. Empero, cree que la institucionalidad costarricense es lo suficientemente robusta para prevenir a un mandatario reelegido de caer en esas prácticas.
PAC crítico. A Margarita Bolaños, presidenta del Comité Ejecutivo del Partido Acción Ciudadana (PAC), no la sorprende la negativa hacia la reelección del primer presidente elegido por su divisa.
Pero entre los criterios de Bolaños y Solís sobre la figura constitucional existe una brecha.
La jerarca rojiamarilla cuestiona la reelección en sí y cree que el desdén por esa alternativa política existe, aunque no formalmente, dentro de la “nueva cultura política” del PAC.
Esto, explicó, porque en ese partido interpretan que “ la mayoría” del país cree que la Sala IV quebrantó la Carta Magna al rehabilitar la reelección.
“Se violentó la Constitución y ese es un sentir nacional. Que la reelección sea conveniente o no, es otra cosa”, enfatizó la líder.
Bolaños dijo que el Partido podría incluir el debate sobre la conveniencia o no de la reelección presidencial en la agenda de un congreso ideológico, que se efectuará a final de este año.
La expectativa, según la presidenta, sería dejar sentada una posición partidaria al respecto.
A diferencia de Solís, que no desea aspirar a la reelección, los expresidentes José María Figueres (1994-1998) y Oscar Arias (1986-1990 y 2006-2010) evalúan aprovechar el aval constitucional para optar por la Presidencia de nuevo en el 2018.
La oposición tiene su lectura sobre el no que Solís le planta a la reelección.
Rolando González, diputado de Liberación Nacional (PLN), comentó que para entender lo dicho por el presidente hay que analizar el contexto actual, en el que gobierna con una popularidad reducida.
“Hoy no es solo que no quiera, sino que no tiene ninguna posibilidad de reelegirse”, afirmó.
Mario Redondo, de Alianza Demócrata Cristiana, opinó que no es momento de hablar de la reelección, sino de que el presidente y todos los políticos se concentren para buscar soluciones a los “serios” problemas del país.
