El alza salarial satisfizo al sector público, el incremento presupuestario complació a las universidades, el número de pensiones del Régimen No Contributivo crecerá un 15% y así seguirá, porque “este es un gobierno que invierte en la gente”, aunque Luis Guillermo Solís rechaza usar la palabra ‘gastón’.
El presidente asegura que hay dinero, aunque corre a subrayar que no es suficiente y que vendrá la hora de crear más impuestos. Sí cree, por ahora, que sus gastos son “responsables” porque el gobierno de Laura Chinchilla no vació las carteras. “El Estado no quedó desfalcado; nunca he dicho que me dejaran vacías las arcas”, afirmó en entrevista, la tarde del miércoles.
Reconoce como “preocupante” que el déficit fiscal supere el 6% del PIB, pero insiste en que hoy basta con mejorar el gasto público, eliminar la corrupción que señaló en su informe de los 100 días y esperar que la economía crezca, para elevar los ingresos públicos. Después, vendrá algún proyecto de tributos.
Por ahora, su prioridad es que el Estado mejore la imagen de inepto que él dibujó. Lo que quiere –dice– es recuperar ese Estado que invierte en la gente y, en todo caso, cree necesario “arriesgar” con inversiones para ver los resultados en el futuro, como con la educación.
Así habla Solís sentado en su despacho, en el que ya se siente cómodo. Se le ve más peso que el 8 de mayo. Llevaba corbata tricolor y un pin con la bandera de Costa Rica. Dice que su meta es hacer que el bien común se imponga sobre el sectarismo vigente.
¿No va a repetir más esa frase de ‘verla venir y bailar con ella’?
No, se prestó para muchas cosas, que no quiero que se repitan. Quise decir que había cosas, cuya magnitud yo no conocía. Nunca me imaginé que la desatención de la clase política fuese tan grande.
¿El último buen gobierno?
Más que un Gobierno, fue una época, en los setenta y ochenta. No es que los Gobiernos fueran desastrosos después de los ochenta, pero sí que el proceso se degradó.
¿Habla de neoliberalismo?
Bueno, hubo un cambio ideológico, sin duda. Hubo apertura y globalización y cambió el modelo de Estado de bienestar que Costa Rica desarrolló. Se abandonó ese modelo y hubo un deterioro en la ética y en la capacidad gestora del Estado; ahora es un Estado inepto.
¿Hay ahora un pequeño viraje hacia la izquierda?
Recuperar el Estado social de derecho es recuperar el centro costarricense. Nunca hemos tenido miedo a un Estado benefactor y potente. Hay que recuperar la conciencia de que hay que invertir en la gente, y eso es algo que no habíamos hecho desde hace mucho, por el modelo de desarrollo y por la ineficiencia. Hay programas clientelares que no estaban cumpliendo.
¿Tiene certeza de cuáles sectores lo apoyan y cuáles no?
No, porque algunos pueden ayudar hoy y ya mañana no. Algunos estaban encantados con el Gobierno cuando fui a Nueva York y Washington a defender el modelo de atraer inversiones y hoy están muy en desacuerdo por otras razones. Mi responsabilidad es hablar desde el bien común, que a veces se opone al bien de los sectores.
¿Tanto sectarismo hay?
Puede ser. Costa Rica tiene que hacer un ejercicio extraordinario de generosidad. Me atormenta la idea de entramparnos en un debate que lleve a una fragmentación abusiva de los sectores, en detrimento del interés general.
No señaló errores suyos en el informe de los 100 días.
Bueno, en sentido general sí. Dije que todos somos culpables de algo, por acción u omisión. Habrá una oportunidad en mayo, porque prometí que al año de mi gobierno iba a revisar el desempeño de ministros y presidentes ejecutivos.
¿No puede identificar, entonces, un error suyo?
Probablemente ha habido no uno, sino varios. Errores de juicio, decisiones demasiado tarde… pero es muy poco tiempo lo que hemos gobernado y la velocidad con que entramos(...) se hace difícil (...). Tuvimos apenas un mes para una transición de gobierno y eso generó una presión enorme sobre un partido que nunca había gobernado, un presidente que no había estado antes y ministros que nunca habían sido ministros. Las horas de vuelo cuentan en política y ahora me siento más cómodo en el despacho.
Resumiendo lo que usted presenta como logros quedamos en atender conflictos o evitar otros, además de más gasto social.
Y me parece bueno para el país que se haya aplanado la tarifa eléctrica, para tener tranquilidad…
¿Tranquilidad? Igual va a aumentar, aunque ya no de golpe.
- Pero es un esfuerzo importante. ¡Viera cómo costó hacerlo! Otro tema: la regularización del tipo de cambio, que el Banco Central logró rápido. Eso tranquilizó a sectores importantes de la economía.
Parece ser un gobierno ‘gastón’, con ese presupuesto del 2015.
Yo prefiero ver esos gastos como inversiones y ese gobierno ‘gastón’ como un gobierno responsable con la gente. Además, buena parte de las inversiones tienen que ver con la maduración de créditos que vienen del año 2000. Hay casi un 30% para atender esas obligaciones.
¿Había dinero para elevar así el presupuesto universitario?
Son recursos que se han administrado bien. Había también recursos de eurobonos y una serie de instrumentos de la administración anterior. No estaba el Estado desfalcado; nunca he dicho que me dejaran las arcas vacías; no me dejaron vacías las arcas, ni mucho menos. Además somos un gobierno que sabe que tiene que arriesgar; uno tiene que apostar más allá de lo inmediato. Tenemos que arriesgar, para generar más inversión que produzca trabajo de buena calidad en el futuro y, eso, cuesta.
Dice usted que las arcas no quedaron vacías , pero el déficit es mayor al 6% y no se ve un plan fiscal.
Sí hay plata, pero no alcanza, por eso el déficit. Es un momento de déficit alto, pero no es el único momento de déficit alto, aunque sí es preocupante y lo sabíamos. Nuestra opción es no elevar impuestos hasta no dar certeza de que la plata se va a usar bien. Comprenderá que muy poca gente, habiendo visto el informe de los 100 días, querrá darle plata al Estado. Quiero tener autoridad moral para pedir al pueblo pasar de una carga fiscal de 13% a 20%, en la próxima década.
¿A cuánto la llevaría?
No lo sé, eso dependerá de cuánto crezca la economía. La mejor reforma fiscal es una economía sólida y espero que la economía crezca más rápido. No podemos ir a una reforma fiscal para un Estado sin eficiencia, corrupto y desconfiable. Hoy no confían en ese Estado.
¿Cómo va la economía?
Bastante bien en materia de inversiones y en el orden macroeconómico... y, bueno, va bien en lo social. Tengo una esperanza muy grande de que vamos a hacer una marca como pocos gobiernos en la historia de Costa Rica en programas de lucha contra la pobreza.
¿Medidas fiscales concretas?
Hacienda está activa luchando contra la evasión.
Claro, pero ese es su trabajo.
No es poca cosa en un país donde la evasión supera la recaudación.
¿Va a crecer la deuda externa?
Es probable. Si se concreta el acuerdo de la CCSS con Hacienda para pagar a la CCSS la mora del Estado; eso requerirá una deuda de largo plazo y bajo interés y tendría un efecto maravilloso en la CCSS con un buen plan de inversión. El ministro de Hacienda (Helio Fallas) está en Washington explorando esas posibilidades.
¿Siente que recibe más críticas de las que merece?
Más que las críticas, que son naturales, veo una impaciencia inducida, adicional a la que yo motivé en la campaña. Hay una impaciencia inducida de sectores, tirando a la gente en la calle y algunos medios de comunicación solo enseñando presuntas contradicciones y presuntos atrasos de manera muy… a veces poco precisa, incluso con falsedades. Hay como una exacerbación de una crisis que no existe.
¿Quién lleva gente a la calle?
Dirigentes comunales vinculados, a veces, a partidos políticos, pero la mayor parte vinculados a sectores pequeños de constructores que presionan a Vivienda para que actúe como en el pasado. También en transportes hay algo de eso.
¿No cree que la gente necesite ver una obra contundente ya?
Las fotos las vamos a empezar a tomar a finales de año. El trabajo ha sido de ordenamiento, limpieza del terreno y establecer equipos.
¿Ajustes en el gabinete?
Todavía no.
¿Arrancó perfecto?
No sé, pero sí muy satisfactorio.
¿Cómo califica la gestión del ministro de la Presidencia (Melvin Jiménez)?
La más alta. Ha sido determinante para prevenir conflictos sociales y ha coordinado la puesta en marcha del equipo de gobierno.
Sería un golpe fuerte si la Sala IV falla contra el nombramiento.
Habría distintas opciones para resolver ese asunto, pero nadie es imprescindible. Lo doloroso sería poner a un hombre como él en la tesitura de tener que renunciar a su ministerio (obispo luterano) para servir al país.
¿No es esto preparar el terreno a la posibilidad de que él se vaya?
Para nada. Ayer (el martes) mismo le ratifiqué mi confianza.
¿ Cómo sobrelleva usted tener a don Ottón Solís de diputado?
¡Muy bien! Ottón Solís está comportándose tan recio como siempre. Él juega un papel importante en el PAC. A veces no estamos de acuerdo, pero no veo en él un adversario ni que haga daño al gobierno.
¿Necesita a Víctor Morales Z.?
No lo necesito yo, lo necesita la Asamblea. Ojalá hubiera más diputados con esa capacidad de construir acuerdos interpartidarios.
¿Es este un gobierno del PAC?
Sí, dicho con respeto porque no puedo ser beligerante, pero me eligieron bajo esa bandera. Somos cónsonos con los valores del PAC.
Dice el presidente del PAC (Rodrigo Alberto Carazo, ahora expresidente) que no lo es.
Esa es la opinión del presidente del Partido; usted me pidió la mía.
¿Tener una figura del PLN?
Tenemos diálogo con liberacionistas muy razonables; me lo reservo porque no lo hacen para aparecer. Pero tener a alguien de manera visible, es poco realista.
¿Por qué no?
Podría ser en el futuro, después de los primeros 10 minutos del partido y pasada un poco la pasión.
¿Estamos en el minuto 10?
No, estamos en el minuto cinco del partido.