La Cascada de Cutris, San Carlos. En la pequeña escuelita de La Cascada de Cutris, en este cantón alajuelense, solo hay una alumna: Noelia García Alemán, de diez años, quien cursa cuarto grado. Marvin Cabalceta es su maestro.
La Cascada es uno de los 19 centros de primaria del país con solo un estudiante en sus aulas. La cantidad de escuelas, con esas características, pasó de solo dos, en el 2000, a 19 el año pasado, según información del Ministerio de Educación Pública (MEP).
Esa institución invierte, anualmente, casi ¢200 millones en la cancelación de los salarios de los 19 docentes responsables de educar a estos menores.
A diferencia de otras escuelas, los docentes, a cargo de aquellas con un solo estudiante, son responsables de impartir todo el plan educativo. No tienen ni patronato ni junta de educación, como sí los hay en el resto de escuelas, explicó Mario Mora, viceministro del MEP.
El MEP los abre para garantizar el derecho a la educación de la mayor cantidad posible de menores, sobre todo, aquellos que demuestran la imposibilidad de asistir a una escuela de mayor capacidad.
Un cambio. Para Noelia, esta será su primera vez sin compañeros con quienes jugar en el recreo o compartir en el aula. Los tuvo hasta el año anterior, pero unos ya terminaron la primaria y otros se marcharon del pueblo.
La niña recorre, a caballo, los dos kilómetros que separan su humilde vivienda de madera, situada en lo alto de una colina, del centro educativo.
Su padre, Gerardo García, de 45 años, es un humilde productor agropecuario. Él afirma que es un privilegio que Noelia sea la única alumna de la escuela.
La niña da por un hecho que resentirá la ausencia de sus antiguos compañeros y dice que hará todo el esfuerzo posible para responder, con buenas calificaciones, al esfuerzo que hace el Gobierno para mantener la escuela abierta.
“Mi hija es una buena estudiante, el promedio de sus notas es de 90 hacia arriba y el hecho de que será alumna única la obligará a rendir más, pues ella entiende que va a tener al maestro evaluándola constantemente”, comentó García.
La Supervisión educativa del Circuito 12 informó que otra escuela con escaza matrícula es la de la Azucena de Pocosol con solamente dos educandos.
Carencias. Estas escuelas se clasifican como unidocentes. En general, son centros educativos con muchas carencias, como la falta de mantenimiento de sus edificios y la pobreza de las comunidades.
En la zona norte, sobran los ejemplos de escuelas unidocentes en pésimo estado; particularmente en Cutris y Pocosol de San Carlos.
El señalamiento lo hacen dirigentes como Mario Cambronero, quien durante tres años insistió en conseguir que les construyeran una nueva planta física para el Centro Educativo de Chorreras.
En un recorrido por la zona próxima a la frontera con Nicaragua, La Nación verificó el avanzado deterioro en que están aulas y comedores de Chamorro, El Jardín y Paraíso de Cutris, La Azucena y Rancho Quemado de Pocosol.
Techos, paredes y ventanales están destruidos; igual sucede con el comedor. Docentes y alumnos deben luchar contra las goteras, el comején y otras incomodidades.
Las aulas ya no son aptas para las funciones que deben desempeñar los educadores y alumnos.Los habitantes de Rancho Quemado tienen alrededor de tres años de gestionar ante el Ministerio de Educación Pública la remodelación del plantel o la construcción de uno nuevo pero a la fecha nada han conseguido, dijo la directora María Angélica Vázquez.Cuando llueve abundan las goteras y cuando el sol es muy fuerte, hay que trabajar fuera del aula debido al calor insoportable, explicó Vázquez.Además no tienen agua potable por lo que los niños deben traer el líquido de sus casas.
“Lo positivo de estas escuelas es que se abrieron en comunidades muy alejadas con la intención de que ningún niño se quede analfabeto. Hay que reconocer que el Estado hace un gran esfuerzo para que sigan funcionando”, dijo el profesor Emiliano Prado.