Escuchar“Vea, para un negocio que vende ¢30.000, promedio diario, y de eso el 10% es licor, en los treinta días del mes saca solo ¢90.000 por concepto de licor”.
La matemática la hace Ana Teresa Vásquez, directora ejecutiva de la Cámara de Detallistas y concluye que esos ¢270.000 trimestrales por concepto de ventas de licor son inferiores al costo que tiene esa licencia, por el que cada tres meses deben pagar ¢379.800.
“Lo lógico sería que nos cobraran de acuerdo a la facturación mensual por licor que hace cada negocio, tal como hacen con la patente comercial”, señaló Vásquez.
El principal reclamo de los patentados es que la ley no hace consideraciones con base en la capacidad de pago de cada local. Las zonas rurales reclaman que también deben hacerse consideraciones, pues ellos tienen menos movimiento.
“Una cantina de un pueblito, que abre solo fines de semana, tiene que pagar igual todo el rubro”, explicó Geinier Alvarado, regidor de Pérez Zeledón, quien confirmó que el Concejo Municipal del cantón suspendió, temporalmente, el cobro de las patentes.
Sin embargo, también en la Gran Área Metropolitana los negocios están resintiendo el cobro. Johan García, quien pagó en abril ¢758.800 por la cuota del último trimestre de 2012 y el primero de este año, ahora debe pagar otros ¢379.400 en julio.
“Mientras que yo le saco ¢125 a una cerveza, usted ve los negocios de Plaza Lincoln que ganan más de ¢1.000 por cada una. ¿Cómo le van a cobrar igual que a mí?, pregunta el comerciante tibaseño.
La Cámara de Detallistas determinó que el promedio de sus afiliados vende entre el 8% y el 14% de productos con contenido alcohólico. Sin embargo, no pueden renunciar a la patente, pues es gancho para otras ventas y, además, ventaja competitiva.
