Brasilia. EFE. Cuando ayer faltaban dos días para que los brasileños acudieran a las urnas , las únicas dudas parecían ser si habrá segunda vuelta y, en ese caso, quién enfrentará a la presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff.
Las últimas encuestas han despejado un panorama que, hasta hace solo dos semanas, apuntaba hacia el que pudiera ser el proceso más reñido e imprevisible de la historia electoral brasileña.
Hoy, sin embargo, los sondeos dicen que el pleito se resume a la disputa por el segundo lugar entre la ecologista Marina Silva y el socialdemócrata Aécio Neves, a quienes Rousseff aventaja por más de 15 puntos porcentuales, pero sin llegar a superar el preceptivo 50%, lo cual llevaría la definición a una segunda cita con las urnas.
Hace poco más de un mes, la irrupción como candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB) de Marina Silva, escogida para sustituir al anterior abanderado Eduardo Campos, fallecido en un accidente aéreo , revolucionó un escenario que indicaba una clara preferencia del electorado por darle a Rousseff un segundo mandato.
Hasta entonces, Rousseff lideraba con gran comodidad todas las encuestas, pero Silva recibió un enorme apoyo inicial, que muchos analistas atribuyeron al impacto y la emoción por la tragedia.
Los sondeos que siguieron parecieron desmentir esas hipótesis y la ecologista se disparó en las preferencias. Muchas encuestas llegaron a atribuirle hasta siete puntos de ventaja sobre la gobernante.
En retroceso. Sus problemas comenzaron cuando asumió el programa de gobierno elaborado por Campos, que alteró al día siguiente de haberlo presentado en público.
La primera polémica surgió cuando eliminó del programa de Campos el apoyo al casamiento entre personas del mismo sexo y la intención de promover leyes que penalicen la homofobia.
Silva perdió el respaldo que el PSB tenía en los movimientos gais, que se calcula que representan a unas 20 millones de personas, aunque ganó apoyo entre los otros 20 millones de fieles evangélicos, con quienes comparte fe y doctrina.
Si esa polémica dejaba las cosas más o menos equilibradas, no sucedió así con otras propuestas de Silva, que sembraron discordias en el propio PSB y dieron pie [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20141003_0006]]a Rousseff[[END:INLINEREF]] y a Neves para poner en evidencia debilidades de su oferta electoral.
En el plano económico, propuso dotar de independencia al Banco Central, un modelo que ganó fuerza en el mundo en los tiempos del “Consenso de Washington”, pero que desde el estallido de la actual crisis global se cuestiona en Estados Unidos y en Europa.
También se desinfló su intención de dirigir al país sin los partidos y encargar a un “comité de búsqueda de hombres de bien” la elección de los “mejores” de cada formación para su gobierno.
El [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20141003_0005]]apoyo a Silva[[END:INLINEREF]] cayó con la misma velocidad con que había subido.
Esa tendencia, reflejada en las encuestas durante las últimas dos semanas, fue ratificada por dos sondeos difundidos el jueves.
Fueron publicados por el instituto Ibope y la firma Datafolha y ambos coincidieron en que Rousseff ganará la primera vuelta del domingo con un 40 % de los votos.
Según Ibope, Marina Silva obtendrá un 24 % y Neves quedará en tercer lugar con 19 %. El resultado de Datafolha fue similar y le atribuyó el mismo 24 % a Silva, aunque elevó la intención de voto de Neves al 21 %.
Esos resultados llevarían a una segunda vuelta, prevista para el 26 de octubre, en la que ambos sondeos indicaron que Rousseff será reelegida con una ventaja de entre siete y nueve puntos porcentuales sobre Silva o Neves.
La encuesta de Ibope, sin embargo, fue más allá en su estudio e hizo un análisis sobre los sufragios válidos, que excluyó a quienes manifiestan la intención de anular su voto o votar en blanco.
En ese escenario, la votación de los tres candidatos aumentaría entre dos y tres puntos y Rousseff llegaría a un 47 %, lo cual la dejaría a las puertas de ser reelegida el mismo domingo.