Moscú. EFE. Los separatistas prorrusos reforzaron su poder de cara a unas futuras negociaciones de paz en el este de Ucrania con unas controvertidas elecciones que fueron reconocidas ayer por Rusia, pero condenadas al mismo tiempo por Kiev y Occidente.
“Respetamos la voluntad popular de los habitantes del sureste de Ucrania”, informó la Cancillería rusa en un comunicado emitido tras el cierre de los colegios en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, controladas parcialmente por los separatistas.
Rusia respaldó de inmediato la votación del domingo y adujo que los rebeldes necesitaban contar con unos líderes democráticamente elegidos, mientras Kiev y la Unión Europea condenaron las elecciones, al considerar que ponen en peligro el arreglo pacífico del conflicto y son un paso más en la escisión de esos territorios.
“Al día de hoy, todos estamos de acuerdo en que no hay una solución militar para el conflicto en el este de Ucrania. El diálogo presupone la participación de representantes de ambos bandos en conflicto, para lo que necesitan un mandato y una legitimidad”, aseguró Vladimir Chizhov, embajador ruso ante la Unión Europea.
Aunque se cuidaron mucho en hablar de independencia, los dirigentes prorrusos reforzaron sus posiciones secesionistas de cara a una nueva ronda de negociaciones con Kiev, que debería celebrarse pronto en Minsk, al lograr una clara victoria en las urnas.
El resultado era lo de menos, ya que estaba escrito que los rebeldes que dirigen desde agosto las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, serían elegidos por mayoría.
Alexánder Zajárchenko, de 38 años, encabezó la defensa de Donetsk e incluso resultó herido en combates contra las fuerzas leales a Kiev; mientras Igor Plotnitski, de 50, fue el primer ministro de Defensa de la separatista Lugansk.
En cuanto a la legitimidad de la que habla Rusia, la realidad es que en Donetsk votó poco más de un millón de personas, cuando el censo electoral es de 3,3 millones, según la Comisión Electoral Central.
Mientras, en la vecina Lugansk votaron unas 700.000 personas, cuando el censo es de millón y medio, aunque los separatistas utilizaron el voto electrónico para animar a votar a los residentes.
Kiev considera ilegales las elecciones puesto que la ley de autogobierno que concede a los insurgentes tres años de autonomía, ya contemplaba esa posibilidad al convocar elecciones locales en las zonas rebeldes para el 7 de diciembre.