Madrid
Una abuela con la muñeca rota, un político independentista golpeado con una porra en la frente. Algunos de los heridos el domingo en Cataluña intentando defender el referendo de autodeterminación prohibido relatan su experiencia ante las fuerzas de seguridad.
Las escenas de violencia policial dieron la vuelta al mundo, suscitando una viva polémica por lo que los críticos definieron como "uso desproporcionado" de la fuerza por Madrid y "la humillación" de unos votantes –a veces ancianos– tratados con brutalidad.
El lunes, cuatro personas seguían hospitalizadas, dos de ellas en "estado grave pero estable": un hombre de unos 70 años que sufrió un ataque al corazón en Lérida y otro que recibió una pelota de goma en el ojo en Barcelona.
El gobierno independentista catalán elevó el lunes a 893 el saldo de personas que pidieron atención médica.
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Este balance fue inmediatamente puesto en duda por el Partido Popular (PP, en el poder en Madrid), que lo acusó de manipular las cifras para "victimizar el independentismo".
Por su parte, el Ministerio del Interior aumentó el lunes a 431 el número de polícias y guardias civiles heridos, precisando que solo 39 necesitaron asistencia médica.
Magdalena Clarena Dabant, de 70 años, extejedora de una fábrica textil, tiene un brazo enyesado desde que practicó "la resistencia pasiva" en la plaza de la iglesia de su pueblo natal de Fonollosa (300 habitantes) para impedir la incautación de una urna.
"Estábamos haciendo cola tranquilamente para votar. Llegaron Guardias Civiles, por lo menos 60... Muchos de los habitantes se sentaron en el suelo, delante de la puerta para impedir el paso. Yo, en una silla en la plaza... Me dijeron que me saliese de allí, yo les dije: 'estoy sentada y no me quiero mover'. Me cogieron de malas maneras por el brazo, fuerte".
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"Caí en medio de la plaza, fui al hospital, me dijeron que tenía la muñeca rota, con semanas de yeso... Hubo dos heridos más que habían presentado resistencia pacífica también, pero ellos solo tienen unas contusiones. Aquí las porras no las hicieron servir. Pero para mí fue brutal, fue como en tiempos de la dictadura (de Francisco Franco, 1939-1975)".
"Yo iba a votar feliz. Primero no pudimos votar, nos cogieron la urna. Pero fuimos a votar al pueblo vecino".
En Barcelona, la Policía Nacional irrumpió –entre otras– en la escuela Ramón Llull, para confiscar las urnas. David Pujol, profesor de 37 años, participaba en una sentada cerca de allí.
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"Estábamos a 200 metros de la escuela. Había unas 450 personas sentadas en el suelo en una actitud no violenta, chillando 'no peguéis'. La Policía antidisturbios empezó a cargar y pegar con las porras (...) y disparar pelotas de goma, primero al aire y después a la gente. Una de ella impactó a un hombre en la cara, justo delante de mí".
"Fuimos hacia él para levantarlo y protegerlo pero hubo un ruido muy grande, sentí un dolor en la pierna... En el hospital me dijeron, al ver mi herida de cinco centímetros, que había sido una pelota de goma".
En la ciudad de Tarragona (131.000 habitantes), los antidisturbios que iban a confiscar las urnas en un colegio se encontraron rodeados por manifestantes que les hacían retroceder gritando "fuera, fuera", según imágenes de videoaficionados.
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Sergi Albarán, de 44 años, presidente local del partido independentista de izquierdas ERC, prevé presentar una denuncia por una herida de 7 centímetros en la cabeza, confirmada por un certificado médico que la AFP pudo consultar.
"Los policías que habían llegado con decenas de vehículos ya habían cogido las urnas con votos dentro, en un instituto de Tarragona. Gritábamas 'marchaos', hubo momentos muy tensos. Los policías –20 más o menos– quedaron arrinconados, aislados, con centenares de manifestantes chillando. Ellos armados y nosotros no".
"Uno de los policías me golpeó con su escudo, otro me golpeó con la porra. Caí al suelo, tenía una herida en la frente, cuando nos dirigíamos a la ambulancia, uno de los policías me volvió a golpear. He tendio siete puntos entre la frente y la cabeza, y varios golpes en el cuerpo".