París. EFE. La oposición planteada en Francia contra la reforma laboral derivó este martes en un nuevo pulso entre el gobierno socialista y los sindicatos con una huelga de trenes.
A esta huelga seguirán protestas y paros en el metro y la aviación, que a tan solo diez días de la Eurocopa de fútbol, incrementan la presión social.
Los paros en la compañía pública francesa de ferrocarriles SNCF, “transportista oficial” de la competencia deportiva, comenzaron el martes y se anuncian prorrogables y, por lo tanto, ilimitados.
La empresa garantizó el funcionamiento de seis de cada diez trenes de alta velocidad y cuatro de cada diez en la periferia parisina, así como uno de cada dos regionales y uno de cada tres líneas de largo recorrido que no son de alta velocidad (Intercités).
La SNCF prometió también convoyes suplementarios para intentar elevar los niveles de tráfico anunciados.
El llamado a huelga fue promovido por tres sindicatos, con la CGT al frente, cuyo líder, Philippe Martínez, encarna el ala más dura contra el polémico proyecto de ley desde que a mediados de febrero se filtraron sus primeras disposiciones.
Consciente del daño que puede hacer a la imagen de Francia un país paralizado en un momento en que acaparará la atención mundial por la Eurocopa, el Gobierno intenta cerrar los frentes abiertos y, este fin de semana, el primer ministro, Manuel Valls, llamó a Martínez.
Al líder sindical se le atribuye una postura más conciliadora tras centrar su atención no tanto en el retiro de la ley, sino en cuatro de sus principales artículos, sobre todo el que privilegia los acuerdos dentro de la empresa a los convenios colectivos.
La posibilidad de un acercamiento real entre las partes, no obstante, está lejos de parecer garantizada: Valls mantuvo el martes que “recular sería una falta política” y expresó su voluntad de mantener el fondo del texto.
En esa misma línea, el presidente, François Hollande, reiteró, en una entrevista concedida al diario Sud Ouest, que no se va a retirar ni el proyecto de ley ni el mencionado artículo, defendido también por la organización patronal francesa Medef.
Aunque esta semana no hay manifestaciones, la huelga de trenes da paso a una compleja batería de paros: el jueves se sumarán los puertos y los transportes metropolitanos de París, y el viernes, los controladores aéreos.
La gran protesta nacional se reserva para el 14 de junio, un día después de la llegada del texto al Senado, donde será examinado hasta el 24 y se votará el 28 de ese mes, antes de volver a la Asamblea en caso de que se introduzcan allí cambios.
Ante la persistencia de los bloqueos, la patronal llamó el martes a todas las empresas que se vean afectadas por estos a presentar una denuncia, y destacó que en pleno siglo XXI no se pueden aceptar acciones “que impiden a los empleados desplazarse y añaden leña al fuego”.
El 57 % de los franceses creen que el gobierno va a acabar por ceder e introducir modificaciones, según la encuesta más reciente, aunque hay división sobre la pertinencia de suprimir el texto: el 46 % son partidarios de su eliminación y el 53 % abogan por conservarlo.
El debate se extendió al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presente el martes en París, quien defendió esa reforma al estimar que es “un mínimo de lo que hay que hacer”, pero evitó profundizar en este comentario al advertir contra los efectos de una excesiva flexibilidad laboral.