Garita Palmera, El Salvador
La milagrosa odisea de supervivencia protagonizada por un pescador salvadoreño, quien dice que estuvo a la deriva en el océano Pacífico durante 14 meses y medio, se convirtió para su madre y padre en otro milagro pues ambos habían perdido contacto con él desde hace ocho años y pensaban que su hijo había muerto desde hace tiempo.
La emotiva reacción de los padres José Salvador Alvarenga, de 37 años, fue de una inmensa alegría mezclada con lágrimas, lo que también podría ayudar a explicar cómo este salvadoreño se las ingenió para sobrevivir a mar abierto a borde de un bote descubierto por unos 12.500 kilómetros.
“Ya teníamos ocho años de no saber de él, creíamos que ya estaba muerto, este es un milagro, la gloria es para Dios” , dijo su madre María Julia Alvarenga Samayoa, de 59 años a The Associated Press.
Entre las preguntas que siguen sin respuesta sobre la historia del náufrago están cómo el fornido pescador sobrevivió en una zona donde solo pocos lo harían, por qué se ha olvidado de muchos detalles básicos de su vida y qué exactamente ocurrió con el adolescente que lo acompañaba y que él dice que murió en medio del oleaje.
Alvarenga fue hallado el fin de semana, semidesnudo, en un atolón de las Islas Marshall, sitas en el archipiélago de Micronesia, en el Pacífico sur.
Afición por la pesca. Su padre lo describió como un hombre joven, fuerte y robusto, con una devoción hacía el océano que lo llevó a buscarse la vida en el mar pescando desde los 14 años.
Su padre, José Ricardo Orellana, de 65 años, dijo el martes que cuando Alvarenga creció “me dijo: 'papa yo voy para México, es que la pesca es mejor, quiero algo mejor para vivir'''.
Sobre la fortaleza de Alvarenga, su madre dijo que José Salvador tenía cuerpo doble, pero era bien portado, con nosotros era muy obediente“ .
Los padres también dijeron que su apodo de la infancia era Cerilo, que coincide con el nombre de un hombre registrado como desaparecido por funcionarios de la defensa civil mexicana durante una tormenta en noviembre del 2012.
La madre dijo que sus otros hijos ya sabían de la odisea del naufragio y su supervivencia, pero no quisieron decirle. "Es que yo padezco de la presión", explicó.