Tegucigalpa. AFP Un saldo provisorio de 26 muertos y casi 40.000 enfermos es el balance de un inusualmente fuerte brote de dengue que azota América Central cuando ni siquiera promedia la temporada de lluvias y la enfermedad toma mayor fuerza por la proliferación de los mosquitos portadores.
Honduras con 15 casos mortales y Nicaragua con otros cinco, lideran la estadística de fallecidos, mientras Costa Rica suma 17.000 enfermos, lo que la pone al tope de la cantidad de afectados, incluso cuadruplicando a países con mucha mayor población.
Con un clima cálido y húmedo todo el año y un régimen de lluvias que puede superar los 3.000 milímetros según las zonas, la región es ideal para la proliferación de los mosquitos portadores en cualquiera de sus cuatro cepas conocidas.
Ese caldo de cultivo se agrava por la precariedad en que viven los 20 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (la mitad de la población total) y la desidia de millones en eliminar las aguas estancadas donde se reproduce el mosquito portador, se lamentan, impotentes, las autoridades.
La Comisión Permanente de Contingencias de Honduras (Copeco) repite una y otra vez a la población la consigna básica: “Sin criaderos no hay zancudos y sin zancudos no hay dengue”.
Detrás de estas preocupaciones subyace el recuerdo del 2010, cuando el dengue cobró 83 muertos.
La epidemia de este año, a la luz de las estadísticas oficiales que suministra cada país, únicamente parece haber “perdonado” a Panamá, que solo contabiliza 300 enfermos y ningún caso mortal, pese a que sus extendidas selvas, altas temperaturas y abundantes lluvias también delinean un caldo de cultivo ideal para los “zancudos”.
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