
Tokio
En un modesto zoológico entre las pequeñas jaulas de búhos y mapaches, la elefanta más vieja de Japón está de pie en un encierro de concreto casi del tamaño de media cancha de baloncesto. Bebe agua azucarada de una cubeta y mastica plátanos con el último diente que le queda mientras se debate el lugar en donde deberá vivir sus últimos años.

Una petición por internet pide que sea trasladada a un santuario tailandés, para que viva en un hábitat natural y verde, en donde pueda pasear con elefantes en manada, no sola en un encierro de concreto con una pequeña piscina que casi nunca usa y una construcción cercana para que pase la noche.

El Parque Zoológico Inokashira reconoce que no está equipado para tener un elefante. Hanako será la última, dijo el vicedirector y conservador general Hidemasa Hori.
Pero Hori insistió que el zoológico sabe mejor cómo cuidarla. A la avejentada elefanta no le gustan los cambios y cree que no debe ser trasladada. "Es demasiado tarde para Hanako" , dijo Hori.
