Washington. EFE. La demanda del traje de protección usado contra el ébola se dispara con el avance de la epidemia, mientras en organizaciones y centros sanitarios se imparten cursos sobre su uso porque es un equipamiento que solo evita el contagio si se sigue estrictamente el protocolo adecuado.
El fabricante estadounidense DuPont, cuyos trajes de protección utilizan organizaciones como Médicos sin Fronteras (MSF) , ha triplicado su producción con el brote de la enfermedad en África occidental.
Kimberly-Clark, otra empresa de Estados Unidos dedicada al material de protección, también ha registrado un repunte en sus ventas, mientras que Lakeland Industries ha visto cómo se disparaban sus acciones en bolsa.
En Amazon están disponibles varios modelos de monos protectores de DuPont que oscilan entre los $10 y los $200 en función de su nivel de protección, mientras que MSF adquiere cada equipo de protección individual (EPI) completo a una media de $52.
El EPI establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para tratar el ébola debe cubrir toda la superficie corporal e incluir un mono impermeable a los fluidos corporales, guantes, máscara, gafas y botas.
“Cuando se atiende a un paciente con ébola o en cuarentena por sospecha de que tenga la enfermedad hay que llevar el traje completo: mono, delantal, capucha, guantes, gafas y botas”, explicó Olimpia de la Rosa, quien ha trabajado en África en esta y otras epidemias como coordinadora médica de Unidad de Emergencias de Médicos sin Fronteras (MSF).
“También cuando se trasladan enfermos y cadáveres o se manipulan residuos contaminados”.
La doctora subrayó que no hay un “traje para el ébola”, sino que el EPI que se emplea es el de máxima protección, que se usa en zonas de África afectadas por la fiebre de Lassa u otros padecimientos.
“Hay elementos del traje que se usan habitualmente en hospitales o cuando se tratan otras enfermedades, como los guantes o las batas, pero las capuchas son poco habituales fuera de laboratorios y los monos se usan solo en situaciones de máximo riesgo como esta”, precisó De la Rosa, que trabajó en Liberia en julio y en otros brotes de ébola anteriores en Uganda y Congo.
Una de las claves de la protección frente a esta enfermedad, que se contagia por el contacto con los fluidos corporales de un infectado, es la porosidad y resistencia de los monos especiales que usan los trabajadores sanitarios.
“No solo se escoge el modelo de traje por su resistencia a los líquidos, sino también en función del tamaño de virus que podría pasar a través de los poros de material. Nuestro estándar no deja pasar materia de más de 27 nanómetros, y el virus del ébola tiene 84”, explica la médica.
Los EPI disponibles hasta el momento son “muy incómodos” para los trabajadores sanitarios porque con los movimientos la sensación se hace sofocante dentro del traje.
Esto hace que cada equipo pueda usarse como máximo durante hora y media o dos horas, o menos cuando el tiempo es muy caluroso y húmedo, lo que no solo dificulta la labor de los especialistas, sino que también multiplica el número de trajes necesarios para afrontar la epidemia.