Saná. AP La capital yemení fue ayer escenario de intensas batallas en varios puntos mientras las poderosas tribus del país advirtieron que podría desatarse una guerra civil a menos que el asediado presidente Alí Abdalá Saleh renuncie.
Al menos 28 personas murieron, según el Gobierno, y el número de decesos en cuatro días de luchas se acercaba a los 110.
Las batallas, en las que participan miembros de la tribu más grande de Yemen, plantean el desafío más importante al régimen de Saleh, después de tres meses de manifestaciones callejeras y un fracasado intento de mediación árabe para que el mandatario dejara el cargo luego de 32 años.
Las tribus de Yemen cuentan con milicias bien armadas y pueden aprovechar lealtades tradicionales de clanes, algo que podría inclinar la balanza contra el Gobierno de Saleh.
Según las antiguas tradiciones de Yemen, los líderes tribales pueden pedir que sus miembros sigan sus órdenes por encima de cualquier otra autoridad. Potencialmente, esto da a los jefes tribales la facultad de ordenar a los soldados del Gobierno que también pertenecen a sus clanes que deserten de las filas oficiales.
No había señales evidentes de deserciones masivas de las tropas leales a Saleh, pero algunos comandantes clave se han cambiado a la oposición. El líder de la tribu más grande de Yemen, el jeque Sadeq al-Ahmar, advirtió que Saleh tenía la alternativa de renunciar o ser considerado responsable de arrastrar al país a una guerra civil.
En tanto, Estados Unidos condenó la violencia y reiteró su llamado a una transición política pacífica.
Aunque Saleh ha sido un tradicional aliado de Estados Unidos, el gobierno de Barack Obama considera que la salida del mandatario es necesaria.
Para complicar más el panorama, economistas estiman que la economía del país más pobre de la península arábiga está al borde del colapso después de cuatro meses de manifestaciones.
Las protestas paralizan la actividad económica, aumentan el déficit presupuestario y ahuyentan la ayuda exterior. El efecto más visible es la disminución del suministro de productos petroleros después de que un grupo de hombres armados de tribus del sur destruyera un oleoducto en abril, que hace perder al país entre $300 y $400 millones mensuales.
Yemen exportaba diariamente 105.000 barriles de petróleo.