El temor a fraude, la poca participación y los ataques talibanes (además de la nieve que, en algunos lugares, ya cae) lleva a algunos expertos a pedir un aplazamiento de varios meses o un acuerdo entre los principales candidatos, el presidente saliente Hamid Karzai y su excanciller Abdulá Abdulá.
“La saga de las elecciones afganas no ha terminado. Tendremos los mismos problemas que en la primera vuelta”, advierte Harun Mir, director del Centro afgano de investigación y estudios políticos.
Karzai aceptó esta semana una segunda vuelta, tras revelarse que una tercera parte de los votos que logró el 20 de agosto eran fraudulentos, con lo que su resultado cayó ligeramente por debajo del 50%. Abdulá obtuvo en torno al 30%.
Naciones Unidas, que financia la elección, ha previsto $ 380 millones para las dos vueltas y una nube de expertos que persigue otorgar credibilidad al proceso.
Sin embargo, en lugar de mostrar a Afganistán como una democracia embrionaria, la primera ronda mostró la corrupción endémica y la arbitrariedad del Estado.
Cerca de 1,3 millones de sufragios fueron declarados fraudulentos, sobre un total de 5,66 millones.
Harun Mir piensa que la participación será aún más baja en la segunda vuelta que en la primera (cuando alcanzó 39%), porque desde entonces “la seguridad en Afganistán se ha degradado”.
El candidato que ocupó el tercer lugar, Ramazan Bashardost, dijo que valora pedir a los votantes boicotear la segunda vuelta, en protesta por la corrupción.
Además, “ya nieva en algunos lugares, por lo que es probable que la Comisión Electoral será capaz de llevar hasta allí las papeletas”, dijo la diputada Shukria Barakzai.