Hasta en dos ocasiones, primero en privado y después en público, la monarca y el “número dos” del Sinn Fein, antiguo brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA) , estrecharon sus manos para dejar una instantánea difícil de imaginar hace apenas 15 años, tras la firma del acuerdo de paz del Viernes Santo .
En su visita a la región, primera en una década, la reina comprobó que Irlanda del Norte es hoy un lugar diferente, como lo demuestra el hecho de que ha llegado a saludar, cara a cara, al representante de un partido político cuyo brazo paramilitar la tuvo en el punto de mira durante el pasado conflicto.
A puerta cerrada, la monarca tuvo un primer encuentro, de apenas cinco minutos, con McGuinness en el Teatro Lírico de la capital norirlandesa, en un evento planeado por la organización “Co-operation Ireland”, al que también asistieron el ministro principal norirlandés, el unionista Peter Robinson, y el presidente de la República de Irlanda, Michael D. Higgins.
Según un portavoz del Sinn Fein, el excomandante, adjunto ahora de Robinson en el Gobierno de poder compartido en el Ulster, recordó a Isabel II la importancia que tuvo su visita el pasado año a la República, a la que, no obstante, se opuso la formación republicana por considerarla prematura.
Sin embargo, la reina habló del sufrimiento causado a todas las víctimas del conflicto, incluidas aquellas provocadas por fuerzas de seguridad norirlandesas y británicas y por los grupos paramilitares.
Ya en público, las cámaras registraronel segundo apretón de manos entre la soberana y McGuinness, sonrientes ambos.
La visita de Isabel II concluyó con una fiesta multitudinaria en el castillo de Stormont –sede del Parlamento autónomo y donde se firmó el acuerdo de paz del Viernes Santo–, a la que asistieron casi 20.000 personas.