Moscú. AFP. El 25 de diciembre de 1991, el presidente soviético Mijaíl Gorbachov anunció su dimisión ante la televisión, poniendo punto final a siete décadas de imperio comunista y a un orden mundial basado en la rivalidad con Estados Unidos.
“Viendo la situación (...), dejo de ejercer mis funciones en el cargo”, expresó Gorbachov en la declaración histórica que concluía meses de agonía del régimen soviético. Después de su partida, la bandera roja con la hoz y el martillo era retirada del Kremlin.
Así se extinguió el imperio comunista que desempeñó un papel fundamental en la victoria contra los nazis y envió al primer hombre al espacio, pero cuyos dirigentes eliminaron a millones de sus conciudadanos.
Asimismo, era el fin definitivo de la Guerra Fría y de un mundo bipolar, dando paso a un panorama en el que Estados Unidos era la única superpotencia mundial.
La mayoría de las 15 repúblicas soviéticas se convertían en independientes por primera vez en su historia y se veían ante el desafío de crear una identidad nacional y una economía sólida, objetivos que muchas aún no han logrado. Por su lado, Rusia sufre por haber perdido su condición de superpotencia.
El hombre fuerte del país, Vladimir Putin, presidente entre 2000 y 2008 y actualmente primer ministro, que anunció que intentará volver al Kremlin en la elección presidencial de marzo de 2012, ha venido mostrando de forma cada vez más abierta su nostalgia por la URSS.
La Unión Soviética no era otra cosa que “la gran Rusia”, declaró Putin, alimentando el nacionalismo de los rusos y en un momento delicado para su gobierno, por las acusaciones de fraude en las legislativas de comienzos de diciembre, que ganó su partido.
Después de varias tentativas de reformas liberales primero entusiastas y luego impopulares bajo la presidencia de Boris Yeltsin, Rusia mira al pasado desde la llegada al poder de Putin, que en el 2005 calificó la desaparición de la URSS como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”.
El exagente de la KGB recuperó el himno soviético, impuso un control del Estado sobre los medios de comunicación y dio a Rusia un papel preponderante para federar a su alrededor a sus antiguos satélites.