“Del seno de la Corporación Arrocera Nacional (Conarroz) no va a salir ninguna reforma que beneficie a los productores, porque no tienen interés”. Así, con claridad, se refirió Óscar Campos Chavarría, a varios temas de la situación del grano, el producto de más consumo y de más polémica en el país. Accedió a hablar con La Nación luego de que el jueves pasado se conoció públicamente su renuncia a ocho años de presidente de la Asamblea Nacional de Productores de Arroz. Eso –reconoció– le permite hablar con más libertad, e insistió repetidamente en que no hubo presiones para su salida.
Don Óscar, ¿a usted lo sacaron las arroceras o hubo presiones políticas y de otros sectores?
No, en absoluto; no hubo presión de la industria y en todos los grupos políticos tengo amigos.
Sin embargo, se dice que las grandes industrias se llevan la mejor rebanada...
Si, hay bastante de eso. Hay unos productores grandes que son los que llevan una mayor proporción.
¿Cómo se benefician?
Yo tengo una industria y yo siembro también; entonces, yo me compro. Así me genero el requisito de desempeño (se usa para definir la participación de cada industria en la importación) y luego importo sin aranceles (de otra manera deberían pagar el 35% sobre el valor internacional). Tengo tres elementos que me ayudan: la producción por un lado y el precio, el requisito de desempeño, por el otro, y luego el tema de la comercialización, pues puedo importar sin aranceles una parte para poder hacer una mezcla y poder competir en precios. Estuvimos pensando que era necesario que un gobierno le pusiera un poquito de pensamiento a eso. Sin embargo, eso es –bueno– afectar intereses grandes de unas compañías grandes que no es fácil.
¿Cuántas y quienes son?
Son muy pocos. No son más de cinco. Hemos hablado así, sin mucho temor, de que aquí es necesario hablar también con Walmart. Los otros cuatro son otros actores.
¿Tienen intereses o están en los Gobiernos?
Pienso que no tanto. Pienso que hay gente metida en el Gobierno, pero más empresarios grandes que aportan recursos a las campañas.
¿Por qué Conarroz no soluciona ese problema de beneficios?
De Conarroz no va a salir ninguna reforma que le ayude al productor, porque no les interesa.
¿Quién debe buscarla?
Lo tienen que hacer los mismos productores.
¿Usted va a ayudar a encontrar esa salida?
Sí, voy a estar en eso. Hay que traer la ley a la Asamblea Legislativa y decirles a los diputados los dolores de cabeza que pasamos ahí adentro y las necesidades de que ellos liberen al productor y lo logren poner en otra dimensión.
¿Hay gente que se está aprovechando de los productores?
Sí, claro. Importadores y también me parece que industrias que están alejadas de pagar el precio que dice la ley y la Corporación (Conarroz) ha tenido cada vez menos instrumentos para hacer valer la ley. Por eso es necesario hacer reformas.
¿Cómo hacer para que el beneficio le llegue al productor?
Hay que segmentar. Me parece que no pueden estar en las dos fases los actores económicos, debe haber algún mecanismo que prohíba que se genere un conflicto de interés.
¿Por qué entró en el arroz?
Asumí en su momento un viceministerio de Agricultura y luego fuimos a la Asamblea Legislativa. Después nos tocó impulsar la ley de Conarroz, si hay alguien que le dedicó amor y ganas a pasar esa ley, fue este servidor siendo diputado. Luego nos pareció importante dar una lucha por reivindicar la producción de granos.
Pero, casi no se avanzó nada en los últimos cuatro años...
Empezamos en el gobierno de doña Laura (Chinchilla) con gran expectativa, pero nos enfrentamos desde la presentación de su plan arrocero. El plan tenía una desgravación arancelaria (eliminar impuestos de importación), una apertura, una liberalización del mercado, además de una reducción en los precios de manera arbitraria, que nos enfrentó en el (Tribunal) Contencioso Administrativo.
Periodista en la sección de Economía. Realizó sus estudios de Comunicación en la Universidad de Costa Rica. Escribe sobre temas de producción y de comercio exterior.
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