Japón. Shusaku Tani está empleado en la planta de Sony aquí, pero en realidad no trabaja. Durante más de dos años, él ha llegado a una salita, se ha sentado y luego ha pasado el tiempo leyendo periódicos, navegando por la web y estudiando los libros de texto de ingeniería que desenterró de su época universitaria. Presenta un informe sobre sus actividades al final de cada día.
Sony Corp., empresa donde ha trabajado Tani durante 32 años, lo consignó a esta habitación porque no puede deshacerse de él. Sony había eliminado su cargo en el Centro de Tecnología de Sony Sendai, que en tiempos mejores produjo cintas magnéticas para vídeos y casetes. Pero Tani, de 51 años, rechazó una oferta de jubilación anticipada de Sony a finales del 2010, su prerrogativa en el derecho laboral japonés.
Así que él se sienta en lo que denominan la “sala de los expulsados”. Allí pasa sus días, con cerca de otros 40 no jubilados.
“No me iré”, dijo Tani. “Las empresas no deben actuar de esta manera. Es inhumano”.
Legislación. El enfrentamiento entre los trabajadores y la dirección en la fábrica de Sendai destaca una batalla que se intensifica sobre las prácticas de contratación y despido en Japón, donde el empleo de por vida ha sido la norma y donde los despidos a gran escala siguen siendo un tabú social, al menos en las corporaciones grandes de Japón.
Sony quiere cambiar eso, y lo mismo ocurre con el Primer Ministro Shinzo Abe. Como la recuperación económica de Japón se debilita, la reducción de las restricciones en las empresas se ha vuelto aún más importante para los planes económicos de Abe. Él quiere aflojar las reglas rígidas sobre terminación de la relación laboral.
Los economistas dicen que la flexibilización del mercado de trabajo en Japón podría ayudar a las empresas en problemas a reestructurar las infladas fuerzas de trabajo para competir mejor en la economía global. Menos restricciones en los despidos facilitarían a Sony dejar negocios poco rentables y concentrar los recursos en unos más prometedores, más innovadores.
“Tengo un solo deseo para el sector de la electrónica de Japón, y esa es la reforma laboral”, dijo Atul Goyal, un analista en tecnología de Jefferies & Co.
Sony dijo que no estaba haciendo nada malo al colocar a los empleados en lo que llama Salas de Diseño de Carrera, ahí los empleados reciben asesoría para encontrar nuevos puestos de trabajo en el grupo Sony, o en otra empresa. Añadió que en el 2010 ofreció paquetes de jubilación anticipada generosos: indemnizaciones equivalentes a 54 meses de salario. Pero el verdadero punto de las salas es hacer que los empleados se sientan olvidados y devaluados, y eventualmente tan aburridos y avergonzados que simplemente renuncien.
Apuros. Sony, una empresa en expansión con más de 146.000 empleados, se encuentra bajo presión. Ha sido aventajada por competidores más listos y sus ejecutivos están tratando de rehacer la compañía.
Componer Sony es especialmente importante después de que desdeñó el impulso del inversor activista estadounidense, Daniel S. Loeb para separar parte del negocio de entretenimiento. Sus acciones han caído casi un 10%.
Los críticos del cambio laboral dicen que algo más importante está en juego. Advierten que facilitar el corte de empleos destruiría el tejido social de Japón en favor de las empresas, causando un desempleo masivo y el empeoramiento de las disparidades de ingresos.
“Ese no es el tipo de país al que Japón debe aspirar,” dijo Takaaki Matsuda, quien dirige la sección de Sendai del sindicato de Sony.
Sería un cambio radical. A la combinación de empleo de por vida, el pago basado en antigüedad y la intensa lealtad de los trabajadores a la empresa se atribuye el milagro económico de la posguerra de Japón, cuando la estabilidad y el crecimiento iban de la mano. Pero cuando la economía japonesa tropezó a principios de 1990, las empresas encontraron que las rígidas prácticas laborales de Japón hicieron poco práctica la reducción. En cambio, los trabajadores que no eran necesarios se quedaron con poco qué hacer aparte de mirar por la ventana, que da lugar a la expresión madogiwa zoku o la “la tribu del asiento de la ventana”.
Los partidarios de la evolución del empleo señalan que las rígidas protecciones para trabajadores llevan a las empresas a recortar la contratación y reducir las oportunidades para los japoneses jóvenes calificados. Sony contrató a 160 nuevos graduados universitarios este año fiscal, en comparación con cerca de 1.000 en 1991.
Las empresas también se han ajustado mediante una clase secundaria de trabajadores temporales o de tiempo parcial que pueden dejar ir más fácilmente. “Las desigualdades ocultas ya existen en Japón”, dijo Fumio Ohtake, economista de la Universidad de Osaka.
Sin embargo, algunos temen que los cambios de Abe no son tanto a favor del mercado sino más bien proempresariales. Un yen más débil ha dado a los exportadores como Sony ganancias inesperadas, pero los aumentos sustanciales en salarios no han llegado, y muchos fabricantes siguen trasladando la producción al extranjero.
Cambio de rumbo. La delicadeza de los cambios laborales obligó a Abe a pisar con cautela. Retiró el tema de la agenda cuando se centró en las elecciones parlamentarias de julio. Después de una gran victoria para su partido, está de regreso.
Las empresas más grandes de Japón parecen imitar a Sony en sus esfuerzos porque los trabajadores se vayan. Los medios locales dicen que muchos de ellos, incluyendo Panasonic Corp., NEC Corp. y Toshiba Corp., utilizan el oidashibeya o sala de expulsados y tácticas similares. En mayo, el periódico Asahi Shimbun informó de que un empleado en Panasonic estaba siendo obligado a pasar sus días en una sala mirando monitores para detectar cualquier irregularidad. El año pasado, un tribunal de Tokio ordenó a Benesse Corp. una empresa de servicios educativos, reintegrar a una trabajadora que dijo que había tenido que hacer, tareas domésticas humillantes después de resistir la presión para irse.
Panasonic no pudo ser contactado para hacer comentarios sobre su período de vacaciones de verano. Benesse dijo que ya había revisado sus prácticas de personal.
Aunque se están determinando los detalles de los planes del gobierno, los gerentes de Tani en Sony ya aumentan la presión. A partir de agosto, la compañía le ordenó trabajar turnos de 12 horas en una cadena de montaje en una fábrica de Sony en Toyosato, a una hora en coche. Él dice que obedecerá.