Shirley Cruz lleva nueve años y medio de jugar en Francia, donde cumple un sueño que era impensable para ella.
“No me he dado cuenta de lo que he hecho; solo quería una vida normal, pero pasó esto. Mi situación era complicada a mis 18 años, pero no quería exigirle los estudios a mis padres. Al final salió esto”, recuerda la volante nacional.
Hoy a las 10 a. m. y con la camiseta del PSG francés, tiene el reto de alcanzar su cuarta final de Champions League , para lo cual debe dejar en el camino al Wolfsburgo alemán. La serie va 2 a 0 a favor de la costarricense.
Cruz es sincera. Dice que detrás de estos frutos que recoge, hay historias de sufrimiento. En su filosofía de vida está claro que el éxito tiene que costar.
“Para crecer hay que llorar, y yo lloré bastante. Una de las partes más difíciles de todo este tiempo es que no entendía nada y la jugadora francesa no estaba acostumbrada a que uno llegue y le quite su lugar. Ellas se ponían celosas; luché mucho por ganarme un respeto”, expresó.
Las experiencias diarias en el camerino la obligaron a exigirse en el estudio del francés, y en un año lo hablaba.
“Era muy tímida, pero entendí que a ellos no les gusta el inglés. Hoy por lo menos ya me puedo reir cuando voy al cine, porque ya me siento una más”, destacó.
Aprender una lengua por obligación le despertó el deseo de estudiar idiomas en un futuro.
“Yo solo quería una beca en Estados Unidos, pero vea donde estoy. Entiendo el portugués, sé francés y tengo la inquietud de seguir estudiando, pero idiomas. Tengo un ahorro destinado al estudio”, señaló.
Sobre su vida en Francia, recuerda que no fue fácil adaptarse, pues extrañaba a su familia.
“Los ticos somos demasiado de casa, pero uno tiene que correr el riesgo, dejar de lado el sentimentalismo porque el sueño a veces implica lágrimas en soledad, pero no hay nada mejor que cumplirlo, al punto que hoy no sé cuándo regresaré a Costa Rica”.
Shirley sufrió duros golpes hace dos años.
“La pesadilla de las lesiones (de tobillo) me hicieron dudar muchísimo y perdí la motivación; veía a mis compañeras entrenando y no tenía paciencia. Soy sincera, me estaba hundiendo, pero me levanté”, reflexionó.
Shirley estuvo a punto de regresar al país, pero al final encontró retos deportivos.
“Había ganado todo en Francia y uno se satura de ganar, pero me propuse más objetivos como hacer más goles, busqué desafíos personales y aquí los estoy logrando”, concluyó.
A pesar de las adversidades, la costarricense supo sostenerse fuerte y logró ser futbolista profesional, lo cual nunca fue su meta. En principio, solo quería sacar a su familia adelante.
Cruz vive ahora la vida que soñó de joven, aunque nunca creyó que la tendría.