David Ramírez se restriega sus ojos, su pupila se pone vidriosa, no derrama lágrimas, pero es notorio que está incómodo.
El futbolista morado accedió, por primera vez, a hablar del calificativo de princeso y las críticas que recibió tras el mal momento que vivió Saprissa en el Invierno.
El delantero acepta que pasó experiencias muy duras y aunque no es grato revivirlas, traga grueso, les hace frente y repite que fue castigado sin culpa.
Ramírez, de 22 años, miraba al cielo futbolístico con ilusión: era seleccionado nacional indiscutible y titular con su club, en el que figuraba como la principal pieza exportable, pero el golpe fue tal que dejó de ser estelar en Saprissa y pasó de aplaudido a silbado.
Hasta en el propio Ricardo Saprissa tuvo que aguantar el constante grito de “princesos, princesos, princesos” por parte de los seguidores, propios y extraños.
El término princeso fue dado a conocer en el programa Sensación Deportiva, donde se aseguró que así le llamaban a un grupo de jugadores a lo interno de la institución. Miguel Ángel Agüero, periodista que dio la información, declaró a La Teja que un directivo fue quien le contó sobre el mote.
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La crítica de símbolos morados como Erick Lonis, Benjamín Mayorga y Rónald González, entre otros, levantaron un polvorín en la afición y una tormenta en el camerino. Uno de los cuestionamientos más fuertes al jugador fue porque el 16 de setiembre no actuó en la derrota 1-0 ante W. Connection de Trinidad y Tobago, por un fuerte dolor de cabeza.
Jeaustin Campos, director técnico de los morados en ese momento, relató ayer su versión sobre lo que sucedió ese día.
“El doctor Esteban Campos me dijo antes del calentamiento que él (Ramírez) tenía un dolor de cabeza muy fuerte, estaba con migraña, entonces yo le dije que probara a ver cómo se sentía. Él no terminó de calentar y me dijeron que no podía jugar. Yo lo vi indispuesto, se le veía afectado”, recordó.
Por su ausencia en el cotejo llegaron las opiniones, las cuales ponían en duda la realidad de la migraña.
Al final, una experiencia cotidiana como ir al supermercado se convirtió en todo un suplicio, debido a la burla de algunas personas quienes la llaman princeso.
Por ese motivo, salir a la calle se volvió un tema de análisis en su familia, sobre todo para no exponer a su hija de un año.
Juan Carlos Rojas, presidente del Saprissa, admite la afectación del jugador.
“Conocemos las circunstancias extrafutbolísticas de lo que dijo Erick Lonis y eso afectó el sentir de la afición de una forma injusta sobre David; él vivió momentos difíciles ”, afirmó Rojas.
Lonis dijo anoche a La Nación que no hablará más de este caso.
“Esto quedó en mi pasado; no quiero hacerle daño al saprissismo y prefiero no referirme más a este tema”, respondió Lonis al respecto.
Otra cara. En Saprissa comienzan a notar una recuperación de su número 24, aunque todavía está lejos de su mejor versión.
“Es un jugador de primera categoría, en el que confiamos. Él salió de nuestra cantera y ha sido seleccionado. Hay que tener en cuenta que Ariel (Rodríguez) pasa por un gran momento, es complicado salir de la banca y jugar 20 minutos para demostrar”, añadió Rojas.
Ramírez extraña la Sele , también jugar, pero sus cercanos dan testimonio de que ya sonríe.
“Estoy convencido de que ya está levantando la cabeza. El fútbol tiene estas cosas de que por situaciones extracancha te baja el nivel, pero ahí se verá su carácter”, declaró Joaquim Batica, representante del futbolista.
Por su parte, Jeaustin Campos enfatizó que si Ramírez logra madurar y enfocarse en su evolución deportiva, será el mejor delantero del país.
“David futbolísticamente es el mejor centro delantero que puede tener Costa Rica. Cuando está enchufado es un jugador con grandes características, pero hay un tema de madurez que solo él puede cambiar”, considera Campos.
“Es un jugador que ya tiene 22 años y tiene que enfocarse más en su trabajo, en mejorar sus fortalezas y sus puntos débiles”, agregó.
Tras el juego ante Belén, el miércoles, la afición demostró que comienza a olvidar lo sucedido. Con pedidos de fotografías y autógrafos le extienden la mano en espera de que regrese el joven atrevido que los conquistó. Colaboró: Miguel Calderón.