Redacción
Antes de disputar el primer partido de su última final ante Herediano, los jugadores de Cartaginés conocieron a Ariel, un niño sin brazos que a base de esfuerzo aprendió a hacer series y a controlar el balón.
A pesar de que esta discapacidad afectaba su equilibrio, el valiente menor se esforzó tanto que logró dominar la pelota con soltura. El mensaje que el timonel brumoso, Javier Delgado, quería darle al grupo con la presencia de Ariel era claro: "Que el grupo se diera cuenta de que no hay límites, que no deben conformarse", recuerda su exasistente, Bernal Mullins.
A algunos de los jugadores brumosos se le soltaron las lágrimas con el mensaje.
Este fue uno de los muchos discursos motivacionales organizados por el entrenador para levantar el ánimo de sus futbolistas ante circunstancias difíciles.
Este precisamente es el sello del Sheriff: transformar las lágrimas de los futbolistas en una motivación extra dentro del campo de juego.
Delgado aplica en sus equipos lo que se conoce como coaching deportivo. Este es un proceso de aprendizaje que tiene como fin que el deportista haga emerger sus habilidades. Esto se adquiere alimentando la motivación y el compromiso hacia los objetivos propios del equipo.
En sus anteriores procesos, Delgado utilizó métodos como la lectura y la realización de dinámicas grupales para fortalecer la unión grupal.
En el campo, Mullins lo describe como un entrenador "muy estudioso", que trata de encontrar todas las deficiencias de su adversario.
En esta campaña, Alajuelense finalizó en la tercera casilla y fue el equipo más goleador de la fase regular.
Motivado. Mientras tanto, el presidente manudo, Raúl Pinto, considera que Alajuelense puede sentirse orgulloso de tener al único entrenador hecho en casa, entre los semifinalistas.
El jerarca rojinegro cree que la presencia del Sheriff fortalece la identidad de los manudos.
"De los tres, él único que es de la raíz de su propio equipo es de Javier Delgado", se jactó Pinto.
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