“Diosito: que el Barcelona guste, gane y golee, pero que Navas no tenga la culpa”, pedían los ticos que le van al Barcelona.
Dios no los escuchó –por supuesto–. Él no anda en esas pendejadas –me niego a creerlo– teniendo atentados en Francia, riesgo de ataques en Bruselas, la pronta visita del Papa a África y el incendio en una mina de carbón en China que dejó 21 muertos. Dios no está para fiebres como usted o como yo, que por unas horas creemos que el mundo deja de girar por el clásico español. Para nosotros, Él tiene un número 800, en el que una contestadora automática nos deja esperando la eternidad: Si pide por la paz marque 1... Si pide por la cura a alguna enfermedad, marque 7... Si pide para que terminen las hambrunas en África, marque 52... Si pide para mitigar el efecto del calentamiento global, marque 500...
Y la lista sigue sin una opción sobre el lesionado Lionel Messi, los remates de Cristiano o los paradones de Keylor Navas.
Cuando uno decide colgar, ya el tico lleva dos goles adentro, el Real Madrid corre mucho y toca poco, el Barcelona no extraña a Messi (inusualmente en banca), Bravo está probándose el traje de Navas, Iniesta ha gastado la pelota , a Benítez se le ha caído el pelo de pensar qué hacer si la presión arriba no da resultado.
A merced de un buen Barça y un Real Madrid perdido, no extraña que el guardameta tico saliera goleado. Para colmos, aunque sin culpa en los goles, ayer Keylor no fue San Navas, como en jornadas anteriores, cuando sus paradas disimularon la fragilidad merengue. Nadie lo criticará por perder un mano a mano con Neymar y otro con Suárez, aunque lo hemos visto detener remates como los que ayer fueron goles. Esas jugadas marcan la diferencia entre ser figura o simplemente inocente. Keylor Navas es simplemente inocente.
Lo de figura queda para otros juegos; ya lo ha sido; ya lo será.
–A Pemberton no le habrían metido cuatro –dicen los manudos aprovechando el momento–.
Ciertamente, el guardameta liguista hizo olvidar la ausencia de Keylor en los dos primeros juegos eliminatorios, pero hace falta más que eso y una paliza en el clásico español para relevar al titular del Real Madrid (no todo es fútbol). Lo del clásico solo alcanza para que todos los sueños de los ticos barcelonistas se hayan hecho realidad.