Buenos Aires. A sus 13 años, Nazareth Badilla es una niña sencilla a la que le gustan las matemáticas, ver las fábulas del sábado por la mañana, desayunar corn flakes y pelear sobre un cuadrilátero.
Y eso último es, justamente, lo que le roba el sueño a la pequeña residente del cantón de Buenos Aires, en Puntarenas.
Es delgada y su estatura no es prominente para su edad; sin embargo, en sus brazos alberga una mezcla de agilidad y fortaleza, útil para cualquier boxeador que se quiera hacer respetar.
Las andanzas de Nazareth sobre el ring se iniciaron en el 2013, cuando ganó su primera pelea por knock out técnico, desde entonces se ha hecho a la idea de sobresalir en el mundo de las bofetadas.
Motivada por los logros de su coterránea Paola Chinchilla, quien ganó tres medallas de oro en los pasados Juegos Nacionales, la pequeña se puso los guantes y no ha sabido hacer otra cosa más que ganar.
Y eso ha puesto al cantón a correr con tal de conseguir todos los implementos deportivos necesarios para competir.
También toda la familia ha tenido que adecuarse con la alimentación para que la niña mantenga el peso necesario: 48 kilogramos.
El entrenador de boxeo José Rodríguez está conmovido por la euforia que pone Nazareth en cada golpe y en la tenacidad que muestra a la hora de recibir castigo.
“Le vi condiciones, ella al principio estaba con dudas, creía que el boxeo era para hombres, no para mujeres, le dije que no era así”, destacó orgulloso el corpulento preparador de talentos .
Nazareth es de personalidad introvertida, es un poco tímida cuando habla de sus clases en el colegio técnico de Buenos Aires.
No obstante, cuando se toca el tema de los golpes y de cómo se le hace el estómago cada vez que se sube al cuadrilátero, sus ojos rasgados se llenan de emoción.
“Cuando yo me subo al ring me tiemblan las piernas, yo llego, caliento y me encomiendo a Dios. Siempre escuchó lo que dice mi entrenador de cómo tengo que mover los pies y cuándo debo atacar. Hay mucha adrenalina”, aclaró la niña sin quitar la sonrisa de sus rostro.
En la boxeadora aún está fresco el recuerdo de su última victoria.
Sus pupilas se humedecen cuando describe el fuerte abrazo que le dio a su papá.
Nazareth anhela un oro en sus primeros Juegos Nacionales.