Milán. Italia. En la oficina de Gastón Fournier, ubicada en el teatro La Scala, cuelgan los retratos de varios de los directores musicales de este, el teatro de ópera más importante del mundo. Claudio Abbado, Ricardo Muti, Victor de Sabata y Arturo Toscanini lucen apasionados en pleno ejercicio de su profesión. Abajo de ellos hay un piano de cola y al otro lado de la habitación un estante repleto de libros.
En el escritorio, una computadora portátil y muchos papeles ordenadamente apilados. Ahí ha estado cumpliendo sus primeras funciones el costarricense que desde el pasado 1 de junio se desempeña como coordinador artístico de esta importante institución europea.
El tico ya es el coordinador de la dirección artístico de La Scala, aunque su nombre no aparece aún en los programas de mano. Estará cuando su predecesor, Fortunato Ortombina, deje definitivamente el puesto. “Vamos a tener un mes más de convivencia, él se va a final de esta temporada”, explica.
Fournier camina por los pasillos de La Scala mostrando su nuevo lugar de trabajo. Los demás funcionarios lo saludan con la formalidad que caracteriza a este templo de la música. Entre pasillos habla de lo que ha sido su vida ahora que empezó esta importante etapa dentro de La Scala. Mientras, afuera, el público comienza a congregarse para la función de la noche: Una Lady Macbeth del distretto di Mcensk ocupa la cartelera.
¿Cómo lo recibió Milán?
En Milán la gente es súper trabajadora, responsable y confiable. Este es el gran centro financiero de Italia, aquí están las grandes centrales de bancos de Italia, la bolsa de valores, el gran centro de la moda, las grandes casas editoriales y el gran teatro de Europa está aquí. Pareciera que Milán tiene todo, pero no es así, Roma (el lugar donde vivió antes de asumir el puesto) tiene sus ventajas. Primero que todo la belleza, algunos dicen que es la ciudad más bella del mundo… Además, tiene un clima que Milán se lo sueña: Milán es húmedo, llueve más, es más frío y es tal vez la ciudad más contaminada de Italia, por que es la más industrializada.
¿En algún momento dudó en dejar Roma para trabajar en Milán?
He vivido, trabajado y estudiado en tantas ciudades diferentes que eso no fue un problema para mí. Me encanta viajar y parte del trabajo aquí es viajar mucho. Tengo que ir continuamente a ver espectáculos, a encontrar directores de orquesta, a oír cantantes. Te doy un ejemplo: comencé a trabajar el viernes 1 de junio. El lunes siguiente desayuné en mi casa en Milán, almorcé en Madrid con un director italiano y fui a oír un concierto con Dudamel (director de ópera venezolano) en París, todo en un día. No siempre va a ser así, pero tendré que viajar mucho. Para el que no le guste viajar parece una locura, pero parte de mi trabajo es estar en contacto con lo que está pasando en Europa para oír y descubrir lo mejor y traerlo a La Scala.
Para un musicólogo como usted, ¿es este el puesto que siempre había soñado?
Nunca había soñado trabajar en La Scala porque me parecía demasiado. Cuando me llegó la llamada improvisada del general manager del teatro ofreciéndome el trabajo, fue una sensación como de que se abría el cielo. Ahora viendo ya más objetivamente las cosas, tal vez tenía la experiencia justa para llegar aquí, pero por supuesto que me entusiasma, me enorgullece.
¿Qué es lo que más le ha impresionado de La Scala?
La seriedad y la pasión que demuestra cada empleado de trabajar aquí. Hay como un orgullo de la institución a cualquier nivel. Este es un teatro que nació en el siglo XVIII. Cuando abrió sus puertas, compositores como Mozart y Haydn estaban vivos, y nunca ha parado de hacer óperas. Los empleados entienden eso y te contaminan inmediatamente.
Ahora que ya está en Milán, ¿cuáles serán sus prioridades?
Estoy hablando con la experiencia de pocos días, pero puedo decirte que comencé poquito a poco a trabajar, a hacer reuniones y a hacer viajes. Por ahora estoy trabajando en traer algunos nuevos directores de orquesta y directores teatrales. Por ejemplo, una cosa que acabo de lograr y con lo que estoy muy orgulloso es que vamos a hacer una ópera que se llama Andrea Chénier y como director teatral convencí a un famoso director de cine que nunca ha hecho ópera en su vida. Se trata de Terry William. Se va a presentar en la temporada próxima y la noticia creó gran expectativa.
“Además, como este es un teatro que trabaja con tanta anticipación, desde ahora estoy organizando actividades para el año 2013. En 1813 nacieron dos de los más importantes compositores de ópera de la historia: Giuseppe Verdi y Richard Wagner, en el 2013 se cumplirán 200 años de su nacimiento, el mundo va a celebrarlo y La Scala también porque aquí fue donde Verdi tuvo su primer éxito, donde estrenó su última ópera y donde murió (en la calle Manzoni, a 200 metros de La Scala). Y si uno no comienza con gran anticipación, los grandes directores y los grandes cantantes verdianos van a estar ocupados.
La Scala es un lugar con una historia muy importante, pero ¿en la actualidad qué hace de este un teatro de trascendencia mundial?
Aquí dirigen los más grandes directores de orquesta del mundo. Si hay uno que la gente dice “es un genio, un máximo en la dirección”, puede estar seguro de que dirige en La Scala. Pasa lo mismo con los cantantes. Si hay alguien que dice que es la mejor cantante para Verdi o para Puccini en el mundo, ella ya cantó o va a cantar en La Scala. No es solo la calidad y el nivel impresionante de los decorados y el vestuario que pueden verse en este teatro, también es la grandísima importancia de los músicos que se presentan aquí. Venir a este teatro es como venir a informarse de cómo está en el mundo el arte de la ópera lírica.
Ahora que está aquí, ¿cree usted que la ópera es un género musical en decadencia?
La ópera es un género artístico que nació a inicios del siglo XVII, estamos en el quinto siglo de historia de un género, reconozcámoslo, totalmente artificial, donde la gente no habla, canta, nadie se comunica así en la vida real, pero es una ficción irreal que vuelve loca a un grupo de gente. Por supuesto que es verdad que a muchos jóvenes no les interesa la ópera, prefieren el cine o los videogames , pero hay muchas personas que se mueren por ver una buena ópera. La prueba es que para los grandes espectáculos de La Scala no se consiguen billetes.
Una de sus metas es acercar a los jóvenes a La Scala ¿Cómo lo hará?
Uno se puede enamorar de lo que conoce, no de lo que no conoce… Yo creo que hay que hacer un esfuerzo por crear nuevo público y la única manera para interesar a los jóvenes en la música clásica es explicándola. En Italia, por ejemplo, no enseñan música en las escuelas, los jóvenes no tienen posibilidades de conocer , aquí hay un departamento en La Scala para hacer trabajo con los jóvenes y proyectos en las escuelas y me parece que el teatro siempre ha considerado ese departamento como la Cenicienta. Yo quiero ver lo que se está haciendo y ver de qué manera se puede crear un proyecto para el mañana.
Pronto serán publicados dos libros en los que aparece su nombre. ¿De qué se tratan?
Este año logré terminar dos libros que he hecho con otras personas. Uno de ellos es de imágenes de Gustav Mahler (Fournier es experto en este compositor ), salió en Torino (Italia) este mes de julio. También en julio, en Londres (Inglaterra), salió publicado un libro que yo organicé con mi exprofesor de Sussex University, Donald Mitchel, un hombre de 82 años que ha dedicado su vida a investigar a Mahler. Estaba haciendo el libro en forma cronológica y le faltaba la última parte de la vida de Mahler y yo lo convencí de terminarlo. Le ayudé a recolectar conferencias que él había hecho, textos para conciertos, notas de programas y artículos de revistas. Lo hice escribir algunos textos nuevos y yo escribí otros. Le corregí todo y fui el editor del libro, que se llama Descubriendo Mahler .
“Sin duda este año ha sido muy muy importante para mí, por este nombramiento que señala una etapa en mi carrera y por estos libros que culminan dos cosas muy bellas en mi vida”.