Personajes 2021: Yendry Vásquez, una mamá de acero

Durante los casi siete meses que Allison Bonilla estuvo desaparecida, su madre no solo debió lidiar con la incertidumbre sino con la crueldad de las redes sociales. Hoy, ante el dolor por la muerte de su única hija, esta mujer se pone una ‘careta’ para ocultar su tristeza

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Con apenas 20 años, Yendry Johanna Vásquez Cordero empezó a disfrutar de una de las etapas más desafiantes y hermosas de su vida: ser mamá soltera. Sus estudios secundarios estaban incompletos, trabajaba en una tienda de peluches envolviendo regalos, pero desde aquel miércoles 7 de noviembre del 2001 supo que su principal motivación para salir adelante y sobreponerse a cualquier circunstancia ahora tenía nombre y apellidos: Allison Pamela Bonilla Vásquez.

Aquella pequeña y risueña bebé se convirtió en su motor, sin saber que solo la tendría físicamente por 18 años, ya que un vecino de Ujarrás de Paraíso, Cartago, se la arrebató cruelmente al golpearla y lanzarla inconsciente a un botadero clandestino de San Jerónimo de Cachí, en ese mismo cantón brumoso. Los exámenes médico legales concluyeron que la joven murió a raíz de los impactos que sufrió mientras su cuerpo descendía por un precipicio de más de 300 metros.

En medio de su desesperación y dolor, esta mujer cartaginesa fue blanco de las críticas por revelar a los medios de comunicación algunos de los sueños de su hija, como tener una casa, un carro y abrir un negocio para trabajar con su mamá. El huracán de prejuicios fue tal que en algún momento Yendry Vásquez sintió que eso terminaría por apagar su vida, pero con ayuda de su familia y con una fortaleza que atribuye solamente a Dios afronta el duelo por la muerte de la muchacha, quien desapareció el 4 de marzo del 2020 y cuyos restos óseos fueron encontrados casi siete meses después, tiempo en el que su vivienda, en la urbanización Florencio del Castillo, se convirtió en un epicentro noticioso.

Ya pasado el juicio por el crimen de Allison y con tres meses de sobrellevar la situación de una manera más íntima, Vásquez abrió su corazón para esta edición de Personajes Noticiosos del 2021, en la que reveló cómo maneja el día a día, contó la forma en la que logró tener su propia boutique y, además, reconoció que ansía el día en el que nuevamente pueda reencontrarse con su amada hija en el mundo celestial.

“Dudó en darme esta entrevista por las críticas que ha recibido, ¿cómo sobrelleva el tema?”, fue una de las primeras consultas que le hice en una de las últimas tardes de noviembre, mientras compartimos un café en un comercio del centro de Cartago. “Vieras que es súper difícil. Llegó un momento donde yo dije que si no me moría por lo de Allison iba a morir por lo que decían de mí y ante todo de mi hija, pero en realidad pienso que las personas que critican es porque no saben cómo una vive, son vacías y no tienen sentimientos, ni corazón; andan pendientes de la vida de los demás y no se imaginan lo que es el dolor de una madre”, me respondió.

Para ella, quienes la emprendieron en su contra perdieron de vista que su hija, al igual que cualquier otro ser humano, tenía metas y destacó que desde muy niña sus padres (los de Yendry Vásquez) siempre le inculcaron el trabajo como un pilar de vida. Incluso, contó que su papá dividió entre ella y sus hermanas un terreno que tenía, en el que en su momento sembraron lechugas que comercializaban por medio de un tío, con una cadena de supermercados para después dividir las ganancias.

“La gente a veces se deja llevar por lo que se dice de otra persona, pero yo los invito a que vayan a mi casa y vean que yo vivo con mis papás, que viajo en bus todos los días, que vengo a trabajar y cumplir con horario laboral. Aún con mi dolor y con mis sentimientos tengo que seguir la vida como cualquier ser humano porque tengo que llevar cosas a mi casa y ver a mis papás que están súper enfermos, pero el ser humano es egoísta y le gusta criticar sin saber cómo está una del otro lado. Se dejan llevar por las redes sociales sin conocerte”, agregó.

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Sin embargo, afirma que no todo ha sido negativo y agradece a aquellos que le tendieron una mano en la búsqueda incansable de Allison. Hoy la madre visita el cementerio constantemente para renovar las flores, dedicarle algunas palabras a su hija y hasta compartir una que otra canción.

Para Vásquez, la muerte de Allison es algo con lo que se aprende a vivir, pese a que el dolor estará vigente hasta el último día de su vida. “Todos los días me acuesto y empiezo a ver las fotos de ella y yo digo: ‘Dios mío, cómo es posible que yo ya no la tenga, cómo es posible que Alli me haya durado solo 18 años y cómo una persona tan mala me la llegó a quitar. También pienso que no la pude ver por última vez, eso me mata, haber visto solo unos huesitos y no poder abrazarla por última vez me mata todos los días de mi vida”, mencionó.

Doña Yendry aún no entiende porque Nelson Sánchez Ureña, alias Sukia, mató a su hija y lamenta que la pena haya sido de apenas de 18 años para una persona que fue “tan cruel” y a la cual no pudo reclamar para evitar ser sacada de los tribunales de Cartago. No obstante, cree en la justicia divina y en que todo mal que se hace se paga, tarde o temprano.

‘Careta’ para ocultar el dolor

Esta joven madre, oriunda de Ujarrás, asegura que en algún momento de su vida se catalogaba como una persona “muy débil”, pero eso cambió desde la desaparición de Allison Bonilla. “Lo que me ha pasado me enseñó a ser una mujer muy fuerte, porque a pesar de los altos y bajos he tenido que salir adelante, aunque me sienta triste o me sienta mal. Yo siempre digo que a pesar de mi dolor tengo que ponerme una careta, sonreír y salir adelante”. Esta situación ocurre en especial ante sus padres, quienes aún no terminan de asimilar lo sucedido. “Tengo que hacerme la fuerte delante de ellos y llorar en las madrugadas para que no me vean mal”, añadió.

A lo largo de los años, doña Yendry ha tenido múltiples trabajos, pero en la venta de ropa encontró una pasión. Incluso, antes de que su vida diera un giro total, vendía pantalones con su hija y de ahí surgió el anhelo de tener su propio negocio. Pese a que le hubiese gustado que Alli, como llama de cariño a la joven, estuviese ahora con ella, reconoce que el tener la boutique es un sueño que le genera sentimientos encontrados.

“En el momento que pasó todo esto (la desaparición de Allison) me liquidaron. Yo guardé la platita para que si en algún momento Allison volvía poder pagarle los psicólogos y todo lo que necesitara, pero se dio otra situación y entonces con esa platita empecé a montarme el negocio. La hija de mi exjefa tiene una zapatería y boutiques, entonces me ayudó a conseguir los contactos en Estados Unidos y ahora yo tengo mi boutique. Siempre la soñamos juntas, pero ahora hay días en los que yo no vengo a trabajar porque mi estado de ánimo no está bien, por lo que le pido ayuda mi hermana, ella siempre está conmigo, pero son altos y bajos. Hay días que no me siento nada bien y no vengo, pero en otros que mi mamá me dice que me tengo que levantar y venir a trabajar porque soy yo la que tengo que estar ahí. Muchas veces lloro en la tienda, las clientas llegan y me encuentran llorando, pero yo siento que es algo con lo que una tiene que vivir toda la vida”, explicó.

Su pedido a Allison

Doña Yendry rememora su relación con Allison como algo normal entre madre e hija. A veces con muchísima cercanía y detalles entre ambas, pero en otras con roces familiares normales. Contó que ambas durmieron juntas hasta que la muchacha cumplió 15 años, aunque de vez en cuando compartían de nuevo ese espacio para recordar viejos tiempos. “Siempre nos llevamos muy bien, a veces discutimos, pero en general la relación era buena”, comentó Vásquez.

Ahora, con la ausencia de su hija, ella duerme en el cuarto de la joven y asevera que por medio de sus almohadas y ropa aún percibe ese olor característico de su pequeña. La recuerda como chineada pero ante todo alegre y simpática, aunque dice que sabía defenderse en caso de ser necesario, por lo que no duda que aquel 4 de marzo del 2020 luchó a más no poder para escapar de su asesino.

Seis meses después de la desaparición, como madre mantenía la fe de encontrar con vida a su hija, hasta que un día unos agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) le dijeron que nadie podía tener a un ser humano retenido por tanto tiempo. En ese instante comenzó a llorar.

Su temor más grande se confirmó el 27 de setiembre del año pasado, cuando un grupo de rescatistas voluntarios encontró una tenis y una uña en el botadero clandestino de San Jerónimo de Cachí. Días antes de la desaparición, madre e hija acudieron a pintarse las uñas, por lo que ella supo que su hija estaba ahí.

Desde entonces cada día es distinto y aunque a veces sobrelleva la situación de una buena forma, en otras ocasiones el dolor es grande. “Mami dice que Alli es el ángel más lindo que Dios tiene y que eso es lo que me tiene que dar paz para seguir, pero todos los días lloro, mi hermana menor me dice que ya la tengo que dejar ir pero es difícil (...). Todos los días le pido a Dios que quiero estar con Allison y yo a ella le digo: ‘Gorda, decile a Diosito que pronto estemos juntas, vos sabes que vamos a estar juntas muy pronto’, eso es lo que todos los días le pido a Dios, porque nosotras siempre nos prometimos estar juntas”, manifestó.

Para sentir cerca a su hija, doña Yendry lleva parte de las cenizas de Allison en sus collares y conserva una almohada en forma de corazón que la joven tenía desde bebé.

Vásquez afirma que el apoyo de otras personas que han perdido a sus hijas en situaciones violentas es importante para seguir adelante, aunque sabe que eso no quita el dolor que cada uno arrastra.

Asimismo, dice que por ahora desarrollar el sueño de tener casa propia no es viable, pues debe encargarse de su mamá y su papá. También reconoce que en ocasiones se recrimina si hubiese sido mejor alquilar vivienda en otro lugar que no fuera Ujarrás, para evitar que su hija fuese víctima de un homicidio.

“Cuando Alli cumplió 18 (años) yo le dije: ‘Ya tenés que trabajar o estudiar porque tu mamá no va a estar siempre’ y ahora me arrepiento de haberle dicho eso. De repente si hubiese estado en mi casa eso no pasa, pero solo yo sé cómo me siento por dentro, ese dolor yo a veces digo que es lo que me va a terminar matando, ese dolor y esa tristeza porque Alli era mi razón de vivir”, concluyó.