Promesas de humo

Es necesario que la ciudadanía cuestione los discursos políticos cargados de palabras fuertes. Romper contratos para abaratar costos resultó ser humo

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Por más que Luis Amador suponga que los “tentáculos” no lo van a alcanzar en Canadá, adonde voló 72 horas después de que el mandatario Rodrigo Chaves le pulverizara su reputación, será imposible. Pero ocurrirá también en dirección contraria, porque al gobierno le será inviable desvincularse de los de Amador.

Él llegó a ser un superministro, la figura del gabinete más empoderada por Chaves. Era su delfín y se presentaban como un dúo dinámico hasta que el mandatario lo acusó de haber avalado un contrato de ¢21.800 millones, supuestamente a la medida de Meco.

De hecho, sería irrisorio suponer que Amador escaló en soledad en los efímeros 22 meses en que se dedicó a romper millonarios contratos públicos con la ilusa promesa de empezar, prácticamente desde cero, para abaratar costos. Fue puro humo.

Sin embargo, con ese discurso, el dueto paralizó la reconstrucción de los 60 kilómetros entre San José y San Ramón, una vía congestionada por hasta 90.000 vehículos al día. También es responsable del estancamiento de la ampliación del tramo Limonal-Barranca y de que no haya esperanza de aumentar a cuatro o más carriles la colapsada carretera a Caldera. Igualmente, ambos pararon en seco el plan para extender la Florencio del Castillo y se trajeron abajo el de un tren eléctrico. La lista es más larga, pero dedicaron casi dos años a paralizar, no a construir.

Lo de Dekra debió haber sido la gota que rebosara el vaso, pero el mandatario lo acuerpó. Amador metió pies, manos y cabeza en contratar a la firma alemana —un negocio de cuando menos ¢24.000 millones en dos años—, pese a que la sueca Opus Group obtuvo la mayor puntuación y ofreció mejores tarifas. El entonces ministro se escudó en que tenía poder de “discrecionalidad” para adjudicar, y con eso cerró la controversia legal.

Curioso cierre del thriller. Amador pulverizó la reputación de los suecos diciendo que tenían un problema de corrupción en Honduras. ¿Pruebas? No aportó ni una. Lo mismo le aplicó el gobierno a él. Y ahora, mandos medios o funcionarios a los que este gobierno satanizó, al acusarlos de atravesarse para entorpecer todo contrato, son los que destapan hasta dónde han llegado los tentáculos.

amayorga@nacion.com

El autor es jefe de Redacción de La Nación.