Huella e impulso de precursoras

Detrás de cada ‘techo de cristal’ roto por mujeres sobresalientes, están su tenacidad, talento y valentía para quebrar estereotipos

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Primera presidenta de la Asamblea Legislativa, primera directora de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, primer doctorado académico de esta institución. Primera decana de una escuela de Derecho en América Latina, primera jueza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, primera embajadora costarricense en Washington. Esto no agota la trayectoria pionera de Rosemary Karpinsky y Sonia Picado, respectivamente, pero sobra para considerarlas, más que pioneras, precursoras, en el sentido de abrir brechas.

Por esto, los diputados las declararon ciudadanas de honor. El miércoles fueron develados sus retratos en la Asamblea Legislativa. Una semana atrás le había correspondido a Marcelle Taylor.

Aunque sus casos fueran aislados, sobrarían motivos para la satisfacción colectiva. Pero no lo son. Desde su singularidad se inscriben en un proceso creciente de construcción de capacidades, inclusión, solidaridad (y sororidad), ruptura de prejuicios y reafirmación de derechos y oportunidades. De él son ejemplo y producto muchas otras pioneras y precursoras. No pretendo hacer un inventario exhaustivo, sino arriesgarme a señalar un conjunto de particular relevancia para ilustrar lo que digo.

Al convertirse en la primera presidenta de la República, Laura Chinchilla marcó un hito clave en nuestro desarrollo político. Elizabeth Odio, multifacética e incansable impulsora de la dignidad humana, estuvo entre las primeras siete juezas nombradas en la Corte Penal Internacional; antes, en el Tribunal Especial para la Antigua Yugoslavia. Christiana Figueres fue la primera secretaria general de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático y motor esencial para el éxito de su cumbre del 2015, en París. Rebeca Grynspan superó el dominio masculino en la secretaría general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Anabel González es la primera costarricense en ocupar una vicepresidencia del BID y Eugenia Zamora, la primera presidenta del TSE.

Detrás de cada “techo de cristal” roto por ellas, están su tenacidad, talento y valentía para quebrar estereotipos. Pero la suma e impacto de sus logros también responde a nuestra evolución como sociedad abierta, que ha apostado por la superación e inclusión de su gente. Recordar lo que estas precursoras han hecho nos hace recordar lo que somos; también, lo que debemos proteger y seguir construyendo, sin retrocesos ni pausas.

Correo: radarcostarica@gmail.com

Twitter: @eduardoulibarr1

El autor es periodista y analista.

Nota: Esta columna fue actualizada el 8 de setiembre para llenar una omisión en la versión impresa.