Analizamos diferentes mascarillas para ver su calidad: esto fue lo que encontramos

Con la ayuda de la especialista en infectología Margarita Marchena, revisamos los diferentes tipos de dispositivos de protección que se pueden comprarse en tiendas, farmacias, supermercados, y hasta en la calle o casas de vecinos

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Las mascarillas cambiaron la cotidianidad del paisaje costarricense. Desde el pasado 9 de setiembre estas se hicieron obligatorias en espacios cerrados, como supermercados, centros comerciales y espacios de atención al público.

Antes ya eran obligatorias en el transporte público.

Debido a que se hicieron tan necesarias, se pueden encontrar con facilidad: hay en supermercados, tiendas, farmacias; se venden en las calles, y en todos los barrios hay personas que se han dedicado a hacer mascarillas para vender y así redondear sus ingresos.

La oferta es amplia: quirúrgicas, desechables de varios tipos, de tela, de telas antifluidos, con diferentes diseños, con válvulas.

La diversidad de precio es aún más amplia, lo que puede dificultar que una persona tome la decisión.

¿Pero cómo saber cuáles son las de mejor calidad o las que se adaptan mejor a cada persona?

Un equipo de La Nación compró mascarillas en diversos lugares: farmacias, tiendas, supermercados y bazares y pasamanerías. Posteriormente, se reunió con Margarita Marchena, especialista en infectología y medicina interna y miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica. Ella nos ayudó con el análisis de estos equipos.

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Las reglas generales

Para la especialista hay cosas que deben hacerse independientemente del tipo de mascarilla que se utilice.

La primera es recordar que estos dispositivos son solo un complemento a otras medidas como el lavado e higiene de manos, el distanciamiento físico de al menos 1,8 metros con las demás personas y el mantenernos dentro de nuestra burbuja social, es decir, evitar eventos sociales o visitas con personas con quienes no vivimos bajo el mismo techo.

Asimismo, recordar que la función principal de la mascarilla no es proteger al usuario, sino que este proteja a quienes están a su alrededor. Al convertirse en una medida de salud pública, un “rebaño de personas con mascarilla" se protegerían entre sí y darían protección a personas que por su condición no pueden usarla: menores de dos años, personas que no se la pueden quitar por sí misma, personas con problemas respiratorios graves.

Pero, además, debe prestarse atención a otros aspectos, como la forma en que nos la ponemos y nos la quitamos.

“Siempre debe haber un orden”, enfatizó la especialista. “Yo puedo comprar la de mayor precio, la mejor de todas, que si yo no la sé utilizar de nada me va a servir la inversión que yo hice”.

El primer paso, sin importar el tipo de mascarilla que usted tenga, consiste en lavarse las manos (o utilizar alcohol en gel, en caso de no tener agua y jabón a mano) previo a la colocación de este equipo de protección.

Otra regla de oro es no tocar la parte del frente, debe manipularse de las asas o de las tiras de tela para amarrar.

También es muy importante que la mascarilla se ajuste de las orejas (en caso de tener asas) o se amarre bien de forma que quede fija y no se mueva.

Además, es necesario que la mascarilla cubra por completo la nariz, la boca y el mentón. No puede limitarse a solo la nariz o solo la boca, estas tres zonas de la cara deben estar cubiertas.

Otro de los puntos que debe tomarse en cuenta es el tamaño: una mascarilla muy pequeña no protegerá lo suficiente, y si por el contrario le queda grande a la persona, esta se moverá y no lo protegería igual.

A la hora de quitarlas, es imprescindible tomarla solo de las asas o las tiras y lavarse muy bien las manos.

Hay una más, que es necesaria saber: las excepciones; quienes, por sus condiciones, no deben usar mascarilla.

* Menores de dos años.

* Personas que, por una cuestión de discapacidad, no sean capaces de quitarse una mascarilla por sí mismos.

* Personas que, comprobante médico en mano, indiquen que tienen una condición respiratoria que les impida el uso de mascarillas.

Quirúrgicas

Las mascarillas llamadas quirúrgicas o desechables fueron de las que se comenzaron a ver de primero, cuando, poco después del 6 de marzo que vimos el primer caso de covid-19 en territorio tico, estas comenzaron a venderse más y algunas personas las empezaron a utilizar para salir de casa.

En este caso, la parte celeste o verde debe ir hacia afuera.

Estas son desechables, deben botarse apenas se humedecen. Este tipo de equipos de protección se humedecen con relativa facilidad, ya sea porque la persona estornudó, tosió o ya lleva rato con ella y se humedeció por las gotas de saliva al hablar o por la transpiración.

¿Cómo determinar su calidad? Marchena dice que hay una prueba muy fácil: poner la mascarilla a la luz y ver su composición. Entre más denso sea el material y menos luz se cole, de mejor calidad será.

En estas se pueden encontrar de diferentes precios, pues pueden variar. Un estudio del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) identificó que el precio de una mascarilla desechable puede variar entre los ¢400 y ¢650, la diferencia puede parecer poca, pero estas son mascarillas desechables que deben desecharse cuando se humedecen y podrían utilizarse entre tres y cuatro (o más) cada día.

“Ya se ha visto que pueden variar muchísimo en los precios sin que varíe la calidad de la misma”, aseveró Marchena.

A la hora de desechar estas mascarillas es necesario que vayan a un basurero con tapa, para así evitar que otras personas la utilicen y para evitar que estas ensucien al ambiente.

De un solo uso

Hay otras mascarillas, comunes en quienes realizan trabajos en construcción o ebanistería o están en contacto con polvo o aserrín. Se conocen como mascarilla higiénica desechable.

En un contexto de pandemia no son tan recomendables, pues su tamaño es mucho menor.

“Debemos cerciorarnos de que tengan un tamaño que nos cubra la nariz, la boca y el mentón. Si es un tamaño estándar no en todas esas personas va a realizar esa función”, subrayó la especialista.

Sin embargo, se recalca que estas mascarillas no están indicadas para la protección de la covid-19, en caso de emergencia podrían usarse en lugares abiertos, donde no vamos a estar mucho tiempo ni vamos tener contacto con muchas personas.

De tela

Dentro de las opciones reutilizables está las mascarillas de tela, que en diferentes presentaciones se encuentran en todo tipo de establecimientos, se venden en las calles y quienes tienen máquina de coser han visto una forma de hacerse las propias o dedicarse a vender.

Incluso, el Ministerio de Salud tiene en su página de Internet un patrón para que las personas la confeccionen.

“Estas pueden ser más frescas (y baratas) que las de tela antifluidos, tienen la ventaja de ser reutilizables, solo debemos lavarlas con agua y jabón; pero debemos fijarnos en varias cosas antes de comprarlas”, especificó la especialista.

Lo más importante es cerciorarse de que tengan tres capas. Una de las analizadas por La Nación, que fue comprada en un supermercado por ¢1.200, resultó solo tener dos capas. Este dispositivo se promocionaba como de tela fresca y ergonómica, resistente a los rayos ultravioleta, pero no mencionaba la cantidad de capas.

También se compró, en el mismo supermercado, un paquete con dos cubrebocas por ¢1.200. Se prometían como “tela quirúrgica no tejida”, algo que Marchena indica es muy importante. También indicaban que era lavable y daban instrucciones de uso. Sin embargo, a la hora de examinarse, se vio que esta solo tenía una capa.

“Aquí también, debemos fijarnos: dice cubrebocas, no mascarilla. Es algo en lo que debemos fijarnos, la medida de protección es una mascarilla de tres capas”, evidenció la infectóloga.

“Una mascarilla de solo dos capas, y aún menos, de una, no nos va a permitir proteger a los demás, debe tener tres capas. En lo ideal, una buena mascarilla va a tener la información de su composición, debemos cerciorarnos de que diga que tiene tres capas”, agregó.

Estos dispositivos de tela también deben cambiarse apenas se humedecen, la que acaba de desecharse se debe colocar dentro de una bolsa plástica o de tela y lavarse al regresar a casa con agua y jabón.

¿Cómo puede saberse cuando debe desecharse? Para Marchena hay un aspecto clave: si la tela comienza a deshilacharse, es momento de botarla.

De tela aintifluidos

Los implementos que se promocionan como los mejores o más seguros son los de tela antifluidos, por lo mismo, se le debe poner atención, porque no todos ofrecen lo que prometen.

Para Marchena, debemos buscar, en lo posible, opciones que nos digan, ya sea en el paquete o en información que se contenga en un papel dentro del empaque, información sobre la composición de la mascarilla y sobre su vida útil.

“Que digan los materiales de los que está hecho, cuántas capas tienen, la cantidad de lavadas que resisten y, por ende, podamos saber cuántas veces podemos lavarlas. Es información necesaria para el consumidor”, evidenció la infectóloga.

Estas mascarillas también permiten hacer diseños con los personajes favoritos de cada persona, o con diseños o las personas pueden buscar combinarlas con su ropa.

“Sí, son muy bonitas, pero eso no basta, debemos cerciorarnos de que tengan esas tres capas”, destacó Marchena.

Las tres capas son necesarias.

Estos dispositivos también deben lavarse después de cada uso con agua y jabón.

De válvula

Las mascarillas con válvula fueron las que el Ministerio de Salud descalificó primero y pidió no utilizar.

¿Por qué? Marchena lo resume así: no protegerían a las personas alrededor del usuario.

“El uso de la mascarilla es solidario. Es para que las personas que portan el virus, pero son asintomáticas y no saben que lo tienen no puedan transmitirlo. ¿Cuál es el problema con las válvulas? Que cuando respira, al exhalar, el aerosol, parte de ese aire que sale, va a ser más potente", recalcó.

Y añadió: "si yo soy portadora del virus y ando confiada de que mi mascarilla es segura, al exhalar, si te tengo cerca, prácticamente te voy a hacer una ducha de virus”.

Respirador N95 o KN95

Los N95 o KN95 se han vuelto populares al considerarse más seguros y de mejor calidad, pero la especialista señala que deben hacerse varias salvedades. La primera es que no se trata de una mascarilla, si no de un respirador.

“Al ser de uso médico tienen un método de colocación, de uso y de retiro muy específico. Si no se hace de forma adecuada más bien ponemos en riesgo nuestra salud y la salud de nuestra familia, porque más bien podrían contagiarse”, manifestó Marchena.

“No es necesario esta inversión. Una mascarilla de tela bien usada nos va a dar mayor protección que un respirador mal usado. Si tenemos acceso a un producto que nos da esa opción de cuidar para cuidarnos no es necesario hacer un gasto mayor en un respirador N95 o KN95”, concluyó.