‘¡Vamos mami!’, gritaba la pequeña Avril frente a la televisión mientras Andrea Vargas volaba por el oro

David Jiménez, esposo de la medallista de oro de 100 metros vallas de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, relató cómo vivieron él y su hija la gesta de su orgullo: la atleta puriscaleña. Él llevó la ansiedad en su interior

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Los nervios se apoderaron de David Jiménez, esposo de Andrea Vargas, la tica bañada en oro en los Centroamericanos y del Caribe. Él se puso frente a su hija de tres años, Avril, como suele hacerlo cada vez que su esposa compite y alistó su teléfono para grabar la reacción de su pequeña.

Andrea, velocista costarricense que dominó la prueba de los 100 metros vallas de los Juegos, tiene gusto por ver cómo vive su principal aficionada sus competencias, ante esto su pareja no duda en guardar esas imágenes para revivirlas cuando Andrea regrese al país.

En esta ocasión a Avril la acompañaron sus primos Santiago, Sebastián y Sofía, quienes durante los 12:90 segundos no pararon de correr frente al televisor.

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Tampoco se hicieron esperar las porras. “Vamos mami, vamos mami”, gritaban todos. Su madre se esforzaba por saltar cada valla y su hija por tratar de trasladar sus gritos hasta Barranquilla.

“Yo exploto para adentro, soy más mesurado, estaba tratando de grabar la reacción de mi hija Avril y sus primos. Después por supuesto que vienen los abrazos y demás, pero yo quiero que ella (Andrea) pueda ver esos recuerdos”, contó David.

Después de describir cómo vivieron la medalla más mediática de la cabeza de la familia, Jiménez revela que él desde la mañana de este 31 de julio tenía claro que hoy sería un gran día. Se levantó con una sensación que algo bueno se daría en la final.

Para ellos, el camino de convertir a Andrea en una atleta élite no ha sido sencillo.

La ausencia de patrocinadores más el sacrificio familiar, al tener una niña pequeña y en muchas ocasiones separarla de su madre por las competencias internacionales, son solo parte de las dificultades que se sortean para hoy recoger los frutos.

“Para mí lo clave ha sido Dios y la familia. Dios tiene el camino bien claro. El hecho de que Andrea se esfuerce como madre, esposa, abogada, eso ha hecho que se incremente la disciplina, pero no solo la de ella, sino también la familiar, porque la verdad es que uno tiene que entrar en el rol de ella”, reveló.

Este ingeniero en telemática, que trabaja en Intel, no escondió que ahora con los resultados a la vista esperan que las puertas de los patrocinios se abran. Aún así esto no ha sido impedimento para el desarrollo familiar.

Por ejemplo, la atleta a sus 22 años ya es licenciada en derecho y profesional del deporte.

“Hay que sortear el equipo, las tenis por ejemplo. Andrea se come un par de tenis en tres meses porque además entrena en asfalto, hemos tenido la suerte de que la Federación de Atletismo y el Comité Olímpico se han acercado un poco más y han brindado apoyo. Al final gracias a Dios hemos podido salir adelante, yo tengo un trabajo estable y todo ayuda”, relató.

El momento más determinante de la carrera de la corredora se dio cuando quedó embarazada de su pequeña.

De hecho, David hizo una confesión que no mucha gente sabía.

“Resulta que, bueno, nosotros quedamos embarazados muy rápido. Usted sabe que lo de los bebés se da por decisión o por bendición de Dios. Ella cuando nos damos cuenta que estaba embarazada también estaba a las puertas del Mundial de Oregon y al final fue al Mundial y corrió con un mes de embarazo, obviamente con el permiso del doctor. Gracias a Dios la salud de Andre es muy buena y eso le permitió muchas cosas que tal vez a la persona promedio no se le permitiría”, mencionó.

Así se mantuvo realizando entrenamientos controlados hasta los siete meses de gestación.

Luego de la llegada de la principal motivación de ambos, la carrera deportivo continuó. Ahora había que acostumbrarse a sacar tiempo de donde no lo hay para entrenar y compartirse las labores del hogar entre ambos. “A veces nos dan las 10 p. m. y Andre apenas viene del gimnasio”, recordó.

Otra nueva experiencia fue ver el comportamiento tanto de Avril como su madre cuando a ella le tocara salir del país para competir. Las primeras veces no fue sencillo, pero la mentalidad fuerte fue vital para cumplir con ser madre y ser velocista.

“A pesar de que Andre constantemente compite, cada vez que Avril la ve se vuelve un momento muy emotivo, es como motivación. Ella (Avril) además es muy consciente de lo que hace su mamá que es entrenar y competir”, expresó.

Pero las virtudes de Vargas van más allá de lo que se ve en la pista de atletismo.

"Andrea es buena, imagínese la calidad de persona que es, ella es mejor madre y esposa. Tiene una disciplina increíble", añadió.

Hoy, con el oro colgando en su pecho esta familia espera con ansias el momento de unirse por medio de la tecnología. Ahora después de acabar la competencia las videollamadas serán más a menudo y Avril y su mamá estarán más cerca, pese a que hasta el sábado podrán volver a abrazarse.