Editorial: Reingeniería en la CNFL

Quizá la pregunta más inquietante es cuándo ejecutará el ICE una reingeniería de sí mismo. Los problemas por resolver en la CNFL están presentes en la casa matriz.

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El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) justifica la intervención en la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) con una larga lista de aspiraciones por satisfacer mediante la reingeniería financiera. Los objetivos, vistos desde otra perspectiva, también constituyen la confesión o confirmación de deficiencias conocidas desde hace muchos años.

Cuando el ICE anuncia la reducción de gastos en la CNFL, por ejemplo, reconoce excesos denunciados de sobra. Asimismo, el propósito de pasar a colones los préstamos en dólares y la intención de establecer un nuevo modelo financiero y contable para la apertura de negocios confirman las alegres políticas de endeudamiento y los fiascos en la ejecución de proyectos.

A manera de ejemplo, basta recordar la inyección de ¢15.000 millones a la CNFL, en el 2017, con el fin de pagar una emisión de bonos colocada en el 2010 para financiar el fracaso de Balsa Inferior, cuyo valor pasó de los $75 millones proyectados a $361 millones. Parecida es la experiencia del Parque Eólico, cuyo costo subió de $21 millones a $54 millones.

La intervención comprenderá modificaciones en el manejo de deudas y procurará la renegociación de los préstamos para disminuir los pagos periódicos, es decir, la administración financiera hasta el momento deja mucho que desear y urge revisarla para frenar el deterioro.

La intervención también aspira a revisar los contratos de mantenimiento de activos y una valoración técnica de los inmuebles no estratégicos. En otras palabras, la empresa, en plena crisis financiera, mantiene bienes innecesarios para cumplir su misión y hay dudas sobre la conveniencia de los contratos de mantenimiento.

Según Irene Cañas, presidenta ejecutiva del ICE, la reingeniería procura asegurar la sostenibilidad de la CNFL, pero el presidente Carlos Alvarado, en su tercer informe de labores, rendido el 4 de mayo, más bien urgió medidas «drásticas» en la subsidiaria para evitar complicaciones financieras a la matriz.

Los resultados del Grupo ICE desmejoraron el año pasado en ¢110.000 millones en relación con el 2019 por el impacto de la pandemia y el encarecimiento de las deudas a consecuencia de la devaluación del colón frente al dólar. Dos semanas antes del informe presidencial, el ministro de Hacienda, Elian Villegas, advirtió de la falta de transparencia del Grupo ICE y sus empresas. El funcionario reveló, con absoluta claridad, su inquietud por el peligro latente para el fisco.

Villegas no es el primer ministro de Hacienda desvelado por las finanzas de la institución y frustrado por la falta de información y transparencia. Probablemente, haya antecedentes de más larga data, pero viene a la mente la fuerte confrontación del ministro Alberto Dent, en la administración Pacheco, por exactamente las mismas razones. De eso hace poco menos de dos décadas.

La intervención en la CNFL, ojalá exitosa, plantea apremiantes preguntas. ¿Por qué hasta ahora? Cada área descrita como blanco de los interventores muestra deficiencias desde hace mucho tiempo, y en todas la falta de rectificación ha causado pérdidas irrecuperables. ¿Por qué esperar una situación límite, con todo y mención presidencial?

Desde los proyectos fallidos hasta la actualidad ha pasado mucho tiempo. ¿Era necesario dejarlo transcurrir para comprender la necesidad de «un nuevo modelo financiero y contable para la apertura de negocios»? ¿Cuándo declarará su satisfacción un ministro de Hacienda por la transparencia del Grupo ICE? Quizá la pregunta más inquietante es cuándo ejecutará el ICE una reingeniería de sí mismo. Por otro lado, los problemas por resolver en la CNFL están presentes en la casa matriz. Esa es la preocupación de Elian Villegas.