Convenio entre UCR y patrimonio devuelve la vida a vivienda desamparadeña de más de 150 años de antigüedad

Casa Delgado Carvajal fue la primera escuela de San Antonio de Desamparados y estuvo descuidada desde 2014; un fallo judicial obligó a restaurarla, hoy se prepara para ser cafetería o restaurante

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El deterioro de uno de los mayores emblemas de San Antonio de Desamparados fue evidente durante varios años. Tanto así que un fallo judicial obligó a los propietarios a restaurarla, pues la edificación tiene declaratoria de patrimonio histórico y arquitectónico.

Hoy, la historia de la conocida Casa Delgado Carvajal es otra. Esta edificación, construida entre 1851 y 1900, está completamente remozada y lista para recibir visitantes.

Un convenio del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC) con la Universidad de Costa Rica (UCR) le devolvió la vida a esta icónica edificación, que en un momento fue la primera escuela de San Antonio.

“Nos sentimos sumamente orgullosos, complacidos y agradecidos. Desde 2014 esta casona se había quedado totalmente abandonada y deteriorada; personas habían maltratado este patrimonio. Hoy verlo completamente restaurado es de gran satisfacción para nuestro cantón”, expresó el alcalde Gilberth Jiménez, quien visitó hace unos días el inmueble junto a varios funcionarios municipales.

En setiembre del 2020 se inició su restauración. Las obras corrieron por cuenta de los actuales propietarios, la familia Koo Li.

“Siempre hubo intención de poner este proyecto en marcha y que la casa recobrara su color y su vida, por dicha se pudo llegar al acuerdo entre todas las partes involucradas para iniciar las obras. La restauración fue un proceso relativamente rápido y se inyectaron los recursos para que avanzara como tenía que ser”, afirmó Kasen Lam, vocero de la familia propietaria.

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El proceso

Antes de iniciar las obras, los propietarios solicitaron la asesoría del CICPC.

El Centro de Patrimonio Cultural buscó, a su vez, el apoyo de la UCR. Este proyecto se convirtió en la tesis de licenciatura en Ingeniería Civil de Ariel Solís.

“Estudiantes y profesores de Ingeniería Civil hicieron pruebas en el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme de la UCR), para ver, exactamente, cuál era la condición de los materiales y cuál era el reforzamiento estructural que se iba a necesitar”, comentó Cristina Salas, arquitecta del CICPC quien brindó asesoría.

“Nos apoyamos en ese estudio que se hizo con la UCR, desarrollamos el plan de restauración del inmueble junto con la arquitecta Sarita Marín, quien estuvo a cargo de las obras contratadas por el propietario”, añadió.

La restauración fue todo un reto, pues las paredes de adobe y bahareque (técnicas de construcción con tierra) estaban muy deterioradas. Algunas partes habían sido vandalizadas y faltaban muchas piezas.

“Fueron tres años de estar planeando este proyecto y por fin ya se logró terminar”, afirmó Marín.

Cirugía mayor

Los especialistas en arquitectura e ingeniería definen a la restauración como una cirugía mayor.

Salas expresó que la intervención debía ser integral. Uno de los retos es que en la casona existen tres técnicas de construcción: la madera, el adobe y el bahareque, y las tres fueron trabajadas simultáneamente.

Por ello se incluyó el reforzamiento estructural de las paredes de adobe con un entramado de madera (especie de cuadrícula).

Restauraron los cargadores de las ventanas y puertas, cerchas y vigas, cielos, paredes y pisos de madera, así como paredes de adobe y bahareque destruidas y que estaban a punto de colapsar.

“Tal vez un 50% de la casa fue totalmente restaurada”, calculó Marín.

La arquitecta expresó que el mayor reto es trabajar con estos materiales de construcción antiguos, donde hay que investigar e ir “paso a paso”.

“Desde hacer el adobe, con la tierra, la boñiga, paja y agua para dejar secar los bloques un mes y poder colocarlos. En las paredes de bahareque, tuvimos que poner la caña brava y también barro con boñiga para hacer la restauración”, señaló Marín.

Se hicieron bloques de prueba hasta lograr la consistencia apropiada del adobe. También se elaboró el repello para adobe, utilizando cal, boñiga y arena.

El principal refuerzo consistió en un entramado de madera de 1 x 2 pulgadas. Este se colocó a ambos lados de los muros de adobe y se amarró con varillas a modo de tornillos pasantes, conectados en la cara superior de los muros con otro entramado, como viga corona. Con esto se buscó generar un confinamiento de los muros o paredes y aportar rigidez para que resistan las cargas que les corresponden.

Para las paredes de bahareque y de madera fue necesario realizar una reconstrucción, debido a que el daño material era demasiado grande como para permitir una reparación. Y, en el caso de los muros de madera, faltaban secciones completas que habían sido robadas, según detallaron los propietarios.

Además fue necesario reconstruir algunos segmentos de los muros, para lo cual se debió elaborar bloques de adobe. Se utilizaron dos tamaños de bloque: grandes para los muros y pequeños para detalles.

Las obras también incluyeron: reparación de la estructura de techo; sustitución de la cubierta de techo; instalación de un nuevo sistema eléctrico; repello y pintura de todo el inmueble; sustitución de columnas exteriores de madera; reconstrucción y restauración de pisos; además de obras complementarias como la restauración de la baranda de madera de la fachada principal.

Nueva vida abierta a visitantes

Los propietarios indican que la casa fue restaurada para que sea del disfrute de toda la comunidad y, aunque en este momento el destino final y el uso comercial no está definido, esperan traer una actividad que permita a todas las personas disfrutar de esta arquitectura criolla de finales del siglo XIX.

“Es posible que la actividad destino de la edificación sea para una cafetería o alguna otra que tenga que ver con comidas; la edificación ya está preparada para albergar este tipo de actividad. Queremos darle la bienvenida a todos los de la comunidad para que puedan venir a disfrutar y a apreciar esta obra arquitectónica criolla tan importante”, destacó Lan.

Por recomendación del Centro de Patrimonio Cultural, los propietarios construyen un pequeño edificio contiguo para la cocina del local, así como la batería de baños para los futuros clientes; de tal manera que no se afecte la casona patrimonial y esta solo se use para atender al público.