Uno de cada cuatro ticos batalló contra síntomas de ansiedad o depresión

Estudio en 64 países afirmó que covid-19 todavía pasa factura emocional, sin embargo, hay problemas que se arrastran desde antes de pandemia

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Uno de cada cuatro costarricenses batalló contra síntomas de ansiedad o depresión que afectaron su salud mental durante el 2022.

Esta es una de las conclusiones del estudio Estado Mental Mundial 2022, realizado en 64 países. Se basó en las respuestas que dieron 407.959 personas en nueve idiomas diferentes.

Según el informe, aunque el impacto a la salud mental no fue tan fuerte como en 2020 y 2021, todavía el año pasado seguimos abatidos por los efectos de la pandemia de covid-19 y no hemos recuperado la calidad de vida emocional que teníamos antes.

El análisis también hace una aclaración importante al señalar que en gran medida el origen del sufrimiento viene también por situaciones que se experimentan desde varios años antes de la pandemia, como pueden ser relaciones familiares o de amistad deterioradas.

Por supuesto, no se puede ignorar que la nueva normalidad que trajo la crisis sanitaria causó nuevas fracturas.

“En 2022 no vemos que la caída en las emociones haya seguido a la baja. No obstante, todavía no hay recuperación de los niveles de bienestar mental prepandémicos, estos se mantienen iguales a los vistos en 2021″, cita el reporte.

Con el 25% de la población afectada por síntomas de ansiedad o depresión, Costa Rica se ubicó en el lugar 38 con menor porcentaje de habitantes con esa condición mental. En ese puesto quedó “a medio camino”.

El promedio mundial de población afectada es de 27%. El país con menor cantidad porcentual de habitantes que luchan con su salud mental es Sri Lanka, con 16,1% y el que más, Sudáfrica, con 35,8%.

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Una calificación ‘satisfactoria’

El estudio también exploró la calificación que se le dio a la salud emocional de las personas. Costa Rica obtuvo un puntaje de 74,6 de 100, una nota considerada en muchas ocasiones apenas para “pasar” un examen, pero que para el informe resulta “satisfactoria”.

Nuestro país ocupó el lugar 18 entre los países con mayor puntaje y salió más de 10 puntos por encima del promedio mundial de 64. Sin embargo, dista del primer lugar ocupado por Tanzania, con una puntuación de 93,6. En el otro extremo está Reino Unido, con un puntaje de 46,2.

En términos generales, los países de América Latina puntuaron mejor que los del resto del globo. El reporte destaca el caso de Tanzania como una excepción. Dentro de los primeros 10 lugares, seis corresponden a América Latina y el Caribe: Panamá, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela, Uruguay y Trinidad y Tobago.

Los autores del informe hacen la salvedad de que estos resultados se basan en la percepción de las personas y lo que estas consideran satisfacción, bienestar, felicidad, así como síntomas de estrés, ansiedad, depresión o tristeza.

Tales consideraciones pueden variar de una a otra, y dos individuos bajo la misma circunstancia pueden sentirse diferentes.

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Más problemas en los más jóvenes

De acuerdo con el reporte, en todas las regiones y países, los jóvenes son los que han sufrido el mayor detrimento en su bienestar. Este estudio solo tomó en cuenta mayores de 18 años, pero de todos, es el grupo de 18 a 24 el que muestra menores niveles de satisfacción con su vida y tiene mayores niveles de síntomas relacionados con estrés, depresión o ansiedad.

“Esto se traduce en el porcentaje de que cada generación más joven tiene más distrés (o “estrés negativo”) en un nivel en el que podría decirse que requieren de ayuda profesional”, destaca el documento.

Dentro de los hallazgos, se determinó que en estos grupos de edad la relación con sus familiares o amigos es mucho más distante y escasa que las generaciones mayores. Por ejemplo, a nivel global, el 10% del grupo etario de 18 a 24 años dijo que no se lleva con ningún miembro de su familia y prefiere no verlos. En los grupos mayores a 45 años, quienes afirman esto son solo el 3%.

Sin embargo, este aspecto se relaciona con las concepciones y dinámicas familiares con las que los diferentes grupos de edad crecieron. El 72% de los mayores de 65 años reportaron haber crecido en un hogar donde había amor y estabilidad, mientras que esto solo lo describió el 46% de quienes tienen entre 18 y 24 años.

Esto impacta directamente en la salud mental. A nivel global, quienes tenían una relación cercana con sus familiares tenían una mejor calificación y solo el 12% luchaba contra síntomas de depresión o ansiedad. En contraste, el 44% de quienes no se llevaban con sus parientes tenían estos niveles altos de manifestaciones depresivas o ansiosas.

Las personas más jóvenes también mostraron menores niveles de relaciones de amistad cercanas. De acuerdo con el documento, es resultado de cambios en el estilo de vida.

“Estamos plagados de atención más individualista y virtual durante unas 7 o 10 horas por día. Esto deja poco tiempo para el esfuerzo requerido para construir lazos sociales. Deportes de equipos, salir con personas y construir relaciones de amistad requiere dedicar tiempo”, subraya el texto.

¿Cómo se hizo el estudio?

La investigación fue diseñada por la organización Mental Health Million Project. Los datos se obtuvieron a través de un test que se tomó en línea y que demoraba cerca de 15 minutos en completarse. La participación fue voluntaria.

Con eso se calculaba una calificación llamada coeficiente de salud mental. Esto captura un espectro de atributos emocionales, sociales y cognitivos. Allí se agruparon atributos tanto positivos como negativos de la salud mental.

Luego se elaboraron diferentes categorías para medir la satisfacción de las personas y sacar la calificación.

Ánimo y visión de mundo. La habilidad para manejar y regular las emociones de forma efectiva y de tener una visión constructiva u optimista del futuro.

Persona social. Cómo la persona interactúa, se relaciona y se ve a sí misma con respecto a los demás.

Motivación. La habilidad de trabajar para lograr las metas deseadas o iniciar, perseverar y completar actividades en la vida cotidiana.

Cognición. La habilidad de desarrollar funciones básicas, como dar sentido a lo que sucede alrededor y a una serie de eventos complejos. La forma de comportarse según los pensamientos.

Adaptabilidad y resiliencia. La habilidad de “mover” el comportamiento y forma de ver las cosas según las circunstancias cambiantes y asumir los retos y obstáculos que podrían encontrarse.

Conexión mente-cuerpo. La regulación del balance entre el cuerpo y la mente.

El próximo año, una nueva investigación verá cómo está el desarrollo de la salud mental y emocional en un mundo en donde las medidas restrictivas que una vez tuvo la pandemia se fueron, pero no necesariamente los impactos a las emociones.

Este no es el primer estudio en advertir daños a la salud mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lideró un estudio con 194 países en el que se vio que, solo durante el primer año de la pandemia, los casos de depresión y de ansiedad subieron en un 25%.