Ticos lejos del hogar: Una escazuceña en Omán tiene el privilegio de disfrutar la mejor comida árabe

Marta Cartín De Lemos vive en ese sultanato desde hace 12 años, por lo que conoce perfectamente las costumbres de esa nación del Golfo Pérsico

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Han pasado muchas navidades desde que Marta Cartín De Lemos se mudó a Mascate, la capital de Omán.

En total, esta será la Nochebuena número 13 que pase en ese sultanato del Medio Oriente, donde vive con su esposo, Felipe Acón; y su hijo, del mismo nombre, quien tiene 13 años.

Una oportunidad laboral impulsó a esta familia a mudarse tan lejos de su patria amada.

Felipe es piloto de avión y no podía dejar la oportunidad de trabajar que tuvo en la compañía aérea omaní, llamada Oman Air, donde es capitán.

No es la primera vez que residen a tanta distancia de la familia. Ya habían pasado tres años en California, Estados Unidos, y otros seis en Panamá.

Viven felices por todo lo que Omán ofrece, incluyendo, por supuesto, la comida.

Esta costarricense hace varios apuntes que pueden despertar su deseo por visitar Omán, para probar alguno de los suculentos platillos. Si lo puede hacer, no deje ir la oportunidad.

Empieza con una fuerte aseveración: “La comida árabe es deliciosa”.

Luego explica que se come mucho cordero y... camello; sí, camello.

¿A usted le gusta el camello?, le pregunto.

“Sí, es delicioso”, me responde sin titubear. La siguiente fotografía que me envió Marta es un platillo con camello.

La variedad culinaria en Omán no se queda allí. Hay muchas opciones para disfrutar y darse unos cuantos gustos.

“Tienen un plato que es cordero cocinado bajo tierra, llamado Shuwa. Es delicioso. También acostumbran a comer muchos dátiles”, reseña Marta.

Los alimentos cocinados bajo tierra, durante varias horas, suelen tener un sabor inigualable.

Los musulmanes no consumen cerdo, aunque los extranjeros pueden conseguir esa carne congelada en Omán, pero a precios elevados.

Además, al probar cada bocado tendrá una explosión de sabor en la boca, debido a la variedad increíble de especias con que cocinan. Por ejemplo, es típico el uso del azafrán, que traen desde Irán.

Las compras las realizan en el llamado Souk, que es un mercado, uno de los más antiguos del mundo árabe y que aún se conserva como fue construido.

Una de las curiosidades de Omán es que es un sultanato. Marta lo explica así: “Aquí el que gobierna es un sultán. Tiene 49 años de estar en el poder, es muy respetado y querido por los habitantes”.

Su nombre es Qaboos Bin Said Al Said, quien recién cumplió 79 años.

Para tomar decisiones, el sultán consulta a su consejo de ministros, pero ayuda al pueblo económicamente y opta por la neutralidad en política exterior, por lo que gana empatía entre su gente.

A la vez, esto refleja la parsimonia con que se vive en ese lugar.

“La vida aquí es muy tranquila y diferente a Costa Rica, las personas son muy tranquilas y pacíficas, son musulmanes, es una cultura muy diferente a la latina; las fiestas son diferentes, no se mezclan entre mujeres y hombres, pero nosotros los extranjeros sí lo hacemos”, describe Marta.

A ella le es imposible no extrañar a su familia y amigos, así como los tamales y chicharrones, muy propios de esta época que llena a cualquiera de nostalgia, sobre todo cuando se vive fuera de las fronteras ticas.

Ella, su esposo e hijo tratan de venir a nuestro país cada año. De hecho, cada visita la consideran muy importante porque desean que su retoño se empape bien de las raíces ticas, máxime que ha estado toda su vida en Omán.

Le entristece un poco la inseguridad en nuestra nación. Incluso, dice que añora que aquí sea como el lugar en el que vive, donde sale sin tener que preocuparse por un asalto.

Durante estos años, varios de sus familiares los han visitado. Además, poco a poco se han encontrado otros ticos que viven allá. Conoce a unos cinco y se reúnen de vez en cuando.

En una ocasión, en un restaurante, conoció a otros compatriotas que estaban como turistas. Una verdadera lotería.

Aunque prácticamente el 90% de los omaníes habla inglés, muchas veces utilizan el árabe para comunicarse con Marta. ¿Por qué lo hacen? Esta costarricense enfatiza que las personas la confunden con una árabe.

“Dicen que me parezco a una árabe”.

Ella habla un poquito de ese idioma, pero opta por comunicarse en inglés.

Vivir en Omán no es sinónimo de desierto. De hecho, Marta debe desplazarse poco más de dos horas y media en automóvil para llegar a esos extensos sitios de arena.

Esto hace que casi no haya tormentas de arena en la capital, como si ocurre en lugares vecinos.

En la capital, en cambio, hay mucha naturaleza e historia.

“Aquí se ven los oasis y montañas donde se siembra la granada real y se produce agua de rosas, también en Salalah es donde se siembra el Frankincense (el árbol milagroso)”, comenta.

De paso, agrega: “También hay una reserva ecológica de tortugas donde se pueden observar esos animales todo el año, orix (antílope con aspecto de caballo) y camellos (dromedarios)”.

Contrario a lo que puede creer, la temperatura en las montañas es cercana a los 20 grados, muy diferentes a los demás países del Golfo Pérsico.

Aunque llueve pocas veces al año, cuando caen los chaparrones el agua corre por los ríos, llamados por ellos wadis, que durante el verano siempre están secos.

Hacer turismo en Omán puede resultar muy interesante, aunque tome en cuenta que los costarricenses necesitamos visa para ingresar, la cual se puede gestionar por Internet.

Eso sí, dicta Marta, el país es musulmán, por lo que se deben respetar ciertas reglas.

No significa que las mujeres deben andar completamente tapadas, como en otras naciones árabes, excepto para ingresar a alguna de las mezquitas.

De hecho, en las playas de los hoteles pueden utilizar traje de baño, como si estuvieran en Costa Rica.

El código de vestimenta para estar en el país se resume en no enseñar los hombros ni las rodillas.

“Si se adaptan a eso, entonces son bienvenidas en el Sultanato de Omán”.

Una sugerencia es que escoja la época para ir, porque si lo hace en verano, las temperaturas se disparan hasta llegar a los 50 grados, mientras que en invierno rondan los 12 grados.

El mejor momento para ir es entre octubre y marzo, debido a las temperaturas agradables.

Marta y su familia están completamente adaptados a Omán, les gusta, se sienten bien y disfrutan cada minuto, en un país lleno de contrastes, pero con opciones culinarias que atrapan a cualquiera.

Datos de Omán

Capital: Mascate

Población: 4,6 millones de habitantes (1 millón menos que Costa Rica)

Extensión territorial: 309.501 kilómetros cuadrados (seis veces más que Costa Rica)

Idioma: Árabe

Moneda: Rial (1 rial son ¢1.486)

Visa: Es necesaria para los ticos. Se puede solicitar por Internet.

Esta es la sexagésima segunda historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.

Todas mis notas de Ticos lejos del hogar y viajes en este enlace