Ticos lejos del hogar: Corea del Sur, ¿aceptaría estas condiciones laborales y se atrevería a probar la sopa bosintang?

El alajuelense Elías Arturo Molina Ocampo vive en Seúl, capital de Corea del Sur, desde el 2010. Llegó como estudiante, pero se enamoró tanto del país que hizo todo lo posible por quedarse

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Apenas empezaba el año 2010 cuando Elías Arturo Molina Ocampo, de 29 años, llegó a la fascinante nación de Corea del Sur, luego de un muy largo viaje desde Costa Rica.

De inmediato, este costarricense, originario de Alajuela centro, sintió una atracción enorme por ese impresionante país asiático.

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Migró por estudios, becado cuando apenas cursaba el segundo año de la Carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA).

La cómplice fue una profesora, a quien Elías siempre tiene presente por abrirle las puertas del mundo. Su nombre: Thais Córdoba, quien le comentó sobre una opción para que cursara el bachillerato en la Universidad Kangnam, en Corea del Sur.

“Animado por ella, apliqué y fui seleccionado. A diferencia de ahora, en ese momento no había mucha gente interesada en optar por becas para realizar estudios en Corea”.

“Vine, estudié un año coreano intensivo, como parte del programa, y luego hice la carrera de Relaciones Internacionales. Parte del acuerdo original es que no me reconocerían nada de lo cursado en Costa Rica, por lo que tuve que empezar de cero. Me gradué en agosto del 2014”, relata Elías.

La emoción en este compatriota se hizo exponencial este año, cuando recibió la residencia. Lo califica como un sueño hecho realidad y delata su intención de quedarse por mucho tiempo en esa nación.

Vive en Seúl, una moderna ciudad que puede ser la envidia de cualquiera.

Elías enfatiza que con los estudiantes extranjeros que llegan a ese país ocurren dos fenómenos: unos le toman tanto cariño que desean quedarse para siempre, como él, mientras que otros lo terminan odiando y desean abordar un avión de regreso lo más rápido posible.

Como su sentimiento fue de amor incondicional, cuando le faltaba poco tiempo para graduarse empezó a buscar un trabajo.

No pasó muchas dificultades para encontrar uno. Una compañía lo contrató y ahí laboró durante año y medio, en el departamento de ventas y mercadeo de televisores para Centroamérica y Suramérica.

“El primer año trabajé en la sede en Seúl, pero luego me enviaron a la sucursal en Ciudad de Panamá, donde solo estuve seis meses, pues renuncié. Lo hice porque mi plan es estar en Corea, no en otro país”, asegura.

Allá vive solo, pues toda su familia sigue en Costa Rica. Con ellos habla frente a frente una vez cada año o cada dos años, cuando viene al país, así como en las ocasiones en que el anfitrión ha sido él.

Sus familiares han ido en diversas épocas del año a visitarlo, pero cuando van en invierno (diciembre a febrero), saben que sufrirán por las bajas temperaturas, muchas veces inimaginables.

“La gente no se imagina que Corea del Sur es un paraíso de la nieve. En invierno cae mucha y por eso se practican deportes como esquí y patinaje”, dijo.

De hecho, cuando Elías llegó a Corea del Sur, había un crudo invierno. Recuerda que todo estaba cubierto de nieve y hacía demasiado frío.

En otros momentos, en cambio, el calor es excesivo (junio a agosto), lo que también lo hace difícil de sobrellevar.

Trabajar en Corea del Sur tiene sus particularidades, muy diferentes a las que estamos acostumbrados los costarricenses. De hecho, como las condiciones laborales en las empresas privadas coreanas son muy fuertes, Elías le dio un giro completo a lo que hacía, además de que mercadeo y ventas no es su área de formación.

Ahora se dedica a la enseñanza. Fue contratado por la Municipalidad de Seúl para trabajar en un proyecto educativo que consiste en clases culturales sobre diversos países para niños, así como de idiomas para adultos. Su nacionalidad hace que Costa Rica sea el único país latinoamericano incluido para las lecciones de cutlura.

Sobre cómo es trabajar en firmas privadas surcoreanas, Elías lo narra así: “En las empresas coreanas, sea que estén ubicadas dentro o fuera de Corea, lo normal es trabajar extensas jornadas. Aunque en las compañías más modernas y en el gobierno el ambiente suele ser más relajado, en las tradicionales existe una jerarquía heredada del ejército. Ir dos años al ejército es obligatorio para todos los hombres coreanos”.

“Esa jerarquía está sustentada en la filosofía confuciana, por lo que a los superiores hay que obedecerlos casi a ciegas. Normalmente los empleados no pueden irse del trabajo hasta que su jefe inmediato se vaya y los jefes se ufanan por dar el ejemplo y normalmente se retiran de su lugar de trabajo hasta avanzadas horas de la noche”.

“También son habituales lo que un periodista de la agencia EFE describió como las borracheras obligatorias pagadas por el jefe, hoeshik en coreano, que es cuando el jefe invita entre semana a todos los miembros del equipo de trabajo a comer y beber hasta altas horas de la noche. Normalmente un empleado, sobre todo si es coreano, no puede rechazar una invitación improvisada y repentina, sin importar si esa persona no toma licor o si ya tenía un compromiso importante para la noche”, explicó.

Elías asegura que la ventaja de esas compañías es que el salario suele ser mayor, pero en su caso, prefiere trabajar en otros sectores, aunque reciba una paga menor, aunque los horarios son flexibles y se respeta el tiempo de cada persona.

A este tico le es imposible olvidar Costa Rica, pues Corea se la recuerda constantemente, como cuando piensa sobre la extensión territorial, pues esa nación asiática es apenas el doble que la nuestra, lo que hace que las distancias sean cortas.

Una gran diferencia, allá Elías se traslada en un tren de alta velocidad, por lo que en tres horas máximo llega al extremo sur.

Además, es un país muy montañoso, aunque las montañas no son tan altas como las nuestras.

Los temblores del 2017 y 2018 también le rememoran nuestra nación. “Estos temblores fueron algo nuevo para la población coreana, porque desde que se empezó a hacer registro de temblores, hace varias décadas, nunca se habían registrado movimientos fuertes”.

Elías extraña los mangos y los tamales para Navidad, aunque disfruta de arroz blanco, uno de los platillos más consumidos en ese país. La diferencia es que las salsas y condimentos picantes se encuentran en cualquier lugar.

Un platillo que le fascina es el bokkumbap, que es un arroz frito que puede ser con pollo, res o camarones.

Si Corea del Sur está en su radar de visitas, tenga en cuenta esta advertencia de Elías: “Normalmente a todas las comidas se les agrega salsa picante, hecha a base de chile rojo, y las sopas también son picantes. También se consume mucho marisco que en Costa Rica se come poco o nada”.

Además, tenga mucho cuidado y apréndase este nombre: bosintang. ¿Qué es? Elías cuenta que es una sopa picante que suele consumirse en los días calurosos del verano.

¿Por qué debe tener cuidado? Por lo general le agregan carne de perro.

“Sobre el consumo de carne de perro, si bien es cierto la gente joven por lo general no la come, no es difícil conseguirla, ni tampoco es cara. En todas partes, incluido el centro de Seúl, hay muchos restaurantes dedicados a la venta de sopa de perro, por lo que no se trata de una actividad clandestina. Los perros que se usan para consumo, son una raza específica, que se cría en granjas especiales para dicho fin, por lo que tampoco es cierto que se coman perros de la calle o sin hogar”, aseveró Elías.

Sobre la exuberante y agitada Seúl, este costarricense asegura que se encuentra casi de todo, excepto las deliciosas frutas tropicales que podemos disfrutar a diario en Costa Rica. El lema es hacerlo todo “rápido, rápido” (pali, pali, en coreano). El río Han divide a la ciudad en dos.

Tuve un poco más de curiosidad y le pregunté a Elías, ¿cuáles son algunas de las costumbres de los surcoreanos?

“Les gusta sentarse en el piso para comer o ver la televisión, también tienen como norma quitarse los zapatos para entrar a las casas y a algunos restaurantes tradicionales”.

“Lo de sentarse en el piso puede ser bastante incómodo, sobre todo si se hace por varias horas seguidas, pero aquí es lo más normal y no por falta de sillas. Mucha gente en sus casas tiene una sala con sillones y televisor, pero prefieren sentarse en el piso. También mucha gente prefiere dormir en colchones sobre el piso que en camas”.

¿Por qué pasa eso?

“Hay una razón histórica, pero el hecho de que lo sigan haciendo obedece simplemente a la costumbre. En el pasado remoto, en invierno se usaba un sistema de calefacción llamado ondol, que consistía en una especie de caldera subterránea que hacía que el piso se calentara y que el calor emanara de ahí, por eso, lo más cómodo era sentarse o dormir sobre el piso”.

“En la actualidad hay versiones más modernas del ondol, como tuberías finísimas de agua caliente que pasan bajo el piso, o un sistema eléctrico de láminas, también bajo el piso. No obstante, a diferencia del pasado, ahora también existen aires acondicionados, aunque los coreanos prefieren usar el sistema de calentamiento del suelo sobre otros tipos de calefacción”.

Cuando le pregunto qué le ha sorprendido más del país que adoptó como su casa, Elías responde que es el hecho de que todo está interconectado; migración, bancos, hospitales, policía, compañías de teléfono, correos, bibliotecas públicas, portales de Internet y un montón de instituciones más.

¿De qué sirve eso? La respuesta es muy sencilla; las autoridades pueden descubrir rápidamente cualquier hecho delictivo. “Si alguien comete una transacción fraudulenta, ya sea bancaria o por teléfono, para la Policía es sumamente fácil determinar quién fue, solo le toma un par de minutos. Se deja poco espacio para el anonimato”, advierte.

Este alajuelense no es el único costarricense en esa nación asiática.

“Hay más ticos acá y como somos relativamente pocos, todos nos conocemos, aunque sea de cara. Un gran grupo lo integran los estudiantes universitarios, que suelen pasar durante el período lectivo en Corea y en vacaciones, que duran casi dos meses, van a Costa Rica”.

“También hay otro grupo de hombres y mujeres ticos casados con coreanos, pero la mayoría de ellos no vive en la capital, sino en otras provincias. Por último, está el personal de la Embajada, así como personas que trabajan en la sede coreana de organismos internacionales”, detalló.

Precisamente, en Navidad o Día de la Independencia, muchos de estos costarricenses se reúnen en la sede diplomática tica para festejar y, de paso, añorar su país de origen, ese que está 13.950 kilómetros, en un viaje entre las nubes de unas 26 horas.

Datos de Corea del Sur

Capital: Seúl.

Población: 51,4 millones de habitantes (10 veces más que Costa Rica).

Extensión territorial: 100.210 kilómetros cuadrados (el doble que Costa Rica).

Moneda: Won surcoreano (1 won surcoreano equivale a ¢0,53).

Idioma: coreano.

Todas mis notas sobre Ticos lejos del hogar y viajes en este enlace.

Esta es la cuadragésima sétima historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.