Entre lo mejor que le pudo haber sucedido a fútbol del país, o más bien, a la salud colectiva, está el ascenso a la Primera División del equipo de Grecia. Y es que más allá de sus logros propiamente deportivos, una vez que Grecia arrancó oficialmente en el campeonato, hemos notado una (maravillosa) involución en el tiempo por lo que se da cuando el equipo juega en casa, sobre todo.
Se trata de estampas con tenor a antaño, familias completas departiendo desde mucho antes del juego, grupos de amigos, la comunidad entera en un puro festejo pero de los sanos, de aquellos que enmarcaban los juegos de los años 70 u 80, antes de que una horda de gamberros que parecen multiplicarse con los años, prostituyera el ambiente en la mayoría de los estadios del país.
En Grecia, no. El benjamín de la primera división está tiernitico y esperamos de corazón que ese candor se mantenga, que las autoridades del cantón extremen medidas para que el convivio de aficionados nunca se vea manchado por pleitos de delincuentes disfrazados de fans, en las tribunas o en las calles.
Lo más bonito es que hemos sabido de gente que asistió a acompañar a equipos rivales, y se sintió tan a gusto en aquel domingo como exportado de décadas atrás, que han seguido yendo al estadio griego.
Así, ya aficionados de otros puntos del país se han ido haciendo clientes del famoso Vampiro (dos tacos y una torta de carne con pan) en la taquería Pira, y ya saben que, si son más intrépidos, se aguantan el no menos popular “Sándwich de taco”. También le han agarrado el gusto a tomarse una birrita en el Bar Saprissa –que seguro ahora se volcó con el equipo de Grecia–. En fin, Grecia es lo que podría llamarse “un equipo para hacer amigos”, qué bonito lo bonito.
La incursión de la mujer en el periodismo deportivo dejó de ser noticia hace 20 o 25 años. Por dicha, pues ahora trasciende la que es buena, la que se documenta, la que estudia y la que permanece actualizada con sus fuentes; el que es bueno, es bueno, indistintamente de su género (y a la inversa, también, hay gente flojita que se para el sol a verlos).
Sin embargo, Mariela Barrantes, quien desde hace poco forma parte del staff de NFL Latino , del canal TD+, merece nuestro espaldarazo no solo porque ya hemos podido apreciar que pinta muy pero muy bien (por contenidos, no solo por su belleza, que está de más recalcar). El tema es que hace poco más de un año, en junio del 2016, de un momento a otro todo el país supo quién era Mariela porque fue la muchacha que eligió Maluma (durante el concierto que ofreció en esa fecha en el país), para subirla al escenario y terminar el encuentro con un beso en la boca.
Vale recordar la clase de basureada pública en redes con la que tuvo que apechugar la también joven madre y empresaria. Para ese momento, nadie sabía de su profesión y de sus otros atestados, la mayoría la linchó por el “pecado” de haberse apretado con Maluma ( jate vos! ).
Ojalá algunos de los que hablaron estiércol en aquel momento puedan ver a Mariela en su quehacer periodístico en pantalla; el programa tiene 10 emisiones por semana en las distintas señales de TD+ (canales deportivos de Teletica disponibles en Cabletica). Ella presenta junto a Alonso Solano, quien es el dueño y encargado del programa. Ahí se las dejamos.
No hay palabras para describir el ángel que tiene el mexicano Adal Ramones, quien la semana pasada asistió a una entrevista para la sección Diálogos de Nacion.com, y se echó a todo el mundo a la bolsa por su transparencia, autenticidad y simpatía.
Su visita a Grupo Nación estuvo plagada de abrazos, saludos, felicitaciones y los consabidos ‘selfies’; con lo que no contaba Ramones fue que, al pedir el baño un momentito, se le llevó al del estudio fotográfico y en lo que abrió la puerta se topó con un mujerón en hilo dental, de metro setenta y pico, maquillada y perfumada.
Acostumbrado a improvisar y a salirse de cualquier embrollo, en aquel momento Ramones se quedó perplejo, tratando de adivinar si era una broma, una trama o una cámara escondida. No dijo esta boca es mía durante unos segundos, hasta que alguien le aclaró que todo había sido una coincidencia, pues en ese momento estaba en una sesión de fotos una de las “Grandotototas” que salen a página completa en el diario La Teja .
Ya mucho más tranquilo, Adal siguió en lo suyo pero, hasta donde supimos, prefirió aguantarse las ganas de ir al baño. ¡Eso se llama ser un hombre precavido!