Mis impresiones de las chicas del Miss Costa Rica 2019

Compartí con las candidatas mientras las entrevistaban para un artículo que saldrá publicado en ‘La Nación’ previo a la final. La lucha de cada una va mucho más allá de una corona: el reto está en sostener su autoestima cuando se ven atacadas a diario en redes sociales.

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Siempre existe una curiosidad latente por saber cuáles son las banalidades que se viven en la intimidad de un concurso de belleza como el Miss Costa Rica. ¿Se llevarán bien?, ¿habrá rivalidad?, ¿la organización tendrá favoritas?

¡No lo niegue! Incluso, quienes no son seguidores de estas competencias, en algún momento de sus vidas se han visto envueltos en una discusión que involucra a una o varias de las candidatas al Miss Costa Rica. Al fin y al cabo, una de ellas representará al país en el extranjero.

Por ahora, esas interrogantes son imposibles de responder en lo que respecta a las aspirantes a la corona de la edición 2019 del concurso. Ya veremos, después de la final, si se revela algo cuando las candidatas reaccionen al conocer el nombre de la ganadora.

Lo que sí puedo decir es que compartir un solo día con las nueve muchachas puede cambiar radicalmente la percepción que se tiene de cada una, cuando lo único que se conoce es lo que ellas dejan ver en sus redes sociales y lo que la organización muestra por las diferentes plataformas de Televisora de Costa Rica.

Las actuales nueve candidatas visitaron las instalaciones del Grupo Nación para un artículo que se está preparando previo a la final, este viernes 19 de julio. En medio de las fotografías, los videos y las entrevistas, pude conversar con todo el grupo.

No vamos a tapar el sol con un dedo: en Miss Costa Rica la belleza física siempre será un valor determinante a la hora de elegir a la ganadora.

Sin embargo, cuando uno está reunido con las candidatas, y empieza a interactuar en un ambiente relajado y distendido, la primera impresión física se empieza a disipar y, al menos en mi caso, cada una adquiere un protagonismo distinto al escucharlas hablar de la realidad nacional, las diferencias personales que han tenido en este proceso y el reto que les significa sostener el autoestima cuando se ven atacadas a diario en redes sociales.

“¡Me di cuenta de un montón de defectos físicos de los que ni siquiera estaba consciente!”, dijo una de las muchachas, cuando al principio de la competencia comenzó a leer los comentarios que la gente le dejaba en sus redes sociales.

“Yo decidí no leer más comentarios para no mortificarme más y disfrutar del concurso”, respondió otra.

Y usted se podrá preguntar: “¿para qué se meten a un concurso de belleza si no les gusta ser juzgadas por su físico?”.

La respuesta es sencilla y hasta obvia: el Miss Costa Rica sigue siendo una plataforma importante para poner a prueba habilidades como el modelaje, la fotografía y el desenvolvimiento personal, con la vista puesta en futuras oportunidades laborales.

También es el pase directo a la prueba máxima del circuito de concursos de belleza: hacerse notar en el certamen Miss Universo, en medio de países que tienen gran peso y tradición como Venezuela, Colombia, Puerto Rico y Filipinas. El objetivo no es imposible: representantes costarricenses como Natalia Carvajal, Fabiana Granados y Johanna Solano ya lo lograron.

Recuerde que a las concursantes de Miss Costa Rica la mayoría del público las conoce hasta la noche de la final, y muchos televidentes no tienen idea que ellas llevan meses de entrenamiento que las somete a interminables horas de ensayo y clases diarias de pasarela, fotografía, dicción y ejercicio físico.

Esta preparación presumo debe ser bastante abrumadora porque el día de nuestro encuentro todas se veían muy cansadas, cuando falta un poco más de una semana para la final.

Aunque todas habían presupuestado ese cansancio físico al inscribirse como candidatas, ninguna imaginó, y fue lo que percibí al hablar con ellas, los ataques personales que recibirán y las comparaciones físicas que hacen de ellas en las redes sociales.

Como dijo otra de las chicas: “Yo he caído a lo más profundo de mi ser y me he vuelto a levantar. ¡No tengo opción!”.

En ese momento los vestidos de diseñador, las plataformas y el exceso de maquillaje dejan de ser tan importantes.

La lucha ya no solo es por la corona y se vuelve en algo mucho más profundo y personal: cómo sobrellevar las decenas de críticas destructivas que reciben a diario e ingeniárselas para fortalecerse emocionalmente sin salir heridas.

Si lo logran, no solo tendrán mucho del camino recorrido para el concurso, sino para la vida misma. ¡Suerte a todas!