(Video) La madrugada sin fin en el parque de San Carlos con Álvaro Saborío como maestro de ceremonias

En Ciudad Quesada nadie parecía dispuesto a dormir, luego de la campeonización de su equipo ante el Deportivo Saprissa. Sabo tomó la batuta en los festejos y todos lo siguieron

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El pitazo final fue el pitazo inicial que desató la fiesta en San Carlos. La noche se hizo corta para festejar, pero la madrugada fue la mejor compañera para alargar una celebración que para muchos no tuvo fin en Ciudad Quesada. Cómo no, si los norteños esperaron 54 años para este momento.

El éxtasis sobre la gramilla del Carlos Ugalde Álvarez se vivió cuando Carlos Acosta levantó el cetro de campeones del Clausura 2019. El estadio fue el epicentro de la algarabía hasta las 12 a. m. Sin embargo, después las réplicas fueron más fuertes en el resto del pueblo, principalmente en el parque de la localidad, donde se vivió un terremoto de alegrías.

La tensión de 90 minutos, con un 0 a 0 bajo riesgo, endeble aunque suficiente para la coronación frente a Saprissa, quedó atrás. Luego de las fotos, las entrevistas, los abrazos con familiares, amigos y hasta desconocidos, los jugadores querían recibir el cariño de su gente en el mismo lugar donde apenas hace un año llegaron con el cetro de la Liga de Ascenso.

¿Habían preparativos para salir por las calles? ¿Los Toros cuadraron la logística o fue algo improvisado?

La confianza sobraba y por lo mismo una carroza estaba totalmente acondicionada para desfilar de inmediato con futbolistas, cuerpo técnico, directivos y allegados. Como si fuera poco, también se tenía una tarima aguardando en el corazón de la ciudad.

Los héroes de la cancha se reunieron con los héroes de las gradas. Pitoretas, banderas por doquier, música, baile, gritos, cánticos y abrazos sobraron para repartir entre propios y extraños, al final, que más daba si todos eran amigos bajo una misma camiseta, la de los sancarleños.

Unos llegaron en un camión, otros lo hicieron a pie. Unos subieron a la tarima, otros gritaban, y no faltó quien invitara a los responsables de la gesta a una que otra bebida. San Carlos se tiró a la calle, no había razón para quedarse en la casa y quien lo hizo, se perdió de un festejo memorable y que quedará inmortalizado, al ser el primero en la máxima categoría.

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Eso sí, si se podía pensar que el instante cumbre se dio con la entrega del cetro, pero nada más alejado de la realidad. En Ciudad Quesada hay un ídolo que sobrepasa a cualquiera y que se le idolatra como a nadie por ser hijo de estas tierras. Cuando Álvaro Saborío tomó el micrófono en el parque todos los fanáticos guardaron silencio y luego explotaron con las palabras del delantero.

“De verdad lo digo, ¡qué rico ser sancarleño! Me siento honrado, orgulloso y feliz de haber nacido en San Carlos. Les quiero agradecer a todos por el apoyo que nos dieron en Segunda División, hace un año estábamos acá celebrando el ascenso y ahora estamos con este título”, señaló un emocionado Saborío.

El discurso siguió hasta donde dejó la garganta o hasta donde la celebración lo permitió: “pusimos la primera estrella en esta camiseta. Somos un pueblo campeón nacional. Cuando era niño iba al estadio e idolatraba a los jugadores de ese tiempo, tal y como ustedes ahora..., bueno, no importa. ¡Vamoooos! ¡Oé, oé, oé, oé, toros, toros...!”, agregó el goleador seguido de un coro ensordecedor.

Obviamente el público se entregó al maestro de ceremonias y era predecible que no iba a faltar el: “Sabo no se va, no se va, no se va, Sabo no se va”. La hinchada sancarleña quiere que su 9 siga en el club hasta que así lo quiera, la edad es lo de menos, porque con 37 años hasta se dio el lujo de ser el máximo artillero de la temporada.

Minutos antes de la 1 a. m. nadie se movía del centro del pueblo, aún era necesario escuchar al líder y la cabeza de este grupo que derribó todos los peldaños e hizo historia. El técnico Luis Marín los complació y se sumó a los discursos.

“Muchas gracias a todos, de verdad que quiero agradecerles de corazón. Venir acá fue una bendición, Dios me puso acá por algún motivo y cuatro meses después acá está la respuesta. De corazón le doy las gracias a este pueblo de San Carlos por este recibimiento y por el apoyo que nos han dado”, manifestó Marín.

La carroza se quedó por 30 minutos más y luego partió, aunque jamás para poner fin a la fiesta. Los norteños se pasearon por el resto de la ciudad, escoltados por sus seguidores y dispuestos a seguir con una celebración que se mantendrá por días y hasta meses.

A las 2:30 a. m. muchos se negaban a ir a dormir, el ambiente seguía prendido. ¿Para qué apagarlo? Ciudad Quesada es el hogar de los nuevos campeones nacionales.

¡Salud campeones! Por más madrugadas así, con algarabía, pero sin el más mínimo incidente. Festejen todo lo que puedan, que se lo merecen.