Guápiles
Como si no hubiera sido suficiente la tortura a la que sometió Santos a Cartaginés apenas el pasado 13 de noviembre, cinco meses después los guapileños demostraron que no tienen misericordia con los brumosos y los volvieron a echar por la puerta de atrás de un campeonato.
Eso sí, a diferencia del certamen anterior, en el que los santistas se impusieron 2 a 3 en el Fello Meza, con tres tantos en media hora, esta vez no provocaron la agonía de los centenarios hasta el minuto 89.
Juan Diego Madrigal, un exblanquiazul descartado por el técnico Jeaustin Campos previo al Invierno 2016, fue el encargado de asestar el golpe que sentenció al conjunto de la Vieja Metrópoli y lo dejó fuera de una segunda fase por quinto campeonato consecutivo.
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El cabezazo de Madrigal, en fuera de juego que no se señaló, apagó la ilusión de los seguidores cartagineses que colmaron el Ebal Rodríguez y de golpe les trajo toda la frustración. Su mística quedó reducida a las incapacidades propias y algún fallo del cuerpo arbitral.
Una vez más la afición de Cartaginés tendrá que observar el desenlace de un torneo por televisión. Desde el Invierno 2014 los brumosos no pasan a una instancia final y si se va más allá, en los últimos 12 campeonatos (desde el Invierno 2011, cuando se implementa el sistema de cuatro clasificados) únicamente pasaron cuatro veces.
Si bien es cierto, Hugo Cruz tampoco pitó una falta dentro del área en el 90+4’ sobre un Adrián de Lemos lanzado al frente como último recurso, el hipotético empate tampoco le servía a los blanquiazules para salvar la temporada, ya que el triunfo de Pérez Zeledón 4 a 1 ante San Carlos los condenaba.
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La distancia entre Santos y los centenarios terminó siendo de un punto en este torneo y de dos en el anterior, aunque la diferencia real fue la ambición de los guapileños.
Este domingo ambos equipos escenificaron un duelo muy parejo, en el que los locales dominaron la pelota, pese a no tener tanta claridad. No obstante, se negaron a morir y por el contrario, reaccionaron para torturar a su rival e impedirle despertar de una pesadilla sin fin.