Editorial: Elogios para el alcalde

Al diputado Fonseca no le bastó con eximir instantáneamente al alcalde de Corredores de toda responsabilidad en la construcción del ‘puente fantasma’, también lo presentó como víctima

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“Me alegra mucho tener un alcalde de ese valor, dignidad y respeto por sus conciudadanos. A partir de este momento, no queda duda en los costarricenses de que todas sus actuaciones han sido conforme a la ley. Usted ha sido víctima…”, dijo el diputado liberacionista Jorge Fonseca a Carlos Viales, alcalde de Corredores, cuando compareció ante la cada vez más risible comisión “investigadora” de la penetración del narcotráfico en los gobiernos locales.

Conmovido por los papelitos del alcalde, consistentes en certificaciones emitidas por funcionarios de la propia Municipalidad, Fonseca hizo la vista gorda a las informaciones de este diario sobre el “puente fantasma”, como dimos en llamarlo en abril, a propósito de su misteriosa aparición.

“Así se tiene que trabajar, y me alegra más todavía que todas las manifestaciones que haya hecho, y que hizo en esta comisión, están respaldadas por certificaciones”, manifestó el diputado.

Un torrente de nuevas informaciones, documentos, testimonios, videos, audios y pantallas de WhatsApp confirman y profundizan nuestras publicaciones de abril. Un humilde maestro de obras de la Municipalidad, que declaró haber recibido órdenes del alcalde para construir el puente y, luego, presiones para guardar silencio, señaló las obvias razones para dudar de los papelitos sobre los cuales el diputado construyó el pedestal de inocencia: las certificaciones son ciertas, no porque el puente no se haya construido irregularmente, sino porque “no existe información de nada en esa oficina, ya que ellos lo hicieron todo por debajo, sin dejar registro”.

Ni las fotos del puente en construcción con vehículos municipales en escena, ni la comprobación de la falta de permisos, ni la detención de Bernabé Chavarría Hernández —presidente municipal y aliado del alcalde—, ni el temor de los lugareños y otros funcionarios a hablar del tema, ni la prueba satelital de la súbita aparición de la estructura en la finca donde un sospechoso de narcotráfico pretendía establecer una embotelladora de agua, sembraron en el legislador la menor duda.

A Fonseca no le bastó con eximir al alcalde de toda culpa instantáneamente. Para desagraviarlo, necesitaba denunciar a los verdaderos culpables: la prensa. Los periodistas de La Nación nos damos por aludidos. Fuimos nosotros, y lo reiteramos con sano orgullo profesional, quienes dimos a conocer la extraordinaria historia del puente fantasma.

Fuimos nosotros, en particular nuestra compañera Natasha Cambronero, quienes cumplimos la tarea que el pueblo de Costa Rica confió a Jorge Fonseca y sus compañeros de comisión.

Fonseca no la cumplió y, además de absolver inopinadamente a su compañero de partido, intentó desviar la atención acusando a quienes sí fueron fieles a su deber. “Todo este proceso ha sido por anónimos, y usted demostró, porque la prensa se ha ensañado con usted y otras personas en decir que usted facilitó la construcción de un puente y un camino. Me alegra tener alcaldes de ese valor y honor...”, afirmó el legislador aquel 21 de setiembre.

En efecto, la información inicial, incluidas las fotografías, llegaron a nosotros por fuentes anónimas, como suele ocurrir, pero en lugar de descartarlas a priori, como hizo el diputado, investigamos, consultamos un par de docenas de fuentes y, con la verdad en la mano, publicamos, no bajo el manto del anonimato, sino con la firma de los autores.

Ningún anónimo y ningún ensañamiento, sino con fidelidad a un deber que Fonseca no cumplió. El incumplimiento, claro está, se agrava con el ataque contra quienes sí honraron sus obligaciones.

Para Fonseca, apegado a un libreto muy desgastado, los culpables somos quienes denunciamos los hechos, no el alcalde ejemplar, de quien se siente orgulloso.

Valor y honor el de nuestra periodista, que viajó a Corredores para esclarecer los hechos y pronto se dio cuenta, con sus compañeros de equipo, de que eran vigilados y sus pasos conocidos de antemano por los encargados de los sitios por visitar.

Juntos, constataron la tensión en la zona y el temor de los entrevistados a hablar. Todo consta en los reportajes publicados a finales de abril, cinco meses antes de la comparecencia de Viales ante los diputados.

La también liberacionista Karine Niño increpó a Luis Ramón Carranza, del PAC, por su escepticismo, y le sugirió disculparse con el alcalde: “Todo le parece raro, todo es raro, pero le traen pruebas y sigue siendo raro. ¿Hasta cuándo vamos a tener una intervención real o justamente una simple disculpa?”. Buena pregunta. ¿Hasta cuándo?