Sin luz para iluminar el apagón educativo

Otra alternativa sería dejar que las escuelas puedan comprar los víveres directamente a productores, en vez de hacerlo a través del CNP con sobreprecios. Pero la ideología del presidente no se lo permite

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La educación es uno de los bastiones de la democracia. A mejor educación, mejores ciudadanos y mayor probabilidad de una buena convivencia entre todos. Al mejorar la educación también aumenta la productividad y, con ella, los ingresos.

Por eso duele mucho el baño de realidad que nos da el informe del Estado de la Educación, cuando nos dice que Costa Rica sufre hoy un «apagón educativo». Tras de que veníamos mal, con un sistema educativo con grandes problemas estructurales, de acceso, equidad y calidad, la pandemia los exacerbó.

El Estado de la Educación analiza con mucho detalle esos problemas, y como la pandemia incrementó las asimetrías de acceso y de calidad de la educación, dejando por fuera a una gran cantidad de estudiantes, sobre todo, los de menores ingresos. Esos son jóvenes que tendrán muy pocas posibilidades de aprovechar las oportunidades que se les puedan presentar a futuro. Una generación perdida.

Solucionar los problemas del sistema educativo no será fácil. Principalmente, porque el informe concluye que se evidencia una muy baja capacidad institucional para reaccionar ante los problemas. El sistema es rígido, incapaz de crear los mecanismos para mitigar los impactos del «shock» de la pandemia, o de evolucionar para adaptarse a las nuevas circunstancias.

Eso hace que el problema sea aún más grave, por dos razones. Por un lado, porque los cambios tecnológicos, cada vez más acelerados, exigen que las instituciones sean muy flexibles, con alta capacidad de adaptación. Lo que antes servía, hoy ya no sirve, y mañana servirá todavía menos.

Por otro lado, la restricción presupuestaria que atraviesa el país obliga a ser ultra cuidadosos con el qué y cómo se gastan los escasos recursos disponibles. Algunos de los cambios estructurales que requiere el sistema educativo implicaran aumentos de gasto e inversión en ciertas áreas. Para adecuar las aulas a las nuevas tecnologías o reentrenar a los profesores, por ejemplo.

¿Cómo hará el gobierno si la regla fiscal para el 2022 le exige, más bien, recortar el gasto público? La señal que envió en estos días es que será prohibiendo que las escuelas hagan obras de mantenimiento. Recortar salarios no es una opción, más bien quería contratar 2.000 cocineras más. Otra alternativa sería dejar que las escuelas puedan comprar los víveres directamente a productores, en vez de hacerlo a través del CNP con sobreprecios. Pero la ideología del presidente no se lo permite.

Así, nunca volverá la luz al «apagón educativo».

lmesalles@ecoanalisis.org

El autor es economista.