Municipalidad de Heredia cierra bar que originó huelga de hambre de vecina

Las autoridades clausuraron el establecimiento que no dejaba dormir a Virginia Lovelia Madrigal. Dicen que solo cumplieron orden sanitaria

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El bar Richys, ubicado en el cantón central de Heredia, fue clausurado de forma indefinida el sábado anterior, ya que irrespetó una orden sanitaria emitida por el Ministerio de Salud. Este establecimiento fue el que originó la huelga de hambre de Virginia Lovelia Madrigal, una vecina que se quejaba del exceso de ruido en el negocio que le impedía dormir.

Consultada por La Nación, la Municipalidad florense respondió que el cierre se mantendrá hasta que Salud “determine lo contrario”. La orden sanitaria fue emitida el martes 22 de marzo y el Ayuntamiento señaló que fue hasta el sábado 26 de marzo que “se determinó el incumplimiento”, sin brindar mayores detalles.

Por su parte, Madrigal dijo sentirse satisfecha de que su huelga de hambre de varios días haya ayudado a identificar las acciones del bar, ya que, según ella, se trata de un lugar en el que siempre hay mucho desorden y escándalo que le quita la paz a los vecinos.

Aunque la Municipalidad aseguró que la clausura fue motivada por la orden sanitaria y no por la huelga de hambre, la manifestante dijo que fue hasta después de que se publicó su caso en este periódico que las autoridades tomaron acciones.

La herediana de 62 años relató que otro dolor de cabeza que provoca la situación es que los clientes del bar se orinan en las aceras del vecindario e incluso defecan en los jardines de las viviendas aledañas. Para ella, esto es muy triste en una ciudad con tanto valor histórico y cultura.

Según dijo, hay otros locales cercanos que tampoco cuentan con aislante de sonido y eso perturba a muchos lugareños que residen ahí antes de que existieran los comercios, como ella, que tiene 50 años de vivir ahí.

Para ella, las autoridades municipales han otorgado un “exceso” de licencias y permisos para levantar demasiados bares en la zona, “sin siquiera consultar a los vecinos”.

“Estamos plagados de bares en el vecindario, operando hasta las 2 a. m. con música en vivo y sin dejar dormir a nadie. Esto ya parece La California (en San José), entonces se está pidiendo al señor alcalde y al Concejo Municipal que restrinja un poco la actividad en estos comercios y que los vigilen, ya que el exceso de ruido es brutal”, expresó.

‘Tema político’

Ricardo Ugalde, dueño del bar Richys, dijo a La Nación que el motivo de la orden sanitaria fue porque su negocio “superó los decibeles permitidos” y por lo tanto debe presentar un plan de confinamiento de sonido para reabrir. Sin embargo, reclamó que el documento no cuenta con una fecha límite de la clausura.

Para él, las acciones municipales se deben a un “tema político” por la presión que hizo la huelga de hambre de doña Virginia y no por un asunto técnico de sonido. Dijo que hay al menos 12 familias de colaboradores del bar que se han visto afectadas por el cierre y que él solo quiere que lo dejen trabajar.

“Ella tiene cinco años de decirnos abiertamente ‘yo no voy a descansar hasta que a ustedes les cierren este negocio, ustedes se van de aquí porque se van’. A los trabajadores míos los ha tratado malísimo, a los clientes los ha insultado y grabado, además los trata de vagabundos”, manifestó el empresario de 32 años.

Ugalde alegó que el incumplimiento de la orden sanitaria que provocó el cierre se dio porque el volumen de un televisor interno estaba muy alto y porque los oficiales municipales contaban con pruebas de que ya se había incumplido con el nivel de sonido en días pasados. No obstante, dijo que nunca le mostraron dichas pruebas.

Además, aseguró que cuando fue a presentar su reclamo al ayuntamiento y el Ministerio de Salud, no quisieron colaborarle ni darle explicaciones.

El propietario del bar afirmó que ya hizo los ajustes necesarios en su establecimiento para volver a abrir, pero que si las autoridades no le resuelven, acudirá a otras instancias e incluso se manifestará al frente del municipio para que por fin le permitan laborar en su comercio, que ya tiene cinco años operando.

“Yo me imagino, abiertamente se lo digo, que como el alcalde ha tenido tantos cuestionamientos, no quiere verse más en problemas. ¿Y qué es lo más fácil? Cerrarnos por pura presión de una señora”, agregó.

La Nación también envió consultas al Ministerio de Salud por este tema y se está a la espera de las respuestas.