Turismo y exportaciones reviven interés por más obras portuarias en Costa Rica

Proyectos públicos y privados impulsan construcción de terminales de cruceros, atracaderos y modernización de puertos de carga

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Proyectos públicos y privados impulsan la construcción de terminales de cruceros y atracaderos, así como la modernización de puertos de carga.

En los próximos años, si se concretan las iniciativas que avanzan en etapa de estudios, trámites y permisos, Costa Rica podría recibir grandes cruceros con miles de turistas en cada región costera: Caribe, Pacífico norte, central y sur.

Esas zonas también contarían con lujosos desarrollos de marinas para yates y catamaranes, que suelen venir acompañados de hoteles o condominios residenciales que activan las economías locales.

Además turistas extranjeros y nacionales dejarían de batallar entre el barro y las olas para subirse a botes o pangas para trasladarse a destinos turísticos, pues se contaría con decenas de atracaderos.

Pero también los exportadores e importadores nacionales tendrían puertos con servicios eficientes y con la posibilidad de exportar todo tipo de productos a los principales mercados del mundo.

Y por último, el país tendría mayor seguridad energética al disponer de muelles en ambos mares para importar combustibles.

Sin embargo, para llegar a hablar de todos esos proyectos el Estado tuvo que superar un grande letargo en infraestructura marítima.

Durante años el mapa portuario de Costa Rica, estuvo intacto, guardado y con polvo en las gavetas de las instituciones encargadas de velar por las obras.

Interés

La construcción de la Terminal de Contenedores de Moín (TCM), que comenzó a operar en octubre del 2018, parece ser el responsable de romper el impás en que cayó nuestro país.

Cuando la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva) entregó la carga al megapuerto, se encontró ante la urgente necesidad de encontrar nuevos negocios.

Entonces, rebuscó en los escritorios de la institución, en donde encontró el plan maestro que tenía guardado desde 2008.

Esos estudios proponían, entre otras obras, la construcción de un complejo turístico portuario en el muelle alemán.

La obra, cuya etapa de preinversión se iniciará en el primer trimestre del año, contempla la construcción de una terminal de cruceros y una marina para yates.

Cuatro empresas anunciaron su interés en asumir la concesión. Una de las ellas presentó una oferta formal ante el Consejo Nacional de Concesiones (CNC).

Dicho proyecto, de Green Gate Legacy, costaría $300 millones y contaría con un hotel y un centro comercial, entre otros atractivos.

Comercio

Mientras la construcción del megapuerto de Moín satisfizo las necesidades del Caribe, puerto Caldera continúa arrastrando importantes rezagos en el Pacífico.

En esa terminal solo pueden atracar buques viejos y anticuados para las necesidades del mercado.

Por esa razón, el Instituto Costarricense de Puertos del Pacífico (Incop) urgió al Gobierno modernizar esa terminal.

El nuevo puerto le abarataría los procesos logísticos a los exportadores e importadores nacionales, además de abrirles nuevas ventanas al gigantesco mercado asiático.

El Gobierno prepara un proceso licitatorio de la concesión para modernizar Caldera.

Varias empresas competirían en esa concesión, entre ellas la Sociedad Portuaria de Caldera (SPC), actual operadora.

Sin embargo tendrá que competir con el interés de Emiratos Árabes de invertir en ese puerto a través de su empresa estatal DP World. También con la firma filipina International Container Terminal Services Inc (ICTSI).

Combustibles

Ahí mismo, en las cercanías de puerto Caldera, la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) pretende construir una terminal flotante para importar combustibles.

La empresa estatal solo dispone de su plantel en Moín para ese fin, sin embargo una eventualidad de grandes proporciones, como un desastre natural, provocaría el riesgo de que la economía nacional quede desabastecida de combustibles por días o semanas.

Esa institución avanza con la etapa de factibilidad del proyecto que tendría un costo de $170 millones, incluyendo obras complementarias.

Cruceristas

Puntarenas también urge la intervención de su terminal de cruceros, pues no puede recibir las embarcaciones más grandes.

Sin capacidad para atender esas naves, Incop se ve obligado a enviarlas a puerto Caldera, lejos de los atractivos turísticos de Puntarenas, cuya economía resiente no recibir a esos viajeros.

Según proyecciones del plan maestro del Pacífico, para el 2040 atracarían en Puntarenas cerca de 230 cruceros con más de 460.000 pasajeros.

Sin embargo, para aprovechar esa oleada de turistas, la ciudad debe contar con la infraestructura y planificación adecuadas.

La inversión propuesta para Puntarenas es de $6,5 millones. El Gobierno intentará dar en concesión la obra, luego de resolver el futuro de Caldera, según explicó Juan Ramón Rivera, presidente ejecutivo de Incop.

“Ya tenemos empresas interesadas. La idea es convertir a Puntarenas en un puerto base para turistas y para eso hay que hacer varias cosas: un parqueo para los buses, una terminal para recibir a los cruceristas, tener facilidades de tiendas y locales comerciales”, afirmó Rivera.

El complejo marítimo turístico de Limón, la ampliación de puerto Caldera, la construcción del muelle petrolero y la modernización de la terminal de cruceros de Puntarenas son obras que la actual administración prevé desarrollar durante su periodo, por lo que podrían estar listas, en proceso de construcción o licitadas antes de 2022.

Nuevos destinos

Mientras esos planes avanzan, otras iniciativas surgen en el Pacífico sur y norte.

El plan maestro contratado por Incop propuso una inversiónde $3 millones para recuperar el deteriorado muelle de Golfito, en donde hoy solo atracan algunos barcos para mover la palma que se cosecha en la zona sur.

Ese estudio plantea construir una terminal de cruceros y adecuar el muelle industrial para que también reciba embarcaciones con vehículos de importación.

La empresa nacional Enjoy Group, que administra hoteles y restaurantes, pretende asumir la terminal de cruceros.

La firma especializada en hospitalidad, recién anunció que tomó la concesión de la marina de Golfito, lujoso complejo que un grupo norteamericano dejó botado a mediados del año pasado.

Su propósito, y el de las autoridades, es convertir a Golfito en un nuevo destino turístico.

“Golfito representa una oportunidad como pocas en Costa Rica. Cuando la gente termine de descubrir lo que realmente es Golfito, tanto turistas nacionales como extranjeros se van a sentir muy atraídos. Además, tiene un aeropuerto que lo acaban de remodelar, cuatro parques nacionales y mucha vida silvestre”, afirmó Rubén Pacheco, presidente del grupo inversionista.

En una etapa mucho más inicial, la Municipalidad de Carrillo, hoteleros y empresarios de la zona, intentan desarrollar un proyecto para construir una terminal de cruceros en Playas del Coco.

El Pacífico podría contar con un circuito con cuatro destinos costarricenses, pues en Quepos también se busca hacer una inversión para adecuar el muelle actual.

En este último caso, los cruceros atracarían cerca de la costa, y los viajeros se bajarían en embarcaciones más pequeñas para llegar a la playa.

Marinas

Si el mapa portuario costarricense fue modificado en estos últimos 20 años, fue por el capital privado que levantó marinas, complejos portuarios usualmente acompañados de hoteles y condominios residenciales.

La marina Los Sueños, inaugurada en el año 2000, fue la pionera en Costa Rica.

Dos décadas más tarde, el país cuenta con cuatro marinas más: Papagayo, Pez Vela, Golfito, Banana Bay.

Esos complejos ofrecen 789 puestos de atraque para yates y catamaranes. Actualmente tienen una ocupación promedio del 68% de los espacios, la mayoría ocupados por embarcaciones de extranjeros.

Además, esas marinas aportan 1.800 puestos de trabajo, según cifras del Instituto Costarricense de Turismo (ICT).

“Las marinas han permitido también desarrollar la pesca turística, que es un gran atractivo del país. El impacto socioeconómico que generan estos proyectos es importante para las economías locales”, afirmó Óscar Villalobos, director de la Comisión Interinstitucional de Marinas y Atracaderos Turísticos (Cimat).

Esta industria en nuestro país está en etapa de maduración. Cuatro grupos están interesados en desarrollar nuevos proyectos: Flamingo, El Coco, Bahía Cocodrilo y Gaviotas.

Muelles

Por otra parte, ni las autoridades recuerdan con exactitud cuándo fue la última vez que el Estado invirtió recursos para construir un atracadero.

El problema es que la falta de infraestructura tiene a turistas nacionales y extranjeros sorteandoel barro y las olas para embarcarse en botes que los transportan a destinos frecuentes.

“Este país se ha posicionado como uno de los desitnos turísticos más atractivos del mundo. Hay una cantidad de lugares en donde van los turistas que si quieren ir a hacer un paseo en bote, tienen que montarse en las lanchas entre las olas y todo lo que eso puede implicar, es peligroso. En este país, hace décadas no se construye un atracadero público”, afirmó Rivera.

Ese es uno de los problemas que deben afrontar los vacacionistas, por ejemplo, en La Pavona, en Pococí, Limón.

Los viajeros parten de ese punto rumbo a Tortuguero, uno de los principales destinos del Caribe.

La construcción del atracadero de La Pavona es una de los 13 que están en proceso de trámites.

Incop prevé levantar 10 muelles en el Pacífico: Montezuma, Isla Tortuga, Isla Chira, Isla San Lucas, Isla Venado y Pitahaya, en Puntarenas; Playa Zancudo y Pavones, en Golfito; Bahía Drake, en Osa; y Playa Tambor, en Cóbano.

Entretanto, el ICT aportaría tres obras similares en el Caribe: Cahuita y Puerto Viejo, en Talamanca; y La Pavona, en Pococí.

Sin embargo, las autoridades reconocen que este tipo de proyectos afrontan un fuerte peligro de que no se concreten, pues muchas veces son cuestionados ante los tribunales ambientales, o tienen que superar acciones en la Sala Constitucional.

“En el caso de Puerto Viejo tuvimos la desgracia de que nos impugnaron ese proyecto en la Procuraduría Ambiental y en la Contraloría (General de la República), a pesar de que tenemos los permisos ambientales. Por ello también detuvimos el proyecto en Cahuita, pues los problemas dentro de la comunidad nos limita”, reconoció Gustavo Álvarez, director de Gestión Turística del ICT.

Hasta que no se resuelvan esos problemas, las autoridades no podrán avanzar con los atracaderos.