Angustia de una madre inspiró ayuda para 1.200 niños necesitados de útiles

Congoja y sacrificio de una mujer soltera con cuatro menores, mueve a uno de ellos, desde hace 12 años, a llevar materiales a zonas en pobreza y territorios indígenas

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“No puedo dejar de pensar en mi mamá cuando hacemos esto, para ella siempre fue una angustia cada año, ver cómo nos daba útiles y siempre su sueño fue que lográramos estudiar”.

Así recordó Giovanni Rodríguez Rodríguez a su mamá,Nidia Rodríguez Rodríguez, fuente de inspiración para llevar ayuda a niños necesitados y aliviar la angustia de otras madres. Este curso lectivo, los beneficiados fueron 1.200 menores en 25 escuelas.

De eso se trata el Proyecto Iriria, una iniciativa creada por Giovanni Rodríguez y un grupo de montañistas, quienes desde hace 12 años entregan paquetes básicos de educación primaria a menores en escuelas de territorios indígenas o zonas con bajo desarrollo social.

Con las manos extendidas, cada uno recibe un salveque dentro del cual descubren sus cuadernos, lápices, borradores, sacapuntas y otras herramientas con las cuales sentarse a gusto en el aula.

“Me encantaría contarle (a su mamá) que ahora en casa hay una biblioteca muy chiva que ya que no hacen falta cuadernos, que además en 12 años de esfuerzo gracias al apoyo de mucha gente y empresas hemos logrado alcanzar más de 35.000 niños”, aseguró el hijo en referencia a este esfuerzo que ha movilizado ya ¢332 millones sin incluir gastos de logística de distribución y las horas de voluntariado.

Por desgracia, él y su mamá ya no pueden conversar pues ella murió en 1995 de cáncer; tenía 44 años. No obstante, el vacío que dejó la madre sigue presente en su empeño y memoria.

Nidia Rodríguez Rodríguez nunca pudo estudiar porque cuando tenía 15 años comenzó a trabajar como operaria en la fábrica Laquinsa S. A. donde laboró hasta su fallecimiento. En su familia, había necesidades y esa tiranía material le impidió mantenerse en las aulas.

Luego se convirtió en madre soltera de cuatro criaturas a quienes dejaba bajo los cuidados de su mamá, Josefina Rodríguez Saborío, mientras trabajaba.

“Cada curso lectivo, siempre era complicadísimo, pedía prestado; por un lado, un tío nos regalaba tres o cuatro cuadernos. Yo estaba chiquillo, pero veía las angustias. Siempre nos hizo mucho énfasis en que estudiáramos; estudien porque es la única manera de salir adelante”, comentó Rodríguez Rodríguez quien posee una maestría en Ingeniería industrial con énfasis en manejo de recursos naturales.

El Proyecto Iriria conecta con esta historia familiar de superación y sacrificio.

Este año, los materiales llegarán a partir de este martes a escolares en Isla Chora (Guanacaste) y otros en escuelas a orillas del río Sierpe y Cabo Blanco; en Puntarenas. Del mismo modo, en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Chirripó en comunidades como San Gerardo y Herradura; así como otros en Alto Coen, Talamanca y Gandoca en Limón y hasta Bonifé (en Sixaola).

“Por mi trabajo en temas de montañismo, empecé a ver las necesidades en los pueblos indígenas, hasta que hace 13 años empezamos con 80 paquetes y mire por dónde vamos ahora. Y cada año es igual: no puedo dejar de pensar en mi madre”, agregó.

La iniciativa ha llegado a proveer a 3.500 menores en el mismo arranque de lecciones, pero este año fueron 1.200 nada más porque, según cuenta, después de la pandemia ha sido retador conseguir los mismos apoyos.

Para escoger las áreas de ayuda, buscan los lugares guiándose por su índice de desarrollo social; específicamente aquellas comunidades en riesgo donde, por su experiencia, saben que esos niños atraviesan necesidades.

Cuando concluya la distribución de útiles esta semana, comenzarán otro ciclo de ayuda, el cual prevén reactivar en unos dos meses, cuando retomarán la campaña de recolección para llevar útiles a más estudiantes en el próximo ciclo lectivo; siempre inspirados por el esfuerzo de doña Nidia.