Rock Fest 2022 y el mural en Parque Viva del que nadie podrá escapar

Sam Kirk y Jenny Q, una talentosa pareja de artistas, ideó un mural que congrega todos los sentimientos que evoca el festival de rock tico, el cual se celebrará por todo lo alto este sábado 14 de mayo

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“El arte me ha acompañado toda mi vida”, expresa Jenny Q. Dice la frase como un hecho irrefutable y una especie de filosofía, no como una presunción. “El arte está en todas partes y una vez que uno entra en contacto con cualquier forma, con cualquier expresión, se obsesiona”, agrega convencida.

Jenny Q está desde la pantalla de Zoom enviándole sus mejores vibras a Sam Kirk, su pareja y cómplice en la aventura del arte público. “Ahora a ella le corresponde retratar lo que hemos tenido en nuestra mente durante tanto tiempo”, dice entre risas Jenny.

Ambas artistas se encargaron del diseño del mural que será pintado en Parque Viva con miras al Rock Fest 2022, el evento que conmemorará los 25 años de una de las congregaciones culturales más grandes que ha vivido el país.

El 14 de mayo, en La Guácima de Alajuela, se montarán tres tarimas dispuestas para 12 horas de música, pero al lado de los altoparlantes, el sudor y los gritos, un gran mural de 18 metros de alto custodiará a todos los roqueros que quieren revivir los buenos tiempos y saborear la música hecha en casa.

“Es intimidante, lo confieso”, dice riendo Sam Kirk. “Estoy muy consciente de lo que significa el evento para Costa Rica y da una emoción que se mezcla con nerviosismo, porque queremos que quede lo más bello posible para una fiesta así de grande”.

Ambas artistas conversaron sobre sus impresiones, deseos y sentimientos que les evoca llegar al país desde Estados Unidos, para retratar una fiesta tan peculiar. A falta de pocos días para el Rock Fest, la emoción se siente en sus palabras.

Una fiesta gráfica

Jenny Q es una artista afrolatina que nació en Brooklyn, pero, como ella misma dice, fue criada en todo el mundo. Entre los países que configuraron su infancia está Costa Rica, específicamente Limón, donde la música acompañó sus días.

Su padre, Mario Cunnigham, la crió bajo el maravilloso método de vivir la música 25 horas al día, 8 días a la semana. Jenny creció con la imagen de su padre acompañado siempre de otros músicos, tocando, cantando, bailando.

Así fue como probó, disciplina por disciplina, todo lo que tenía a la mano, hasta que encontró en el arte público una forma de expresión que le sabía diferente. “Es que los murales son colosales, nadie escapa de un mural. Te atrapan, los ves y querés ser parte de eso. Creo que es lo más emocionante del arte público: que te hace sentir parte de la ciudad, de la comunidad”, cuenta Jenny.

Sam Kirk, por su parte, nació en Chicago y, aunque también su crecimiento se produjo por muchas mudanzas, conoció Costa Rica gracias a Jenny. Ya esta es la cuarta vez que visita el país y cuenta que, desde la primera ocasión en que tocó tierra tica para conocer a los familiares de Jenny, sintió un aura especial.

“Es una cultura que sin dudas estuvo en nuestra cabeza para el mural que desarrollamos. Una forma de ser del tico que se podía reflejar también mediante colores, mediante texturas. El Rock Fest es una celebración y para mí el costarricense lleva la celebración y la fiesta en su ADN”, apunta.

Para ella, los murales tienen una capacidad de asombro especial. “Estar frente a una obra así, frente a una pared en blanco con posibilidades, retoma mucho mis sentimientos cuando crecí. Para mí el arte fue una forma de entender mi identidad, de ayudarme a darme a entender como una persona queer. Es la forma de expresión más grande y siempre que me enfrento a la posibilidad de pintar, lo veo desde el retrato de una experiencia en particular, de lo que significa algo para una sociedad”, agrega.

El mural en cuestión presenta a dos mujeres celebrando la música. Una de ellas lleva la mano cornuta, el símbolo universal del rock, mientras que la otra toca una guitarra eléctrica mientras se miran a los ojos. Sobre ellas aparece una suerte de carreta típica rodeada de ornamentos.

Unas pequeñas claves de Sol acompañan cada trazo de la carreta tradicional y, al fondo, aparece la Catedral Metropolitana para acompañar la imaginería costarricense que lleva el diseño. Debajo de los cuerpos femeninos, una variedad de flores crece para, por supuesto, no dejar pasar la naturaleza tan característica de nuestro país.

“Fue un proceso de intercambio de ideas muy grandes”, cuenta Jenny, “porque están todos mis recuerdos más las impresiones propias de Sam. Un país es distinto para cada persona, así que partimos de que el arte fuera el centro; de que todo lo que se presente sea parte del espíritu de Costa Rica, de ese ‘pura vida’ que por tanto tiempo se ha tratado de diseccionar”, añade.

Todo un reto

Desde que Ernesto Adduci, organizador del RockFest, contactó a la pareja para hacerla parte del evento, las ideas florecieron. La lluvia de posibilidades acompañó a Sam y a Jenny por semanas hasta que pudieron confeccionar el diseño final que tanto encantó a la producción del festival.

A pesar de esa emoción, Jenny no vendrá al país para pintar el mural, sino que todo ha quedado en manos de Sam. La razón es muy sencilla: Jenny está embarazada.

Pero eso no detiene su corazón: desde su cuarto, transmitiendo para esta entrevista, lleva puesta la camisa oficial de Rock Fest. A su lado tiene el vinilo oficial del festival que contiene 25 canciones que reflejan la historia del festival.

“¿Es que has visto esto?”, pregunta, sacando de su escritorio el vinilo. “¡Es una maravilla! Me ha nutrido la cabeza de ideas, de bandas que no conocía y que son maravillosas. Eso ha sido esta experiencia. Algo único, algo que me hace estallar la mente”, dice, nuevamente, entre risas.

Aunque no podrá venir a pintar por el embarazo, la emoción la lleva intacta. En sus palabras, es una gran fiesta de la que le enorgullece ser parte desde su frente. “Es una circunstancia que no me aleja espiritualmente de estar ahí pintando junto a Sam. Ha sido un buen proceso de creatividad que une nuestros corazones y, aunque no dé el brochazo, me siento parte”, admite.

Sam, por su parte, encoge sus hombros en signo de humildad. “Me toca a mí”, dice con una risa tímida. “Por supuesto, tendré a una muchacha espectacular como asistente, pero bueno. Es el momento de dirigir este proyecto”.

Para Sam, es relevante mirar este trabajo como una forma de visibilizar la mirada femenina y queer dentro de espacios públicos. “Nos emociona mucho poner nuestra obra en un país como Costa Rica, que tenemos presente que legalizó el matrimonio igualitario en el 2020. Visibilizar otras miradas, otras artistas en un espectro que usualmente es dominado por hombres para nosotros es relevante”, dice Sam.

“Es, como te decía al principio, parte de la expresión que buscamos en el arte. Es nuestra visión al lado de una serie de conciertos que serán hermosos, que representarán mucho para muchas personas. Es una parte importante de la historia cultural que nos hace feliz ser parte”, agrega.

“Yo no tengo más que suscribirme a todo lo que dice Sam”, cuenta Jenny. “Yo no he parado de oír las canciones, de imaginar a todos los que estarán ahí. No seremos parte de la música, pero sí del espíritu. Nos corresponde tratar de reflejar el espíritu de toda una tribu dedicada al arte. ¿Qué más emocionante que eso si nosotras hemos dedicado todos nuestros días a lo mismo? Es felicidad y más felicidad”.

Sobre el Rock Fest

El Rock Fest, a realizarse el sábado 14 de mayo, está pactado para dar inicio a las 10 a. m. y se extenderá durante 12 horas en el anfiteatro Coca-Cola de Parque Viva. Las entradas están a la venta en el sitio www.eticket.cr; los precios van de los ¢15.000 hasta los ¢26.000 (niños menores de 12 años entran gratis).

Acompañado al festival está disponible el vinilo de colección y el libro Rock Fest: Desde el asiento del conductor’. El libro tiene un costo de ₡15.000 y se consigue exclusivamente en Librería Internacional.

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