The Great Wilderness: una cruzada contra fantasmas y demonios

La banda costarricense de dream rock presentará este viernes su primer disco de larga duración, en el que se propone batallar contra la zozobra de la vida moderna

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Hasta ahora, este es el momento más emocionante en la historia de The Great Wilderness, dice la cantante, guitarrista y compositora Paola Rogue. La actualidad del grupo es la más conmovedora en su lustro de vida. Quizá tiene algo que ver con que esta semana saldrá su primer disco o, simplemente, con que la banda siga existiendo, tras tiempos de grave estrechez.

Los últimos 12 meses han sido desafiantes para esta empresa, que dice interpretar un género llamado dream rock y que se dio a conocer en el 2009, en Costa Rica, como parte de una generación artística que ha estampado dinamismo y variedad a una escena musical que parecía estancada en un rock conformista durante otros años.

En medio de cambios de alineación, el grupo nunca se alejó del objetivo de grabar un disco de larga duración, proceso que duró más de un año y en el que también mediaron factores como disponibilidad, economía y oportunidades.

Por supuesto, esa revolución que estalló desde lo interno de la banda, tuvo mucho que ver con el resultado final de la aventura, con aquello que ahora exterioriza en un álbum de nueve canciones.

“Era una situación abrumadora. No sabíamos qué iba a suceder, hubo muchos cambios y tuvimos que enfrentar partes difíciles, pero caer no era una opción. Quisimos contar una historia relacionada con cómo enfrentamos los miedos y eso que creemos que es lo peor que puede pasar”, relata Rogue.

Luz. In the Hour of the Wolf es el título del primer álbum de The Great Wilderness. La frase, que significa "en la hora del lobo" hace referencia al “momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, y cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos”, según Ingmar Bergman, director sueco de una película de 1968 del mismo nombre.

Para Rogue, el significado es más literal, aunque también de inspiración nórdica: “La hora del lobo es entre las tres y las cinco de la mañana, cuando llegan los lobos a buscar a los niños y a comérselos”.

La metáfora trasciende más allá de la realidad del grupo y de sus integrantes, y apunta a una sociedad que, sin duda, ya no experimenta la hora del lobo, sino que vive la vida del lobo. Encarar ese miedo, saberse capaz de superarlo y, con ello, seguir caminando, despojándose de toda zozobra; esa es la premisa.

Para un grupo con una sombría obra previa, este no es un patrón, sino una convicción; en dos discos cortos y un sencillo –lanzados entre 2010 y 2011–, The Great Wilderness ha abordado temáticas como la exploración interna, la claustrofobia, la ansiedad, el determinismo y el pos-Apocalipsis.

“Se trata de tomar esos miedos y esa oscuridad, pero enfrentarlos desde un punto diferente al que predominaba en los otros discos”, revela Rogue. “Ya no los enfrentamos desde el pos-Apocalipsis, donde había un montón de oscuridad y miedo y ‘salven a los niños’ y ‘cuiden todo esto’, sino desde el punto en el que están sucediendo cosas que no nos gustan, pero podemos decir ‘estoy despierto y estoy vivo’" (como canta en el tema Hexagon, que se puede escuchar en el Bandcamp del grupo).

“Estamos un poco desconectados como criaturas vivientes”, continúa. “Estamos asustados, encerrados en nosotros mismos, y eso se plasma en el disco. No podemos evitar influenciarnos por lo que sucede a nuestro alrededor, lo que vemos en las noticias, en las caras de las personas en la calle. Puede que todos estemos un poco locos, pero estamos despiertos y estamos vivos. Estamos admitiendo que estamos encerrados en la hora del lobo y es importante salir de ahí para sentirnos mejor como seres humanos. No necesitamos estar siempre tan asustados; estamos aquí”.

Aquí. Costa Rica no es un lugar que colectivamente abrace propuestas como la de The Great Wilderness, en la que convergen géneros y culturas relativas al shoegaze, post-punk, literatura oscura y cine alternativo de antaño. Su música no es para las masas, y ninguno de sus integrantes pretende engañarse con ilusiones de grandeza que sobrepasen el poder abrumador de la música que interpretan.

Rogue cree que están en el país equivocado, pero reconoce que esta realidad alimenta su obra. “Creo que la historia sería muy diferente si estuviéramos haciendo lo que hacemos en otro lugar. Es un asunto cultural; no estamos apelando al tipo de música que se acostumbra hacer en Costa Rica, y está bien. También hay muy poca gente, con gustos muy variados, y obviamente los que van a coincidir con nosotros son todavía menos”, comenta.

“No es que nosotros tomamos un montón de cosas del extranjero y seamos unos traidores, porque también agarramos cosas que suceden acá y las usamos”, explica la artista. “El impacto cultural, el impacto urbano, la forma en que vivimos la ciudad deja impacto en uno; la forma en que la ciudad nos toca. En estos días electorales, he sentido a muchas personas resignadas; esa desilusión nos afecta y ese deseo de que las cosas mejoren también. Todo eso queda plasmado en el arte”.

Para resolver el problema de la ubicación, han encontrado soluciones: la banda goza de una fiel base de seguidores en Costa Rica, que con sus entradas a los conciertos y el aliento de compartir canciones, inyectan gasolina al cuarteto. Ese combustible se mezcla con perseverancia y abre más puertas, como las numerosas veces que ha podido presentar su obra en el extranjero.

“Hace 10 años, a uno le decían que lo más grande que iba a hacer era abrir el concierto de un artista internacional. Un aspecto positivo de la globalización es conectar con personas y plataformas clave, para compartir mejor su arte”, alega. “No es necesario tener un montón de dinero para hacer cosas, pero sí darse un chance de probarse a sí mismo. Hay festivales afuera en los que uno siempre puede participar, pero la gente no aplica o deja de aplicar si los rechazan una vez. Hay que seguir tocando la puerta”.

Dice lo que dice por experiencia. Por ejemplo, The Great Wilderness recientemente viajó a EE.UU. a formar parte de un festival en Los Ángeles y otro en Nueva York; durante ese viaje, recibió la invitación al festival SXSW del 2014, en el estado de Texas. Todo está conectado.

Expediente. The Great Wilderness se formó en el 2009. Tras dedicar sus primeros meses de vida a la creación de canciones originales, el grupo salió a la calle a presentar su obra, poco antes de lanzar sus primeras producciones.

En el 2010, la agrupación publicó dos EP (discos cortos) –Afterimages of Glowing Visions y Tiny Monsters–, grabados de manera casera, con la ayuda de amigos. Un año después, la banda organizó su primera gira europea, pasando por Francia, Alemania e Inglaterra y, luego, se presentó en Panamá.

SXSW la incluyó en su alineación del 2012, donde el grupo ofreció un único concierto, justo en la misma época en la que Andrea San Gil dejó vacante el puesto de baterista, el cual fue ocupado por Alexandro Baviera (de Alphabetics). Rogue y Jimena Torres han sido las guitarristas casi desde el inicio, y la bajista de entonces era Monserrat Vargas (de Las Robertas).

Eventualmente, Vargas también salió de la banda, dando paso a un joven llamado Marco Gölcher. El grupo viajó a inicios del 2013 para participar en el Canadian Music Fest, donde empezó a desarrollar la oportunidad de presentarse –meses después– en el Cultures Collide, un festival en Los Ángeles.

La misma semana del Cultures Collide, Wilderness participó en el festival de CBGB, legendario recinto de música en Nueva York.

Ahora, se prepara para dar a conocer In the Hour of the Wolf, este viernes, en el bar Hoxton, en San Pedro, con miras a grabar un nuevo video y empezar a componer otro disco, además de ir al SXSW 2014 y otras posibles oportunidades de presentaciones en el extranjero.

Más información en la página de Facebook del grupo.

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