No hay punto de inflexión en la voz de La Mala Rodríguez

De cara a su próximo concierto en Costa Rica, y tras lanzar el disco Bruja, la española ofreció una entrevista a La Nación, en la cual saca a relucir más elementos de su ideología, lo que significa la música en su vida y sus teorías de lo que será de la humanidad tras el colapso de la máquina.

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San José (Redacción)

María Rodríguez Garrido anda por la vida disfrutando de una libertad impasible. Dice que no es de mucho hablar, sino de escuchar su entorno. Las historias que absorbe son las que alimentan su obra artística, adobadas con una tenacidad y autenticidad que la hacen parecer inquebrantable.

En efecto, nadie la puede quebrar; pocos pueden sacar el pecho de una manera tan consecuente como ella, quien se hace llamar La Mala Rodríguez. Por eso, cuando saca un disco vehemente en lo subversivo, o cuando despotrica contra la monarquía, no hay polémica: lo que sale de ella es el reflejo de sus ojos y el palpitar de su corazón o, como ella lo llama, la verdad.

De cara al concierto que ofrecerá en Costa Rica el 12 de setiembre, y con motivo del lanzamiento de Bruja, su quinto álbum de estudio, la rapera española conversó, vía telefónica desde España, unos minutos con La Nación. Platicó largo y tendido sobre muchos de los elementos que rodean su obra.

Estas fueron sus declaraciones:

Luego de mucha espera para que saliera al mercado, la acogida de Bruja ha sido muy cálida. ¿Fue un alivio ese recibimiento?

A mí me encantó que lo recibieran así. Siento mucha satisfacción cuando algo que he hecho llega a otra persona y esa persona siente algo parecido a lo que he sentido cuando lo he hecho. Para mí, ese es un motivo muy importante por el cual hago música: para que llegue a la gente y la gente lo recoja.

Estas canciones nacieron en su casa, donde grabó maquetas cada vez que sintió la necesidad. ¿Fue así más relajado el proceso?

Sí; de hecho, ha sido muy bonito empezar sin ningún propósito, con ningún objetivo. He estado en casa, he estado haciendo letras, he estado grabándome. He estado, como yo diría, entrenando, practicando, sin ningún objetivo. Cuando he encontrado la música que quería para decir mis rimas o esas ideas que tenía de canciones, me ayudó mucho, porque yo quería concretamente unos tipos de ritmos: clásicos, sonidos oscuros; quería una variedad. Ha sido una maravilla el ponerme delante del micro, sin nada escrito, y simplemente sacar, sacar y sacar, y dejarme llevar por todas estas historias y por lo que me pedía el cuerpo con el ritmo; dejarme llevar por la base y simplemente rapear.

En el disco hay algunas influencias jamaiquinas y supongo que, en gran parte, la idea también era demostrar que se puede bailar sin dejar de pensar.

Eso es bonito. La verdad es que a veces digo ‘a lo mejor es muy serio lo que hablo y como que no invita a bailar’, pero realmente creo que sí, que transmite otra cosa. De todas maneras, siempre he hecho rap porque tengo la necesidad de expresar unas cosas, no busco que la gente baile; si la gente se siente libre de bailar, genial, pero es otra historia. Pero sí, los ritmos jamaiquinos, esos bajos y toda la cadencia que tienen, son como tan sensuales que te hacen moverte. No solo piensas, sino que también te mueves, y ahí está la letra, el mensaje.

Se refiere a Buda o a un adorno de Buda en la canción 33. ¿Qué papel juega la religión en su vida?

Me atrevo a decir que, para mí, la religión es oscuridad. No me gusta ninguna. En el fondo, creo que hay que ser muy valiente para optar por no resbalar; es difícil, pero creo que podemos, porque algunas te agarran tan bonito –hay tantos colores, tanta belleza en ellas– que te atraen y realmente ayudan. Esa es su misión, pero creo que hay que ser mucho más valiente que todo eso y encontrar provisiones de otro modo. A mí me gustan mucho las lecturas taoístas, porque es un evento en curso de la vida.

”Sin embargo, la verdad es que son todas interesantes: en mi casa desde chiquita había una Biblia, un Corán, siempre hemos conocido sobre el budismo y sobre otras tantas cosas que me parecen muy interesantes. Hay que saber de todo para poder elegir y poder opinar”.

En el disco, uno de los ejes centrales es el problema del sistema financiero actual. Haciendo referencia al tema Esclavos, ¿considera que el capitalismo es el sistema de esclavitud moderna?

Pienso que estamos ahora mismo contemplando la muerte de la máquina; entonces, el que ahora llegue el fin de la era industrial hace que todo se descoloque y, de repente, nos volvemos locos y ya todo se tiene que volver a construir. Eso me parece una maravilla porque es un reto para toda la humanidad, el volver a encontrar ‘para qué sirvo’, ‘qué va a aportar mi hijo en este mundo’, todas esas preguntas que vienen cuando todo cambia de valor. Y claro que sí, todos somos esclavos, y hay que encontrar la manera de buscar lo positivo del querer dejar atrás esa esclavitud, porque, desde luego, tenemos todo para empezar algo nuevo, ahora.

¿Cuál papel cree que podría jugar el arte en esa revolución?

El arte, en general, para todo aquel que lo practica, los que desarrollan alguna capacidad y encuentran una disciplina y un nexo, es salud mental, espiritual y física. Es lo mejor, como un lenguaje que tenemos ahí, que si todo mundo estuviera preocupado en hacer eso, no estaríamos haciendo tanto daño, a nadie ni a nosotros mismos.

Otra canción dice “si no te interesa, corre y ve palFace”. ¿Cómo ve el papel que juegan las redes sociales en la humanidad?

Para mí, el punto positivo de esto es que nos comunicamos; veo que las fronteras se han diluido. Ahora mismo, una persona de Guatemala puede expresarme su opinión, compartirla y todos estamos ahí, hay una especie de foro abierto; eso es muy bueno, es maravilloso. Sin embargo, también falta la piel, el cuerpo, tocarte, mirarte, todo lo físico. Es un asunto de encontrar el uso.

Colabora con el francés Sefyu en Caliente. Su obra no es tan conocida de este lado del Atlántico, pero la interpretación es contundente.

En algunos barrios de París, se usa una especie de dialecto, por llamarlo de alguna forma, en el cual las palabras cambian de orden, entonces él se llama Yusef pero se hace llamar Sefyu, porque siempre rapea dándole la vuelta a todas las palabras. Si no lo puedes entender porque crees que está hablando en francés, ¡es que no lo puede entender ni siquiera la gente de Francia!

¿De qué canta en ese tema?

De la vida, de cuando está la cosa caliente. El punto de partida fue recordar esas noches de verano en Sevilla sin hacer nada, cuando solo se te ocurren malas ideas.

Puso en Twitter que boxear también es meditación. ¿Metáfora?

Sí, hablo de la práctica, la medicina que es la pura práctica, cada día. Eso es una forma de meditación; cualquier cosa que hagas todos los días, algo en lo que tu emplees 30 minutos diarios, eso te va a fortalecer, y a eso es a lo que te vas a poder agarrar en tiempos difíciles, cuando a lo mejor necesites esa fuerza solo la vas a encontrar en algo que solo logras si lo practicas cada día. Eso es, para mí, la meditación: estar fuerte, tener entereza.

Usted misma lo dice, la bruja es usted. ¿Le afecta en su vida diaria el ser La Mala, mujer independiente que no le debe nada a nadie?

Hay muchas así, yo me siento como una cosa rara, pero cada vez hay más mujeres que no tienen que depender. No es un mensaje de arrogancia ni mucho menos de autosuficiencia. Lo digo con el corazón: qué bien que no dependo de nada ni de nadie, y me valgo, eso para mí es muy bueno. Creo que siempre ha habido mujeres así en la historia, y por las causas de la sociedad se les ha tachado de brujas, locas, putas, viejas... Pero, bueno, no tendremos en cuenta a esas personas.

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Son 34 años de vida, 15 de carrera... Cada uno parece que se pone mejor que el otro. ¿Podemos asegurar que hay Mala para rato?

A no ser de que me vaya, pero aún así creo que quedará por siempre lo que hice.

¿Cuál marca ha dejado?

Yo no sé, qué difícil... Creo que mis ojos, mi corazón. No sé (ríe).

Viene a Costa Rica a poco más de un año desde su último show acá. ¿Cuáles diferencias tiene su espectáculo ahora?

Yo lo voy a pasar muy bien. Voy con mi DJ; vamos a estar ahí con todo el peso y me encanta sentirlo así. Creo que es como el flamenco puro: cuando tu ves al cantor y un guitarrista, algo así. Me gusta centrar la atención en la letra y en el bombo, la caja, pero, sobre todo, que se mantenga puro, que se sienta la esencia, que para mí es el rap.