Lluvia, sudor y lágrimas: Foo Fighters fue la iglesia de rock que todos soñaban

El debut de los estadounidenses en Costa Rica dejó huella, en un concierto en el que no faltaron sus mejores éxitos.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

¿Hay algo que despierte más a la gente que el sonido de una guitarra eléctrica? Es difícil pensar en un sentimiento más electrizante que el de un concierto después de ver a Foo Fighters mover a su antojo al público del Estadio Nacional.

El debut del grupo estadounidense en suelo tico estuvo pasado por agua, pero la fuerza de la música de Foo Fighters no dejó que ninguna de las 28.000 personas que asistieron se quedara quieta.

Hay pocos grupos de rock vigentes que despierten pasiones tan intensas y masivas como Foo Fighters y eso se comprobó el viernes 4 de octubre en San José.

Personas de todo Centroamérica, de México y de Canadá cantaron a una sola voz con ellos temas como The Pretender para formar un solo coro que cantaba con una pasión casi religiosa y que movía las fibras hasta del que menos conocía del grupo. Fueron muchos los momentos de comunión, una noche para celebrar y vivir el rock como todos soñaban.

Foo Fighters venía de dejar huella en con sus conciertos en Bogotá y Rock in Rio (Brasil) y Costa Rica no fue la excepción. Los casi 25 años de espera por ver a Dave Grohl de cerca valieron la pena.

Potente

Miles de personas debieron de comprar capas antes de que iniciara el concierto, puesto que desde las 3:30 p.m. cuando se abrieron las puertas, la lluvia no dio tregua. La gramilla del estadio se veía como un caleidoscopio por todos los colores y tamaños de estas prendas para evitar una lluvia que por ratos fue inevitable.

El agua se esfumó a eso de las 6 p.m. y cuando inició Foo Fighters tomó el escenario ya las capas se habían perdido.

A las 7:55 p.m. Se apagaron las luces y la banda entró de golpe haciendo la mayor cantidad de ruido posible. “¿Están listos?”, gritó Dave Grohl y dio inicio a All My Life en medio de los gritos de la gente.

El cantante, guitarrista y fundador del grupo no dejó un gramo de energía sin usar y fiel a su estilo hiperactivo se movió por todo el escenario y agitó su melena para contagiar de energía al público.

Grohl le preguntó a cada una de las localidades del estadio sí estaban listas para bailar y todas le respondieron que sí; plateas, balcones y todos en gramilla saltaron durante el final del tema.

Sin dar respiro, la banda continuó con Learn to Fly, otra de esas canciones que da gusto corear con miles de personas alrededor; si existe el stadium rock como categoría, Foo Fighters dio cátedra de ello.

De nuevo, sin dar respiro alguno, los Foo Fighters empezaron con The Pretender, otro hit. Para la mitad de la canción Dave Grohl ya estaba completamente sudado y su voz sonaba cansada. Nada de eso le impidió disfrutar el coro junto al público e incluso pasearse por el escenario.

La banda bajó revoluciones y Grohl se acercó al micrófono para preguntar “Costa Rica, ¿aman el rock 'n' roll?". La pregunta se repitió unas cuatro veces, como en una prédica mientras la banda fue subiendo el volumen hasta llevar al público al éxtasis de la canción.

El público no dejó de saltar por los primeros 20 minutos que duraron esas tres canciones de inicio y la banda no quiso parar con la música y le entraron de e inmediato a Run.

Si el cuerpo empezaba a ceder, la voz de Dave Grohl diciendo: “¿Quieren saltar?”, seguía impulsando a la gente a saltar y cantar junto al grupo. Al final, las coristas del grupo sostuvieron una nota alta, solo para terminar dando la primera pausa al concierto en media hora. ¡El primer momento de silencio en 30 minutos! La cara de Dave Grohl en las pantallas lo decía todo: fue cansado, pero esto era solo el inicio.

A flor de piel

Sky Is A Neighborhood fue el tema siguiente del grupo, uno en el que hubo más tiempo para apreciar a toda la banda trabajando. A parte de tener tres guitarristas y seis integrantes en total, la banda viaja con tres coristas que le dieron muchísima potencia a esta canción y a las otras.

Luego llegó Times Like These, una de las piezas más esperadas de la noche y en la que el público disfrutó tanto como la banda: el guitarrista Pat Smear y el baterista Taylor Hawkins sonreían de ver a la gente cantando el coro a todo pulmón.

Al finalizar la canción, Hawkins inició con un solo de batería. Tratar de explicar lo que hizo el músico de 47 años con sus cuatro extremidades sería robarle gracia a su magia; solo se puede decir que es un monstruo.

Hawkins terminó el solo diciendo al micrófono “¡Costa Rica, amo este maldito lugar!” y aprovechó para cantar Sunday Rain.

Al finalizar la canción, Dave Grohl tomó el micrófono para saludar.

“Hey, hola, cómo están, gusto en conocerlos. Enciendan las luces que quiero verlos. Primero que todo, gracias, es nuestra primera vez aquí. Estoy feliz de que esperamos porque hace 25 años hubiesen venido unas 100 o 200 personas. 20 años después hay un maldito estadio lleno, ¡me encanta!", dijo el líder del grupo.

"La próxima vez que vengamos tocaremos tres horas, ¿cómo les suena eso?“, agregó mientras tocaba los primeros acordes de My Hero, pero sin distorsión.

En cuestión de dos minutos había lágrimas en todas las esquinas del recinto. Había que ser poco más que un cínico para no sentir algo de oír el estadio completo cantar el coro de este clásico mientras miles encendieron las luces de sus celulares.

La banda fue subiendo la intensidad poco a poco hasta que de nuevo la banda estalló y el público con ellos. La banda se encargaba de llevar a la gente al fondo de sus emociones y luego recuperarlos con riffs más potentes; de nuevo se sintió la magia de los experimentados músicos.

“¿Quieren más mierda ruidosa?", preguntó Dave Grohl antes de que el bajista Nate Mendel empezara con las punzantes notas de La Dee Da, una canción en la que Grohl sorprendió con unos gritos agudos.

Sin hacer pausas, el líder del grupo empezó a tocar Walk, otra de esa canciones infaltables en el repertorio de Foo Fighters. De nuevo el grupo hizo una pausa en media canción para apreciar la energía del público; se veían sonrisas en todas partes del escenario.

En casa

Cerca de la mitad del concierto la banda decidió presentarse y cada miembro tocó un segmento de canciones como Say It Ain’t So de Weezer o Rapper’s Delight de Sugarhill Gang.

Durante ese segmento Dave Grohl bromeó con el nombre de su baterista durante unos dos minutos enteros y de pronto el concierto de miles de personas se sentía como una reunión de amigos o cuando el payaso de la clase armaba su show. “¡No puedo creer que nos pagan por hacer esto!", bromeó el guitarrista.

---

Lo siguiente fue un pequeño homenaje a Queen para el cual Hawkins y Grohl cambiaron de roles y el baterista dejó su banquillo para cantar Under Pressure, el famoso dueto con David Bowie. Fue una agradable sorpresa para el público y un momento para bajar un poco la energía.

La pausa por su puesto fue interrumpida por la misma banda para tocar Monkey Wrench, ahora sí, con Dave Grohl de nuevo al frente y con su legendaria guitarra Gibson 335.

En media canción Dave Grohl detuvo todo y le pidió (más bien exigió) al público que gritara fuerte. El grito duró unos 30 segundos de dolor colectivo y cuando finalmente paró, fue Grohl quien tomó el micrófono para enseñar cómo se gritaba. El resultado fue igual o más escandaloso que lo escuchado (anteriormente).

"Ahora vamos a cantar una canción linda", dijo el cantante para dar inicio al sencillo Wheels. "Van a tener que cantar conmigo y encender las luces de sus celulares, yo no hago las reglas", agregó.

El público le dio gusto y cantó junto a la banda una versión más tranquila de la canción. “¡Ustedes cantan demasiado duro!”, señaló Grohl. “Sigan cantando así”, apuntó mientras empezaba la siguiente canción.

Quién sabe cuántas gargantas se trabaron cuando se oyó a Dave Grohl decir “I got another confession to make”, las famosas líneas con las que abre Best of You.

El público se entregó cantando los "ooooh" que acompañan el coro y el momento entero se sintió como algo salido de de un DVD de Foo Fighters. Pero lo que escuchaba el público no salía de un disco si no directamente de la banda que tantas veces había oído a la distancia. Las lágrimas volvieron a caer, el momento lo ameritaba.

Dave Grohl cerró con broche de oro la canción con un solo bastante sentimental, solo y de pie en el escenario y luego dijo gracias al público mientras se secaba el sudor de la cara. “¡Qué noche más hermosa!”, gritó y luego retomó la canción para llevar de nuevo al público al clímax.

“Gracias por el primer show más perfecto de la historia de todos los shows” , dijo Grohl al terminar.

“Yo no sabía que esto era tan bueno así que, creo que volveremos. No me gusta decir adiós, así que prefiero decir esto”, comentó justo antes de dar inicio a Everlong, una de las piezas más icónicas del grupo. No hubo un alma en el Estadio que no sintiera el cariño del grupo en ese tema y que no quisiera moverse. Del escenario se disparaban láseres que solo aumentaban la sensación de que todos estábamos en otro planeta.

Al llegar las 10 p.m. La banda se retiró del Estadio Nacional con un sonoro “¡Gracias Costa Rica!”. Fue un concierto soñado para los fans del grupo y una experiencia de primera para cualquier escéptico. Fue la iglesia demostrando una vez más que aún le quedan -en los escenarios y los públicos- fieles adeptos.