Infibeat celebra 10 años de cantar para vivir

Banda nacional se encuentra de gira por México promocionando la música de sus cuatro álbumes y contando sus historias.

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Cuando lanzaron su primer disco, Infibeat se definía como “una banda funk con problemas de identidad”. La descripción tenía un tono irónico pero no dejaba de ser cierta.

Las guitarras alegres y el groove del funk siempre ha estado en el ADN musical de este sexteto nacional, pero también la canción protesta latinoamericana, el jazz, y el hip-hop.

Las mezclas durante sus diez años de existencia han sido tan variadas que ya los miembros de Infibeat no se preocupan por ponerle nombre a lo que hacen.

“Yo creo no tendríamos problema en hacer una vara punk y mezclarlo con algo más, porque al final la música es reflejo de lo que nosotros somos y todos venimos de nichos diferentes”, explica Andrés Cervilla, trombonista de la banda.

El grupo conformado por Cervilla, Fabrizio Walker (voz principal), Andrés Cordero (bajo y voz), Daniel Solano (guitarra), Federico Granados (saxofón) y David Vargas (batería) celebra diez años de compartir esa variedad musical y de mostrarla en sus cuatro álbumes publicados.

Su música, que incluye baladas, temas bailables de funk, rock, reggae, y rap hoy viaja por México con el apoyo del fondo Ibermúsicas, en la primera gira del grupo por este país.

En el escenario, el grupo entona canciones sobre temas cotidianos (desde ir al trabajo hasta lidiar con una pérdida), que al ser cantadas por la mayoría de los miembros y su público, ganan un carácter más profundo.

Su debut en suelo mexicano fue el jueves 21 de junio en Parker & Lennox, uno de los clubes de jazz más importantes de la capital mexicana.

“Como tenemos tantos conciertos, quisimos variar los sets (listas de canciones) y, tocar en clubes de jazz, nos da la oportunidad de volvernos a la música que originó Infibeat”, comentó Cervilla.

Cambiar las listas de canciones es parte del oficio para mantener las cosas interesantes y sobre todo cuando el grupo tiene seis mentes inquietas que viven de la música.

Sin miedo a mostrar una cara diferente en cada concierto, Infibeat llega a sus diez años seguro de que seguirán cantando para vivir.

Historia

“Se vuelve imposible hablar de géneros concretos, la tónica siempre va a ser la libertad creativa, hacer lo que nos gusta y hablar de lo que nos gusta”, señaló Andrés Cervilla.

La banda rara vez lo dice, pero originalmente se juntaron para hacer un grupo de jazz.

Hace poco más de diez años, Cervilla fundó junto a Andrés Cordero Desde Aquí, un quinteto que completaban el baterista Orlando Ramírez, el pianista Jose Soto y el vibrafonista Felipe Fournier.

Para saber a qué sonaba ese grupo se puede visitar la canción 4DPP, canción que Infibeat grabó en su primer disco largo, el álbum Aguacero (2013).

El quinteto se desarmó, pero la semilla para un nuevo grupo quedó plantada.

“Andrés (Cordero) y yo siempre hemos tenido una relación muy especial a la hora de hacer música y queríamos hacer repertorio original.

”Nos reuníamos en mi cuarto con una computadora vieja y un micrófono amarrado a un palo de escoba (ríe). Empezamos a hacer música sin pretensiones”, contó el trombonista.

Esto fue en el 2008, cuando la mayoría de los que ahora integran Infibeat ya se conocían pero nunca habían colaborado.

Del jazz al funk a todo lo demás

En Infibeat, hay profesores de música, músicos de sesión y exalumnos del Castella. El ambiente musical tico da para que los músicos de estas profesiones se mezclen entre ellos e incluso, tengan oportunidad de vivir de sus talentos.

Así, Cervilla y Cordero llamaron de nuevo a Orlando Ramírez para que tocara batería a la vez se sumó a la banda al guitarrista Daniel Solano para acompañar las melodías.

La influencia de jazz seguía ahí en las composiciones, pero el grupo empezó a tantear con el funk cuando se sumaron oficialmente la guitarra, la voz de Fabrizio Walker y el saxofón de Federico Granados.

La suma de todos los miembros, y las conversaciones que surgían en medio, terminaron de “amarrar” Infibeat como un grupo de funk que, aunque tenía “problemas de identidad”, sabía que asegurando esa libertad creativa es como duraría buen trecho.

Por compromisos profesionales, Orlando Ramírez dejó el grupo, pero desde el 2011 David Vargas asumió el puesto de baterista y con él promocionaron el EP Infibeat (2011), grabaron el álbum Aguacero (2013) y luego grabaron los álbumes Ritmos cimarrones Volumen 1 y 2 (2016 y 2017).

“Me da mucho orgullo que nos hayamos mantenido casi los mismos desde el inicio, creo que eso habla muy bien de todo lo que ha logrado entrelazar el grupo”, dijo Andrés Cervilla.

Ascenso

A escondidas, por ahí del 2009 Cervilla le consiguió un concierto al grupo. No tenían nombre.

“Así, sin pensarlo mucho, vimos el correo electrónico de Andrés Cordero –era infibeat@yahoo–, y decidimos que ese podía ser el nombre”, contó Daniel Solano. “Nosotros no le dimos mucha cabeza, por suerte Andrés sí (ríe)”, agregó.

Las letras del grupo siempre se han caracterizado por señalar las desigualdades, las historias de colonización –como lo hicieron en los álbumes Ritmos cimarrones volumen 1 y 2–, incluso en temas bailables.

“Me hace muy feliz cuando me dicen que es un grupo al que uno puede ir a solo escuchar la música o puede ir a desconectarse bailando todo el chivo”, comentó Solano.

El guitarrista, dice que tuvo que practicar mucho sus secciones porque no solo estaba más acostumbrado a la guitarra clásica, sino que él mismo sentía impulso de bailar y dejarse llevar por la música y se distraía en la interpretación.

Infibeat no le teme a esas "complicaciones" entre la música bien compuesta e interpretada y lo que puede hacer bailar a la gente.

“Hay algo subversivo en el baile y todo está conectado con la música y los géneros que nos gustan. Así que es algo que no se puede separar y hemos logrado un buen balance”, señaló Solano.

Después de haber probado terreno con muchos géneros, los de Infibeat piensan que es momento de internarse en el mundo del rap por un tiempo.

“Creo que mientras nos guste, cualquier cosa puede caber en Infibeat”, señaló Andrés Cervilla, a quien le cuesta creer que ya su grupo cumpla una década.

“Si seguimos haciendo lo que nos gusta, bien pueden pasar otros diez años”, finalizó.